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Estarán
contentos. Estarán tranquilos. Ya han asesinado al símbolo de
la derecha económica vascongada: al dueño de una tiendecilla
de golosinas, que hace poco, con muchas fatiguitas, se quedó el
pobre con el traspaso de este importantísimo enclave
industrial, que era fundamental para la continuidad de la
opresión centralista y españolista de mierda sobre las
libertades de un pueblo que quiere hablarle a Europa de tú a
tú, por lo que de momento se va a África, como si fueran
Lauren Postigo en la boda zulú, a coger las armas
tradicionales. Las armas tradicionales de la bomba-lapa y de la
Parabellum. Y muy europeamente, se ponen a oír los conjuros de
un jesuitón arrepentido que está ahora de hechicero de la
tribu. Así que su Tercer Mundo (porque aquello es Tercer Mundo
tribal con Banco de Bilbao y fábricas de neveras) estarán
tranquilos, porque las gominolas, los bollicaos, los tigretones,
los paquetes de pipas y las barras de orozuz ya no constituirán
obstáculo alguno para la construcción nacional soberanista en
el ámbito de decisiones... de los asesinatos.
Esta es la horrible derecha vascongada del PP, éstos son los
españolistas del copón, los opresores del pueblo vasco: los
dueños de las tiendas de chucherías, los que tienen un
despacho de pan y tortas.
Ese es el Neguri que defienden estos concejales populares y
socialistas a los que de momento habría que concederles la
Laureada colectiva, porque el valor no se les supone, sino que
lo tienen más que demostrado, porque dan la cara a pie de obra,
todos los días, en el frente de batalla, frente al enemigo. Al
enemigo de las libertades.
Cada vez que un concejal del PP, que un militante del PSOE
paga con su vida la imperdonable osadía de defender la libertad
en las provincias vascongadas (¿pasa algo por decir provincias
vascongadas, si lo son de España?), lo que más me impresiona
es la humildad de su extracción social, de su situación
económica. No viven precisamente en Neguri ni precisamente
medio BBVA es suyo. Y lo más triste es que están dando la
cara, la vida, por los que sí que viven en Neguri y sí que
tienen un paquete de acciones del BBVA que, vamos, ni el paquete
del novio cubano que le hizo perder el habla a Marujita Díaz.
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