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Me
he autodeterminado. ¿No quieren ellos la autodeterminación?
Pues de momento he tomado una determinación, yo solito: la
mía. No los soporto más. No estoy dispuesto a que me amarguen
el verano como me amargaron el invierno. He puesto encima del
televisor de la salita un letrero como en las discotecas de
moda, sólo que sin tío cuadrado en la puerta: "Reservado
el derecho de admisión". Que conste que esta
autodeterminación que he tomado no es nada nuevo. He hecho lo
mismo que Tía Cristina, pariente jerezana de José María
Pemán. Cuando llegó la televisión a España, tía Cristina,
que sería una Pemartín o una remota Domecq, no quiso por nada
del mundo comprarse un aparato. Todo Jerez se compró un
televisor, ya a plazos, ya al contado, menos Tía Cristina. Y
eso que estaba forreta de acciones de las bodegas. No quería
por nada del mundo que la televisión entrara en su casa. Y un
día Pemán se lo preguntó abiertamente, dispuesto como estaba
hasta a regalarle el televisor, si era por cosa de dinero. Le
dijo:
-- No, no es por dinero, José María. Es por principios.
¿Cómo quieres que meta un televisor en casa? ¿Para que la
salita se me llene de gente extraña que no conozco y que ni
siquiera me han presentado?
Sigo las divinas enseñanzas de Tía Cristina con esa vara de
mariscal que es el mando a distancia. Como el macizo rechaza en
la puerta de la discoteca de moda al que va con zapatillas de
deportes o con calcetines blancos, mi mando a distancia rechaza
que se me metan en la salita los indeseables. Es mi
autodeterminación del zapeo. Aunque salga en el informativo de
la Televisión de España, ¿por qué tengo yo que aguantar que
Ibarreche se me meta en la salita, si no lo conozco de nada? Y
nada digo de Arzalluz, que tampoco me lo han presentado. ¿Por
qué voy a tener que aguantar que Arzalluz turbe la paz de mi
hogar con su cara de vinagre y ese Circo Ruso con tigres blancos
incluidos que tiene en la barriga? Plas, zapeo que te crió, y
la salita queda inmediatamente libre de indeseables.
Comprenderán, pues, que no escriba de la visita de Ibarreche
al Rey ni de la diaria ración de vitriolo de Arzalluz.
Aplicando mi autodeterminación, les pegué ayer un zapeo de
pitón a rabo que tembló el misterio, en cuanto salieron. A los
dos. Lo cual es muy bueno para la salud. Dicen los médicos que
no ver a Ibarreche ni a Arzalluz baja muchísimo el colesterol.
Les recomiendo que tomen mi misma autodeterminación. Tiene un
riesgo: que zapees cuando salga uno de estos dos gachós y te
aparezcan en pantalla Tamara, Paco Porras o Dantés. No les
importe. Tamara, Paco Porras y Dantés suben bastante menos el
colesterol. Y los triglicéridos.
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