ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 5 de mayo de 2018
                               
 

Nostalgia de Fijador

Dejamos ayer al pijo sevillano con su gomina, bien maqueado, presumiendo de los cortijos que no tiene, cuando está tieso, a dos velas a San Judas Tadeo en el compás de la iglesia de San Antonio Abad, que se escribe así y se pronuncia "de donde sale El Silencio". Y un lector me escribe, y me pega una cariñosa bronca: "No sé cómo cae usted en la modernidad de llamar "gomina" a lo que en Sevilla, toda la vida de Dios, ha sido el fijador". Pues tiene razón este señor. El fijador es lo que siempre ha existido en Sevilla. Esto de la gomina es tan reciente como los pisos turísticos o la depravación gamberra de las despedidas de solteros.

-- Y solteras, usted, que son más ordinarias todavía, con un pene de goma en la cabeza a modo de peineta muchas de ellas, las tías guarras...

El fijador hasta tuvo su referente de moda en tiempos de la Exposición Iberoamericana, que era el argentino Carlos Gardel. Que no se peinaba, que parecía que se planchaba el alisadísimo pelo, por la cantidad de fijador que se ponía, que le quedaba como un casco. Los pijos de la época, que eran los mocitos pintureros del pasodoble "Cruz de mayo sevillana", imitaban al argentino cantor de tangos en la forma de peinarse. Y muchos siguieron peinándose así hasta el último de sus días, punto en el que recuerdo a mi querido y admirado don Antonio Lopera López de Priego, el que fuera director del Hotel Alfonso XIII y fundador del Villamagna de Madrid y del Puente Romano de Marbella, quien ya muy mayor, con "las nieves del tiempo plateando su sien" (por seguir con los tangos de Gardel), siguió peinándose así, como aferrándose a la juventud.

Era cuando las madres, al ver que el niño se ponía el fijador a dos manos tras haberse repeinado más que la raya de Joaquín el del Betis, les decían a sus hijos:

-- ¡Hijo, parece que te ha lamido una vaca!

La vaca que los había lamido era el fijador, actual gomina, que se habían extendido a dos manos, llenando los cuencos de ambas. Hasta en las barberías te lo preguntaban cuando el maestro terminaba de pegarte el niquelado:

-- ¿Le pongo fijador?

El fijador se vendía en tarros en las perfumerías y las mercerías de los barrios; ay, esas mercerías de barrio que ya casi todas han desaparecido, con la honrosa excepción de Casa Saluíta... Tardaría mucho tiempo en venir en tubos como los de la pasta de dientes, y la primera marca que lo vendió así fue Patrico. Yo, de niño, como era la moda, me pegaba mis buenos toques de fijador cuando me peinaba por la mañana para ir al colegio. El mío era todavía de tarro, verdoso. Sí, aunque esté feo el decirlo: como mocos. Era marca Lucky Strike. Como el tabaco rubio de La Chester. Con una etiqueta roja y el verde del fijador que se transparentaba por el vidrio, el tarro era como la canción de Celia Gámez sobre la estudiantina portuguesa: "Los dos colores de la enseña nacional".

Pero como eran tiempos de obligado ceciclaje, de remiendos en los pantalones, de trajes vueltos, no todo el fijador que se usaba era de marca. Vendían en las droguerías y en las evocadas mercerías de barrio unos sobres de polvo para que, disolviéndolo en muy poquita agua y removiéndolo, nuestras madres nos hicieran el fijador que marcaba la moda. Ni Patrico, ni Lucky Strike ni nada: fijador casero. ¡Cuántos que imitaban a Carlos Gardel se peinaban como si los hubiera lamido una vaca con el fijador casero que hacían sus madres!

Encuentro lógico que se haya impuesto la palabra "gomina" en vez de "fijador". Para evitar confusiones, por la aficiòn a las cuadrillas de costaleros. Tú dices ahora "fijador" y se cree la gente que te refieres al costalero que va igualado entre el costero y el corriente: "José Manuel va de fijador en la cuarta del palio de San Esteban". Sea como fuere, gomina o fijador, a algunos nos está quedando tan poco pelo que no andamos ni para ir embadurnados de fijador, a lo Carlos Gardel, como los abuelos y bisabuelos cuando jóvenes, ni a lo pijo tieso sevillano con gomina.

SOBRE ESTE TEMA, EN EL RECUADRO: "ELOGIO DE LA GOMINA"

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