Burgos
recibe el «Romero Murube» de manos del alcalde en la Casa de ABC
Domingo 30:
Meditación civil de Adviento
Un viejo refrán
castellano dice "cada cosa en su tiempo, y los nabos en
Adviento". Bueno, pues hoy es primer domingo de Adviento. A
poco latín que se sepa, se comprende que es primer domingo de Lo
Que Ha De Venir, que no es otra cosa que el Señor de Pasión (que
es también el Señor de Sevilla) a hacer en Belén. Como el mismo
nombre indica, para el Nacimiento del Sentencia, del Cachorro, del
Jorobadito de Triana, del Supremo Catedrático de los Estudiantes,
aún queda una tiraíta. Casi un mes. Pero es tanta la
anticipación de la mercadería navideña y le han dado tanto
sentido comercial a las Pascuas, todo lleno ya de luces, de vende
que te vende y de come que te come polvorones que han dejado el
Adviento casi en la víspera de lo que ha de venir después, que
es la Cuaresma. Cuaresma, a la que, a su vez, se le da ya casi
tanta importancia como a la propia Semana Santa. Y la cosa no
queda ahí. No habrá pasado la Cabalgata del Ateneo cuando estén
apretando, si es que no lo han apretado ya, el primer tubo de la
portada de Feria. Lo de "cada cosa en su tiempo" no
deben de cumplirlo ya ni los nabos de Adviento, en esta ciudad
donde todo el otoño es Navidad, toda la Cuaresma es Semana Santa,
y todo el año hay cofradías para arriba y para abajo y cosas de
Feria para adentro y para fuera. De todo lo cual se infiere que
hemos perdido el sentido de las vísperas, de la expectación, en
esta Sevilla que por tantas razones podría ser declarada
oficialmente la Ciudad de las Esperanzas. Del camino hemos hecho
posada y de la víspera, fiesta.
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Sábado 29:
Plasma
De vez en cuando, la
benemérita Hermandad de Donantes de Sangre que alienta el muy
macareno doctor Fernández Palacios hace un llamamiento para que
demos la nuestra. Es especialmente en verano, cuando en las
urgencias quirúrgicas de los hospitales falta sangre y falta
plasma. Nos hemos acordado porque, hijo, en los bancos de sangre
quizá falte algunas veces el plasma, pero de plasma, de otro
plasma, se está llenando la Sevilla que ya tiene de todo en su
casa. Nos referimos a los televisores de plasma, que no sabemos
qué es, pero que todo el mundo se compra y presume de tenerlos en
la salita. Lo del DVD ya se ha quedado antiguo. Ya DVD tiene todo
el mundo, hasta los bancos te lo regalan si pones cuatro perras
gordas a plazo fijo o te abres un plan de pensiones. Ahora lo que
mola es el plasma. Hasta el niño de La Pantoja tiene un plasma.
Te hablan de lo bien que se ve la tele en el plasma, de lo bien
que suena el plasma, que es como si tuvieras una pantalla del
multicines del Nervión Plaza en su casa. De modo que las que se
acercan son las Pascuas del plasma, y los Reyes traerán los
camellos cargaditos de plasmas. DVD y plasmas que son el mejor
indicador económico. Cuando un plasma cuesta lo que cuesta y
cuando hay tantos, es señal de que la economía de Sevilla va
sobre ruedas. El plasma es como el Indice Nikei de nuestra
prosperidad, como lo son esos carritos de hipermercado llenos
hasta la corcha de paletillas serranas, de cañas de lomo, de
cajas de mantecados y polvorones y de turrón del caro, caro,
caro.
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Viernes 28: Plaza
vallada, plaza partida
Conocíamos las
plazas porticadas, las plazas mayores, las plazas de toros, las
plazas de abastos, las plazas de armas, las plazas de soberanía,
incluso las plazas de interinos y las plazas en propiedad, de las
que saben tela los profesores y los médicos y enfermeras. Pero en
Sevilla, en el barrio de San Pedro, frente por frente a la
iglesia, bajo los cuatro monumentales ficus, se acaba de inventar
un nuevo tipo de plaza: la plaza vallada. En la viña sin vallado
que es la incomprensible violencia contra las cosas en las calles,
jardines y parques de Sevilla, tienen que poner vallas los fines
de semana en la plaza de San Pedro para impedir que cuatro
niñatos rompan lo que con nuestro dinero ha puesto de dulce el
Ayuntamiento. Los destrozos, ojo, no son contra el Ayuntamiento:
son contra nuestros bolsillos. Razón por la que quienes deberían
estar tras la valla, pero bien guardados entre rejas, son los
insensatos que han llevado a esta absoluta degeneración colectiva
del principio de autoridad, empezando por la autoridad de los
padres, siguiendo por la de los profesores y terminando por la del
Ayuntamiento. Yo la valla, más que a la plaza, se la pondría a
los niñatos que destrozan Sevilla como si no fuera suya. Los
cuales hasta están cambiado la lengua. Plaza partida era antes la
disposición de los cosos taurinos en dos espacios para celebrar
en cada uno de ellos sendas lidias simultáneamente. Y romper
plaza era ser primero en la lidia de los toros de una corrida.
Ahora son los niñatos los que rompen plaza en sentido estricto y
dejan como plaza partida y destrozada las que nos ham costado un
dinero muy curioso.
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Jueves 27: De San
Miguel a San Andrés
¿Usted se acuerda
de aquello tan descabellado que quiso hacer el Ayuntamiento por
culpa de los antiguos socios andalucistas del alcalde, y encima
fueron y lo hicieron, por cojones, a lo que llamaron Feria de San
Miguel, y que nos costó un dinero muy curioso? Pues sin que le
cueste un duro al Ayuntamiento, un año más está en marcha la
verdadera Feria de San Miguel, que es por San Andrés: el Salón
del
Caballo, que se pronuncia
Sicab. De aquí al domingo se esperan 200.000 visitantes, que se
dice pronto, y un negocio de 24 millones de euros para los
criadores de caballos, para los que venden artículos hípicos,
para artesanos guarnicioneros y talabarteros, para las clínicas
veterinarias y para toda suerte de actividades relacionadas con el
hermoso animal a cuyos lomos el hombre abrió los caminos de la
civilización. Dicen los organizadores que en cuanto a movimiento
de personas y de dinero, el Sicab es la tercera gran fiesta de
Sevilla, después de la Feria y de la Semana Santa. Lo dicho: la
Feria de San Miguel puesta al día. La Feria ganadera de verdad,
con compra y con venta de ejemplares, con exhibición de campeones
y de sementales, con esos potrillos recién nacidos que dan ganas
de llevárselos a casa y acostarlos con los niños en su cuarto...
Si creemos en la iniciativa privada y en la economía libre, nada
mejor que sea reconocido oficialmente este carácter de Feria
sevillana, de Feria comercial y cultural del Caballo que tiene el
Sicab. Y a los locos de la Feria de San Miguel, decirles aquello
de los cocheros de punto: "So, cabaaaaaaaaallo."
Especial
Salon
del Caballo
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Miércoles 26:
Los anuarios de Salas
Si el otro día
tratábamos de hacer justicia a José María de Mena como
divulgador de la Historia de Sevilla, ante el desprecio de quienes
se autocalifican de intelectuales, hoy traemos otro nombre
preterido por los dogmáticos excluyentes que se consideran
exquisitos depositarios de no sé qué: Nicolás Salas. Quien a lo
tonto, a lo tonto, ha escrito él solito toda una biblioteca de
Historia Contemporánea de Sevilla. Libros que nadie cita, porque
está feo entre la crema de la intelectualidad, pero en los que
todos entran a saco. Si quieres saber quiénes fueron Reyes Magos
en la Cabalgata de 1963, quién era alcalde en 1921, quién
presidía la Diputación cuando la sublevación de 1936, no tienes
más remedio que ir a sus "Crónicas del siglo XX". Como
si quieres conocer la vida cotidiana de la Sevilla del Tamarguillo
y de María Trifulca, de los corrales y los refugios municipales,
de las carbonerías y las tabernas, de los personajes populares y
los arquitectos del regionalismo, de Sor Angela de la Cruz y Diego
Martínez Barrio, tienes que acudir a sus sucesivos libros, en su
anual cita fiel con los lectores. Algo que tampoco se le perdona:
tener lectores y, encima, leales a la compra de sus libros. Como
en las vísperas de cada Navidad, esta tarde presenta Salas en su
habitual tribuna del Colegio de Médicos su último libro, que ni
sabemos ya qué número hace. Es la edición 2003 de su anual
"Sevilla, ayer y hoy". En contramano de lo culturalmente
correcto, aquí nos alegramos una jartá de la feliz y laboriosa
tenacidad de Salas en la divulgación de la Historia sevillana
contemporánea.
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Martes 25:
Rascamiento de cielos
Hablamos el otro
día del esplendor de hoteles, tras la apertura del establecido en
una de las dos torres de La Buhaira, ese rascacielos espantoso que
le han puesto al cielo de Sevilla y que da pavor verlo desde el
arrabal de San Bernardo. Veremos a ver en qué queda el esplendor
de marras, porque los hoteleros están poniendo el grito en ese
cielo que rascan las torres buhaireñas, porque dicen que se nos
ha ido la mano a la hora de abrir nuevos hoteles. Pero vamos al
rascamiento de cielos. El cielo de Sevilla debe de tener
urticaria, o sarna, o alguna enfermedad de la piel. Y en vez de
llevarlo a Conejo Mir, que era lo suyo, van y se lían a ponerle
rascacielos. Rascayú, rascayú, con tantos rascacielos, ¿qué
harás tú, Giralda? No se ha hablado lo suficiente del inútil
falo erecto del Puente del Alamillo, que te aparece sobre el
caserío de Sevilla donde menos lo esperas, detrás de una cúpula
o una espadaña. El Alamillo podía haberse hecho perfectamente
sin ese rascador de cielo, como el puente de Triana. Y a las dos
torres gemelas de la Plaza de España, que tenían ya el encanto
de lo antiguo, porque el tiempo también construye y hace
urbanismo, les ha salido ahora la competencia ilícita de las dos
torres mellizas de La Buhaira. Todo ello sin contar la Torre de
Los Remedios en la línea de horizonte del río, o la Torre Mapfre
de por donde estaba el Tejar del Moro, o la Torre Triana del
Charco de la Pava. A este paso, más torres que Ecija. Invasoras
torres de pisos, oficinas y camas hoteleras que a saber que de
dónde van a salir tantos turistas para ocuparlas.
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Lunes 24: Triana
en Sevilla
Para celebrar los
250 años de su fundación, la hermandad de los Gitanos coge y se
va donde se tiene que ir: a Triana. Y nos da de golpe la clave que
nos hemos pasado media vida buscando. Está ahora en la Puerta
Osario como antes en San Román, pero ser, ser, lo que se dice
ser, Los Gitanos es una cofradía de Triana. Allí hay que buscar
las claves de su estética. Hasta de su cuadrilla. El paso del
Señor de la Salud anda como Triana sabe andar. Anda mucho más de
Triana que un Nazareno sevillano que hay en la calle Castilla, el
de La O. Así que para que lo sepan en el futuro, apunten: en la
Madrugada salen dos cofradías de Triana, La Esperanza y Los
Gitanos. Nos dicen incluso que dentro de la hermandad siempre
subyace la vieja pugna entre los gitanos de Triana y los de
Sevilla, La Cava frente a Las Lumbreras. Unas veces manda Sevilla,
otras Triana. Haber estado en Triana imprime carácter a las
cofradías. Ahí tienen a Las Aguas de Dos de Mayo, con un
pasocristo de Triana. No se olvida tan fácilmente haber estado en
San Jacinto. Triana imprime carácter. De lo que se deduce que,
como en la Madrugada a efectos de tiempo, en El Arenal a efectos
de espacio también hay dos cofradías trianeras: Las Aguas y El
Baratillo. Las dos podían haber caído del otro lado del río
perfectamente. El palio de La Caridad es más trianero que el de
La Estrella. Aunque La Estrella cruza el puente, a su estética no
le hace falta, es de esta orilla. Como La Caridad está del
Altozano para allá. Y Los Gitanos, ni te cuento. Hay mucha Cava
en la calle Valle.
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Domingo 23: Tras
los encierros, las Fallas
Cuando aquello tan
ridículo del chupinazo y los encierros por San Miguel, dijimos
todos: ea, ya nada más que falta que pongan una falla. Pues ya
está plantá, dispuesta para la cremá. Al pie de la Giralda. En
la tierra de Turina, falla. ¿No hay una feria de Sevilla en
Cataluña? ¿Por qué no una falla de Valencia aquí? Diga usted
que sí, señor alcalde: no le eche usted cuenta a estos
sevillanos, que son unos catetos. Que largan por la espalda, pero
que están encantados con la novelería de estas luminarias y
ministriles a la valenciana. Además, la falla está
relacionadísima (por los cojones) con el asunto por el que se
protesta: el maltrato a mujeres. Como es sabido, sólo las mujeres
valencianas son las maltratadas, de ahí la falla, ¿captan el
matiz, no? La ha plantado algo más ridículo aún que la falla, y
que ahora nos enteramos que existe: la Delegación Municipal de
Igualdad, toma ya. Hoy será precioso. Día de San Clemente.
Saldrá la procesión de la Espada y el Pendón y se encontrará
con la falla. Si San Fernando viviera, cogía la espada y ni te
cuento la que le liaba a los que la han plantado. Pero San
Fernando era un antiguo y un carca. Nada, nada, después de los
encierros y de las fallas hay que organizar la Rapa Das Bestas
contra la botellona. Y unas buenas regatas de traineras en el río
contra el cierre de Tabacalera. Y unos castellets catalanes de
esos de un tío en lo alto de otro para paliar la crisis hotelera.
Y tíos con el morrillo más gordo que El Pali, cortando troncos y
arrastrando piedras por la calle Sierpes. Nos queda la duda final
del "ninot indultat". ¿Quién será el "ninot
indultat" de esta falla? Pues el de siempre: Sevilla, que lo
aguanta todo. La
Falla de Sevilla, reportaje gráfico por Julio Dominguez Arjona
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Sábado 22: De la
Sevilla mínima
Dentro de la gran
ciudad barroca, hay una deliciosa y secreta Sevilla mínima. Es la
Sevilla del breve pie de un seise. La Sevilla de la corta saeta de
los pitos del Silencio. Es la Sevilla de las tiendecitas de la
Plaza del Pan, donde la que tiene seis metros cuadrados es de las
grandes. Al lado de esas tiendas, en la Sevilla de las miniaturas
de sus grandezas, la capilla del Postigo del Aceite es como un
Vaticano de inmensa. Tan grande, que cabe "todo el mundo en
general": la Pura y Limpia y siglos de devoción
concepcionista. Para celebrar sus cultos anuales, la hermandad de
la Pura y Limpia lleva cada año su Virgen coronada a otro secreto
de la Sevilla mínima: al convento de la Encarnación, al que
llamamos Santa Marta cuando la sola campana de su espadaña
desafía y vence a todo el bronce de la Giralda. Mañana, a las
12, la Pura y Limpia irá en procesión de la espadaña del
Postigo a la espadaña de Santa Marta. Este año falta Juana la
Calentera, como otro año faltó Paco Palacios. Y si esta noche de
vísperas de pendón y de espada van a la capilla del Arco del
Postigo, verán que está como si se acabara de estrenar. La
campana está bruñida, como recién fundida. La calamocha color
pisoplaza, más limpia y pura que nunca. Y, por dentro, hay una
luz nueva para que brille más el dorado antiguo en esta capilla
única de la Sevilla mínima, de la que dijimos un día que son
los refinadísimos cien gramos de Catedral mejor despachados sobre
el papelón popular del puesto de los calientes. (Cien gramos,
además, que siguen siendo templo, que no museo.)
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Viernes 21: De
Nueva York a Jerez
Cantan los
campanilleros siempre que en el Arco de la Macarena hay una
bandera blanca y colorá, que el que quiera sentar plaza en ella,
Jesús Nazareno es el capitán: vamos, El Sentencia. Y cantan este
año los campanilleros que en el Arco de la Macarena, luces y
bombillas, puerta iluminá, que la adornan con luces de fiesta
como es la costumbre por la Navidad. Una costumbre que con tantas
anticipaciones se nos está volviendo Nueva York puro. En Nueva
York, la Navidad empieza el Día del Trabajo, que es cuando aquí
Omnium Sanctorum, los Tosantos. Ya aquí la Navidad empieza igual
de temprano. Saldrán la espada y el pendón del día de San
Clemente y ya estaremos hartos de decoraciones navideñas, viva
Nueva York. Sevilla está perdiendo la magia de las vísperas
hasta en las Pascuas. Todo el año es Semana Santa y todo el
otoño en Navidad. Y cuando no tiramos hacia Nueva York en esto de
la anticipación, cogemos la autopista y nos vamos a Jerez. Los
vecinos de San Lorenzo, en vez de un concurso de campanilleros,
que era lo nuestro, organizan una "zambombá". Tal como
suena. Como las zambombas flamencas de los gitanos de Jerez, pero
con acento agudo, qué agudo, zambombá. Algo sin la menor
tradición navideña en Sevilla. Menos mal que, en compensación,
los vecinos del barrio de Santa Cruz, organizan algo tan clásico
sevillano como las posadas: cuando estaba la Virgen María sola en
su aposento haciendo oración. Portal de Belén puro en ese barrio
degradado donde en cada portal tienen armado el belén de la
chamarilería de la venta de camisetas turísticas chungas y de
delantales de faralaes.
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Jueves 20: La
Casa Grande come en la calle
¿Son los
ayuntamientos reflejo de las colectividades de ciudadanos cuyos
intereses representan y defienden? Yo lo dudaba, hasta que he
visto lo que se gasta en copas, tapas y en convidar a comer a la
gente el Ayuntamiento de Sevilla. ¿Que cuánto se gasta? Pues
como todo sevillano que se precie: más que lo que debería. En
copeo y tapeo se le han ido al Ayuntamiento 26.000 euros más de
los previstos y el PP, como es su obligación, ha puesto el grito
en el cielo que perdimos (como ellos van a perder las elecciones
autonómicas por poner de candidata a Teófila en vez de a Amalia
Gómez). Y eso de que el Ayuntamiento tire la casa por la ventana
en copeo y tapeo lo humaniza: lo hace como a todo hijo de vecino.
¿Cuánto se gasta el sevillano al año en copas, en mesones de
chuletón, en bodegones sanluqueños y en surtidos ibéricos? Pues
exactamente lo mismo que el Ayuntamiento: mucho más de lo que
debería. Como a la noche de Ana Belén, se nos va la mano en
comer en la calle y en andar de tapeo. Y sobre todo, en las
fiestas. Cuando tenemos que atender a alguien de fuera en Semana
Santa o en Feria, gastamos además todavía más de lo que
podemos. Es lo que le ha pasado al Ayuntamiento, que se le ha ido
la mano en las convidadas de las fiestas, total, lo mismo que a
cualquier sevillano, para quedar bien con la gente de fuera. Por
algo al ayuntamiento le llaman la Casa Grande. A los muy
democráticos vecinos de la Casa Grande, como a los de cualquier
casa chica o normal de Sevilla, les encanta comer en la calle. Y
eso cuesta un dinero. Que nos lo digan a fin de mes. O a final de
ejercicio.
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Miércoles 19: El
andén del Ayuntamiento
Al ya clásico libro
"Sevilla Insólita" que un día escribió Morales
Padrón le podríamos añadir todos los años un apéndice así de
gordo. Sevilla es la capital de los hechos insólitos. En Sevilla,
por ejemplo, es el único lugar del mundo donde existe un andén
sin estación y sin trenes. Según el DRAE, andén es "en las
estaciones de los ferrocarriles, especie de acera a lo largo de la
vía, más o menos ancha, y con la altura conveniente para que los
viajeros entren en los vagones y se apeen de ellos, así como
también para cargar y descargar equipajes y efectos". En la
Plaza Nueva, el Ayuntamiento es como si fuese un tren (no sabemos
si carreta o de alta velocidad), porque ante él se extiende el
andén famoso. Antes el andén del Ayuntamiento era protagonista
sólo el Lunes Santo, cuando pasaba el palio de las Aguas en
interminable chicotá. Ya todo el año es Lunes Santo. Todo el
año el andén sale en los periódicos, con la concentración o
manifestación del día. El andén es el manifestódromo por
excelencia de Sevilla. Todo el que tiene que protestar por algo se
va al andén y o bien acampa allí, improvisando un vivac bosnio o
africano de sacos de dormir, o bien echa el día, con pancartas,
silbatos y megáfonos, y luego se va a su casa a dormir, para
volver al día siguiente. Obreros de empresas en crisis, empleados
municipales, enseñantes, padres de alumnos, sanitarios, vecinos
con problemas en su barrio, todos se van al andén, que es el
libro de reclamaciones de Sevilla. Con decir que en el andén hay
ya más manifestantes que chóferes de coches oficiales esperando
al señorito está dicho todo.
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Martes 18:
Esplendor de hoteles
En materia
turística estamos como en la frase publicitaria del plátano de
Canarias: cada día un hotel nuevo, por lo menos. En La Buhaira
(en esas torres gemelas que no le hacían ninguna falta a nuestro
cielo, porque esto no es Nueva York), un nuevo hotel: el Sevilla
Center. ¿Qué número hace de los que se han inaugurado después
de la Exposición de 1992? Nos creíamos todos que con la Expo iba
a quedar Sevilla con más hoteles de la cuenta, como ocurrió
después de la Exposición Iberoamericana de 1929, y resulta que
Alcora, Al Andalus, Los Seises, Ciudad de Sevilla y tantos y
tantos abiertos entonces se han quedado cortos. Hasta ahora el
sevillano se sabía el nombre y la situación de casi todos los
hoteles. Decías el Inglaterra, el Bécquer, el Don Paco, el
Macarena y todo el mundo sabía dónde estaban. Ahora hay ya
tantos hoteles que ni nos suenan sus nombres ni mucho menos sus
emplazamientos. Llega un conocido desde Madrid, le preguntamos que
dónde está parando y nos dice siempre el nombre de un hotel que
es la vez primera que lo escuchamos y que no tenemos ni puñetera
idea de dónde está, ¿por la calle Parras, por Imperial, por la
Pirotecnia acaso? Lo cual da gloria. Bendita. Más hoteles son
más puestos de trabajo, más creación de riqueza, más dinero
que se mueve. Y cuando abren tantos, es que tienen que ser
negocio. Sobre el esplendor turístico sevillano haríamos esta
pregunta a modo de acertijo: ¿cuántos meses tendría que
permanecer en Sevilla un turista que cada noche hubiera de dormir
en un hotel distinto, hasta pasar por todos ellos, de cinco
estrellas a una estrella y quitando las pensiones y hostales?
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Lunes 17: Milla
de oro cofradiera
Quizá fuese, y
nadie lo ha dicho, un milagro del Señor de Pasión. ¿Qué fue un
milagro? Pues que se salvase la iglesia de San Hermenegildo, en
aquel nuevo masivo derribo de las murallas que fue la piqueta
salvaje en la Sevilla de la riada del Tamarguillo. En cuanto hoy
es la Plaza de la Concordia se alzaba el cuartel del Regimiento de
Soria 9. Era el desamortizado Colegio de San Hermenegildo de los
Jesuitas, convertido en cuartel como Los Terceros, como El Carmen,
como tantos edificios religiosos. La misma piqueta que se llevó
por delante las casas palaciegas de la Plaza del Duque derribó el
cuartel y por azar se salvó la antigua iglesia, que se usaba como
almacén de vestuario. Al cabo del tiempo, podemos ahora saber que
esa planta elíptica parecía como pensada para el Señor de
Pasión. Por lo que tienen que estar con la mosca detrás de la
oreja el mayordomo y el diputado de Caridad de la Hermandad del
Silencio. Hasta ahora la industria devota subsidiaria del
Cortinglés era el atrio de la iglesia de San Antonio Abad, con
los cepillos más rentables de Sevilla. Ahora la gran industria
devota subsidiaria del Continglés será el Señor de Pasión. Ya
quisieran muchas cofradías tener su sede al lado de la famosa y
comercialísima "puerta de salida a la Gavidia". Así
que entre El Silencio por la puerta de Alfonso XII y Pasión por
la puerta de la Gavidia, en torno al Cortinglés tenemos ya una
auténtica Milla de Oro Cofradiera, con los cepillos echando humo
de limosnas. Milla de Oro que comienza todos los días en El Duque
y acaba los viernes en San Lorenzo.
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Domingo 16: El
Area Metropolitana de la realidad
La realidad como va
siempre por delante de las leyes, abriendo paso, como los
carráncanos del Sagrario. Lo que aún no es Sevilla a efectos
legales de Área Metropolitana y de mancomunidad de servicios, de
transportes y de políticas comunes lo es plenamente en los usos
cotidianos. Un ejemplo: el telediario dice que en la cadena de
crímenes familiares y de uxoricidios, un marido asfixia a su
mujer y luego de suicida clavándose un cuchillo en el corazón.
Por la televisión afirman que el crimen ocurrió en Dos Hermanas.
Sale una barriada de adosados. ¿Qué barriada de Dos Hermanas
será? Hasta que leemos los periódicos no nos aclaramos. El
crimen fue en Montequinto. Acabáramos. Al cambio, en Sevilla.
Digan lo que digan los términos municipales, Montequinto es
Sevilla, aunque sobre el papel de la ley sea Dos Hermanas. Como el
Leroy Merlín del Polígono El Manchón es Sevilla, aunque sobre
el papel de la ley sea de Tomares. Como el Hotel Alcora es
Sevilla, aunque sobre el papel de la ley sea de San Juan e
Aznalfarache. Como la cárcel de Sevilla Dos es Sevilla, aunque
sobre el papel de la ley esté en Carmona, o en Alcalá de
Guadaira, o en Mairena del Alcor, porque allí se unen lo menos
cuatro términos municipales de esta verdadera realidad del Área
Metropolitana que, a la vista de cómo funciona en la práctica,
supera todos los papeles de los intereses de cada ayuntamiento o
de los protagonismos de cada alcalde.
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Sábado 15:
Rectificación sobre Olivencia
En nuestra sociedad
hay muchos bienes escasos. Verbigracia, el agua, el petróleo, el
suelo para construir pisos. Son bienes tangibles. Pero la carencia
de bienes intangibles mucho más escasos es todavía más
alarmante, por más que no haya una ONG que encabece el grito de
alarma. Bienes amenazados por un agujero de ozono del que nadie
habla, como es el dinero como medida de todas las cosas, la
suprema ley del mínimo esfuerzo, el todo vale como principio de
lo políticamente correcto, el paradigma de lo anormal como norma,
la tolerancia ante lo intolerable. Todo ello hace que la
vergüenza, la dignidad, la decencia, la honradez, aunque bienes
escasos, nadie los eche en falta. Y que sea muy raro el
reconocimiento a quienes van por la vida con esos principios por
delante, sirviéndolos y no sirviéndose de ellos como una
aljofifa, mopa o fregona vileda al uso. Por eso ha sido venturoso
el homenaje al profesor don Manuel Olivencia, a quien aquí un
día llamamos "verecundiae magister". El reconocimiento
cívico de bienes escasos como la decencia, la rectitud o la
honradez siempre es una raya en estas aguas turbias de la general
pérdida de papeles y desnortamiento. Dicen las gacetas que a
Olivencia le han dado la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.
Nosotros haríamos una rectificación en tiempo y forma, ya que se
trata del maestro del Derecho con cuyo nombre se bautizan los
Códigos Eticos. Es justo al revés de como se ha dicho. A
Olivencia no le han dado la Raimunda. A San Raimundo de Peñafort
le han dado el Olivencia, que no es lo mismo.
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Viernes 14: José
María de Mena
Hace tiempo que no
coincidimos con él en ningún acto cultural, aunque no tanto que
leímos alguna entrevista periodística donde hablaba de sus
tradiciones, leyendas e historias de Sevilla. Nos referimos al
esforzado José María de Mena, publicista incansable de temas
sevillanos, un burgalés llegado a la ciudad hace mucho tiempo y
que ha dejado un gran recuerdo en Radio Sevilla, la Cruz Roja y el
Conservatorio. En la Radio Sevilla de antes de la televisión
hacía cada día un comentario local en el diario hablado "La
palabra". En la Cruz Roja, supo de riadas y catástrofes del
Tamarguillo como nadie. Y desde el Conservatorio extendió y
divulgó la Foniatría como ciencia médica auxiliar. Pero sobre
todo José María de Mena es conocido por el gran público por sus
libros sevillanos. Los profesionales y puristas han despreciado
injustamente su ingente trabajo divulgativo. Pero gracias a los
libros de Mena, muchos lectores se apasionaron con Sevilla y
pasaron a otras enjundias sobre la ciudad. La ciudad escatima
reconocer eso tan obvio a José María de Mena. Ahora ya,
venturosamente, cada semana salen siete libros sobre Sevilla, pero
hubo una época en la que él mantenía, en solitario, el fuego
sagrado de nuestra historia y nuestras tradiciones. ¿Que por qué
le damos este homenaje a José María de Mena? Por tres razones:
primero, porque nos sale del alma; segundo, porque nos da la gana;
y tercero, porque no seguimos la cruel ley sevillana que afirma
que aquí, hasta que no te has muerto, no eres nadie.
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Jueves 13:
Halcón en San Román
El Ateneo ha rendido
justo homenaje a Manuel Halcón, el primer novelista sevillano del
siglo XX, y ha salido de prensas la reedición de su buscadísima
primera obra, "El hombre que espera". Aparte de
novelista, Halcón fue también un gran escritor de periódicos y
director de publicaciones como el "Semana": sí, la que
ahora es una revista del corazón, la misma. Esa revista la fundó
y dirigió don Manuel, y tenía un gran prestigio literario y
social. En los comienzos de su carrera periodística, cuando en
las vísperas de 1929 ocurrió como en las de 1992, que Sevilla se
volvió loca con la Exposición, Halcón fue de los poquitos que
se enfrentó a las turbas y puso cordura y sensatez con sus
artículos en "El Liberal". Dijo, por ejemplo, que las
dos torres de la Plaza de España en el horizonte de la Giralda
eran una barbaridad y un disparatón. Halcón fue el gran objetor
de la arquitectura de plastilina cerámica y ladrillera de Aníbal
González. Y como Halcón tenía gracia para dar y repartir, fue
una vez a Madrid y le preguntaron lo clásico: "¿Qué hay
por Sevilla, Manolo?". Y el joven Halcón respondió:
"¿Que qué hay por Sevilla? Que como te descuides, te coge
Aníbal González y te echa un zócalo de azulejos." En la
polémica de cómo ha quedado San Román después de la
restauración, nos hemos acordado de Halcón, sumándonos al
homenaje ateneístico. Si Halcón viviera y tomase el Ave, seguro
que a la clásica pregunta madrileña respondería: "¿Que
qué hay por Sevilla? Que como te descuides te cogen los de
Cultura y te echan un zócalo de brillo como a la iglesia de San
Román."
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Miércoles 12:
Incubadora de empresas
Todos los
alrededores de Sevilla despegan, del alfoz a los confines de la
provincia. Alcalá de Guadaira despega, y cómo, con Antonio
Gutiérrez Limones de alcalde. Dos Hermanas despega, hasta el
punto de que tiene muchos más habitantes que muchas provincias
castellanas que mandan no sé cuántos diputados y dos senadores a
las Cortes. Ni te cuento cómo despega el Aljarafe, con las
colmenas de casitas adosadas y adobadas de hipotecas baratitas,
con los parques industriales, con los centros logísticos de
distribución, los Ikeas y los Mercadonas, y con el Polígono Pisa
donde antes la pisa del mosto. Y despega la Vega, que rima.
Especialmente La Rinconada, que, ¿será por despegar?, ha montado
Aerópolis, que es como Heliópolis, pero con aviones en vez de
chalecitos de la Exposición Iberoamericana. Cuando tanto se habla
del futuro aeronáutico de Sevilla, La Rinconada le pone un piso a
la tecnología de la aviación, éstos son mis poderes. Todo tan
maravilloso que hay cosas que no acertamos a comprender, como eso
que anuncian que van a poner en la espléndida Aerópolis, la
"incubadora de empresas". ¿Qué es una incubadora de
empresas, Dios mío de mi alma? ¿La parte del Maternal de
Empresas dedicada a las sociedades nacidas prematuramente, a las
ideas sietemesinas que se han adelantado a su tiempo por
innovadoras y punteras? Sea como fuere, desde luego que mejor
tener a las empresas en la incubadora que en el tanatorio, que es
como tenemos, por ejemplo, a la difunta Fábrica de Tabacos, ahora
que contradictoriamente se va a celebrar la vista del juicio de la
Junta contra las tabaqueras.
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Martes 11:
Nostalgia de la ciudad limpia
Sevilla era una
ciudad limpia como los chorros del oro de la torre del mismo
nombre. Era. Ahora Sevilla es una ciudad cochambrosa. Guarra es la
palabra, aunque esté feo señalar. No se puede calificar a la
ciudad con el viejo elogio corralero que las mujeres decían unas
de otras: "Es más limpia..." Ahora hay que llamarle el
vituperio corralero: "Guarra, que eres una guarra".
Nunca tantas papeleras estuvieron tan de adorno en una ciudad. ¿Y
esos bares? ¿Han visto el pie de los mostradores de esos bares,
donde hay servilletas arrugadas, palillos de dientes, mendrugos,
restos de tapas y nada te digo si dan caracoles o altramuces?
Buscas dónde tirar algo, y el camarero te sale con lo clásico
de: "No se preocupe usted, tírelo usted al suelo, que luego
lo barremos". Ese principio de los bares se aplica a la
ciudad toda: tírelo usted al suelo, que luego lo barrerán los de
Lipassam. O no. ¿Han visto cómo están las cercanías de los
contenedores de bolsas de basura? Son como pequeños vertederos
repartidos por toda la ciudad, donde siempre hay más basura,
desperdicios y trastos dentro que fuera. Como las cubas de
escombros. Ponen una cuba de escombros en una calle y al momento
se llena automáticamente, en dos minutos, de sillas viejas,
bolsas de basuras, colchones usados, cabezas de pescado y papeles
viejos, muchos papeles viejos de esa oficina donde no sabían qué
hacer con ellos. Y la gente joven, peor. De lo limpios que somos
los sevillanos de cara al futuro está la prueba de cómo quedan
por la mañana los sitios donde a la noche hubo botellona.
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Lunes 10: Aros y
hoyos
Con lo difícil que
es encontrar aparcamiento, menos mal que se lo encontraron, y no
de superficie, sino de profundidad, a aquella descabellada locura.
Aparcaron la aspiración de los Juegos Olímpicos que nos ha
dejado un Estadio que no sirve para nada, una glorieta junto al
Alamillo, un mal sabor de boca y un dinero muy curioso tirado a la
calle. Ahora que se habla de la futura Copa del Mundo de Golf, que
se celebrará en Sevilla el año que viene, comprobamos que todo
se nos fue en las grandes ideas de futuro, mientras que
desaprovechábamos lo más inmediato, modesto, realizable y
además rentable. Nos referimos al golf. En su burbuja turística,
Sevilla ha ignorado al golf. Ahí también nos hemos dejado ganar
por Málaga. Sevilla tiene tres campos de golf: el Real Club, El
Zaudín y Pineda. Siendo Pineda lo que es Pineda, campos de golf
abiertos a los turistas ricos con que viajan con la bolsa de los
palos y que vienen al Alfonso XIII sólo hay dos, porque Pineda es
de ellos para ellos: como el Aero, pero con 18 hoyos. Bueno, hay
un tercer campo en Aznalcázar, Las Minas. Pongamos que en Sevilla
hay cuatro campos de golf. Más de cuatro campos tiene un solo
pueblo de la provincia de Málaga: Marbella. La Costa del Sol ha
sabido venderse como la Costa del Golf, da esa imagen ante el
mundo. Nosotros, venga a hablar de que hay que hacer cosas para
retener a los turistas aquí una vez que han visto Catedral,
Alcázar y barrio de Santa Cruz, pero en materia de golf no hemos
hecho nada. Más nos hubieran valido menos cinco aros y más
dieciocho hoyos.
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Domingo 9: Esa
Venecia interior
A veces un rótulo
nos da la clave de Sevilla. Siempre dijimos que hay una Venecia
interior en Sevilla, y los que hayan paseado por la Serenísima a
la orilla de la laguna véneta nos darán la razón si vamos desde
el medieval o renacentista olor a especias de La Venera a la calle
Daos (vulgo Dados o Puente y Pellón) y tiramos luego hacia
Lineros. Salimos al Salvador, que es Il Salvatore a la sevillana.
¿Habrá algo más veneciano que las tiendecitas de plateros de la
Plaza del Pan? Hay hasta una similitud entre los nombres de las
iglesias venecianas y las de Sevilla: El Salvador, San Roque,
Santa Catalina, San Marcos... El otro día encontramos, con un
rótulo comercial, la clave. Veníamos de Daos y Lineros y tiramos
por la calle Lagar hacia Cuna. Era media tarde y había el mismo
silencio que en Venecia, roto por alguna campana que sonaba a lo
lejos. Donde estaba la puerta falsa de Vilima nos pareció pura
Venecia. Tiramos hacia calle Lagar, que es como la calle Siete
Revueltas dividida por dos, y antes de salir a Cuna, en ese
ángulo que hasta colores vénetos tiene en la casa del rincón
recién restaurado, nos encontramos con el rótulo. Un escaparate
de láminas y cuadros, verdaderamente serenísimo, y el nombre de
ese comercio de enmarcaciones: Venecia. En la calle Lagar no se
podía llamar de otra forma. (Envío: a José
Antonio Gómez Marín, con nuestro agradecimiento como
lectores de las que fueron sus serenísimas Crónicas Vénetas con
ocasión de su reciente estancia en Italia.)
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Sábado 8: Chaves
Nogales, de Belmonte a Joselito
Juan Sierra, Pedro
Salinas, Manuel Halcón, Rafael Laffón... El callejero,
venturosamente, se nos ha vuelto como una antología-homenaje a
los escritores sevillanos del siglo XX, especialmente en la
Sevilla de La Buhaira, de Viapol, de la Pirotecnia. Por allí
tiene su calle, con todo merecimiento, en el nuevo viario de La
Buhaira, Manuel Chaves Nogales, como su padre, Chaves Rey, la
tiene junto a La Palmera. Caso curioso, por cierto, de padre e
hijo con calle, aunque no único: también tenemos a Luis Montoto
con su calle Oriente y a Santiago Montoto con su calle junto al
río, detrás del Instituto Murillo. Pero más curioso aún, como
para hacer levantar al biógrafo de Belmonte de su tumba del
exilio, es dónde le han puesto la calle a Chaves Nogales. Chaves,
como saben, aparte del grandísimo escritor que se adelantó a su
tiempo e inventó el luego llamado "nuevo periodismo",
es el gran biógrafo de Juan Belmonte. Belmontista por los cuatro
costados. Y la calle se la han ido a poner, incoherencias del
destino, precisamente en la mismísima Sevilla del gran adversario
de Belmonte, de Joselito el Gallo. Como Belmonte dominaba la plaza
del Arenal, a Joselito le hicieron una plaza de toros para él
solo, la Monumental de la avenida de Eduardo Dato. La Monumental
era como un monumento a Gallito en vida, antes que llegara el
definitivo de Benlliure después de lo de Talavera. Junto a las
ruinas de la plaza Monumental, ahora, el nombre de Chaves Nogales.
Después de la muerte, el azar del callejero ha hecho gallista al
belmontista Chaves. Junto a la Monumental, es como si hubiera
escrito "Joselito el Gallo, matador de toros".
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Viernes 7:
El Cipriano de Garmendia
Es igualito,
igualito que el señor de las barbas que está en el cristal
pintado del anuncio del Decano ("caballero, qué coñá")
que conservan como la obra de arte que es en la monumental Casa
Morales, declarada BIM (bien de interés moyatoso). Cuando José
Antonio Garmendia, en su diario deambular por Sevilla, de la
Alfalfa a la Cuesta del Bacalao (con tomate), pasa por Casa
Morales, parece como si se hubiera echado a andar el anuncio del
Decano. Pero con más gracia y con otro lema. En vez de
"caballero, qué coñá", el de Garmendia es
"caballero, qué coña más fina y más sevillana tiene este
humorista". Garmendia sabe por igual de tabernas y de
librerías, de música clásica y de fandangos de Los Hermanos
Toronjo cantados en casa del Traga,
templo cuya historia verdadera escribió. Hace como nadie el
romance a las espinacas con garbanzos y te explica en verso la
receta de unas buenas papas aliñás. Dibuja, escribe, recita,
habla. Es como un humanista del humorismo, del injustamente
olvidado sector sevillano de "La Codorniz" que
encabezaba Manuel Ferrand con su seudónimo de Tic. Garmendia
lleva el humor sevillano clásico a toda España, desde la radio
de Carlos Herrera. Garmendia se ha hecho popularísimo en toda
España. Aquí, como siempre ocurre, no se le reconocen mucho los
méritos que digamos. Por eso, y porque además nos da la gana,
celebramos con alegría la reedición de su "Diccionario de
Cipriano Telera", que con tanto ingenio empezó a publicar
aproximadamente ayer por la mañana en "El Correíllo"
del Cura Javierre. Prólogo
de Antonio Burgos al libro de Garmendia sobre Vicente el Traga
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Jueves 6: Sevilla
tiene un olor especial
Ya comentamos aquí
que el Ayuntamiento quiere que la Unesco declare como Patrimonio
de la Humanidad cuanto el extremeño Luis Zapata llamó "el
mejor cahíz de tierra": el entorno de la Catedral, el
Alcázar y el Archivo de Indicas. Y nos lo comenta ahora un
lector, que dice que más que papeles a la Unesco, lo que hay que
mandar al cahíz famoso son mangas de riegos y baldeos, ¡agua
va!, y escobas de Lipassam: "Lo que hace falta es una
cuadrilla de barrenderos y regadores para el cahíz. Seguro que el
extremeño Luis Zapata no olía los excrementos de los 300.000 o
400.000 caballos de los coches de punto que circulan por el cahíz
desde las 8 de la mañana a las 3 de la madrugada. Cada vez es
peor y el olor llega hasta el Hotel Alfonso XIII. En ninguna
ciudad del mundo con coches de caballos dejan los excrementos de
esa manera hasta que quieren llegar los barrenderos. ¿Dónde
están los equipos de Lipassam que sólo se ven en Semana Santa
detrás de los pasos al terminar la carrera oficial? ¡Haga usted
algo!", termina diciéndonos este lector. Pues de momento,
fagamos un refrán clásico tal que los que lo oyeren lo tomen
como del Siglo de Oro, al modo de aquel "ni fías ni porfías
ni cuestión con cofradías" que repetía Don Santiago
Montoto. Con la Unesco al fondo y sobre el hediondo suelo de
meadas y cagajones de los caballos de punto, digamos: "Si
pasas por el cahíz, tápate bien la nariz". También
podìamos decir a Los del Río que cambiaran la letra de su
canción: "Sevilla tiene un olor especial,/Sevilla tiene un
olor a boñiga,/no creas lo del azahar/por mucho que te lo
digan".
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Miércoles 5: De
Vanessa a Letizia
Todavía no, pero
dentro de cuatro años lo oiremos en el verano de Matalascañas
por toda la playa, de las sombrillas de los domingueros de La
Piedra a las tumbonas de los alemanes del Tierramar. Se lo oiremos
a la abuela, tipo Omaíta, Moranco de Triana Pura, gritando desde
la orilla, metida en las olas hasta los tobillos, con la falda del
mambo blanquinegro de alivio de luto arremangada: "¡Letizia,
niña, salte del-lagua que te va a da argo!" Yo que jefe de
información local de los periódicos sevillanos mandaría
urgentemente a un redactor al Registro Civil, forastero, para que
viera cuántas sevillanitas recién nacidas son inscritas como
Letizias cada semana. Serán cienes y cienes. Las que antes eran
bautizadas como Vanessas o como Yénifer, ahora recibirán el
mágico nombre de Letizia. Es lo clásico, lo nuestro. Los nombres
se van poniendo conforme soplan los vientos de la moda de la
Historia. Miren la cantidad de sevillanos sesentones que hay que
se llaman José Antonio y que vemos ahora por ahí. Es que sus
padres, falangistas, en el fervor del Movimiento Nacional, los
sacaron de pila con el nombre del Fundador de FE, de José Antonio
Primo de Rivera. Por no salir del Fundador ni del mostrador de
Casa Morales, ahora les pondrán a las niñas el nombre de la
esposa del futuro Soberano, que asegurará la línea de sucesión
de Carlos III.
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Martes 4: Víctor
por un capitán macareno
Anoche, en la
Macarena, se celebró un acto absolutamente multitudinario:
asistieron cien personas. ¡Pero qué cien personas! Valen por
millones: los cien armaos de la Centuria de El Sentencia. No, no
me he equivocado de género gramatical. En la suprema habla
macarena, Sentencia es masculino, no femenino: El Sentencia. El
Sentencia es ni más ni menos que el Hijo de la Madre de Dios. Y
los cien armaos del Sentencia se reunían en la casa de la
hermandad para rendir homenaje a un caballero de la sevillana Roma
interior de las murallas, un centurión que se quedó aquí cuando
Julio César vino a inaugurar los Hércules de la Alameda: Antonio
Angel Franco, viejo capitán de los armaos, ahora en la reserva
activa del macarenismo. Sus compañeros de armas de las mil
batallas de la Madrugada rendían homenaje al caballeroso
centurión al cumplir 75 años como hermano de la Esperanza y 50
desde que El Sentencia en persona le entregó el mando de la
Centuria, ascendiéndolo a capitán por méritos de guerra en los
frentes de Anchalaferia, Parras y Los Callejones. Aquel capitán
sacó a la Centuria de la leyenda negra del aguardiente de las
tabernas del amanecer y la devolvió a la dignidad penitencial de
Roma. Hizo desertar a muchos moyatosos: "Yo me voy, porque El
Melli ha puesto esto que parece la Legión". El Melli, que es
su título de Grande de la España de la Macarena, descubrió que
la coraza de armao era túnica penitencial, terciopelo verde para
los recios hombres de la Plaza. Vaya aquí, con nuestra
felicitación de gandinga y pájaro, nuestro romano Víctor de
aclamación por el caballeroso capitán macareno. Armaos en San Lorenzo
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Lunes 3: Madrid
no será Sevilla
En resumen, que
ahora los de Madrid están contentísimos porque por fin aquello
va a ser como Sevilla: capital de una boda real. Madrid será en
el verano lo que Sevilla ya fue el 18 de marzo de 1995, hace ocho
años, cómo pasa el tiempo, cuando en la capilla mayor de la
Catedral (y no bajo el cuadro de la Macarena de Grosso, como ahora
se estila) se casó la Infanta Doña Elena con Marichalar, vulgo
Duque de Lugo. El Príncipe de Asturias se casará en la Almudena.
Cómo se va a comprar la Almudena con la Catedral, de qué y de
cuándo. El banquete nupcial será en el Palacio Real, pero no en
el palacio real más antiguo de Europa, que es el Alcázar. Lo
casará Rouco Varela, que, vamos, igualito va a dar en la tele de
la niña que nuestro cardenal Amigo, que parece "El Pájaro
Espino", de mediático y de lo bien que sale. Don Felipe no
tendrá iglesia del Salvador alguna para que la novia vaya a dejar
el ramo a los pies de la Virgen de la devoción de su abuela,
porque no se van a meter en carretera para dejar en Oviedo el
dichoso ramo. Con lo que se quedarán sin salve rociera, con lo
bien que la cantan los de Madrissss en lasss Candelariassss. En
cuanto al público, sí, le dirán por la calle piropos a la
novia, pero, ya saben, con el malage de allí, no con la gracia de
aquí, que hasta le decían "guapo" a Marichalar, que ya
es decir. Sevilla se volcó con la boda y Madrid no se vuelca con
nada. De modo que nos acordamos de aquella sevillana a la que
preguntaban en la basílica de la Macarena cómo sería la Virgen
del cielo si la Esperanza era tan hermosa: "Pó peó..."
¿Cómo va a ser la boda del Príncipe de Asturias, con lo que fue
ya la boda de una Infanta? "Pó peó..." Romance
de la Reina Letizia
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Domingo 2:
Sencillamente otoño
Cuando no se pone a
llover, Sevilla tiene un otoño que da gloria verlo. Paraíso
cerrado para pocos. Gracias al Dios que nos da esta luz, el otoño
no forma parte de los tópicos de Sevilla, centrados en la
primavera, en las fiestas. De Tosantos a San Clemente, de los
crisantemos del cementerio a la procesión de la espada y el
pendón, hay una secreta Sevilla otoñal que de otoñal no tiene
nada. En primavera es cuando a Sevilla se le viene la edad encima,
se le notan los ropajes nuevos y los afeites favorecedores a la
vieja dama. En sus perennes contradicciones, Sevilla está otoñal
de años en primavera y primaveral, de nueva y de vida, en el
otoño. Este otoño que invita a pasearla aún a cuerpo gentil, a
descubrirla, a contemplarla con una luz tan de estreno como en
mañana de procesión de las palmas. Los que escriben sevillanas
no saben lo que se pierden cantando a la Giralda de primavera,
cuando la que está bonita, sin relumbrones de luz, es la Giganta
de otoño, si la contemplamos desde la Calzada o desde la Trocha
de Castilleja. Y cuando, como ayer, además de la fiesta de la luz
del otoño es festivo de almanaque, parece como si Sevilla se
abriera más al alfoz. Al sevillano, en estos días, repitiendo
una tradición que nadie le ha enseñado, le entran unas ganas
irresistibles de campo, de venta, de velador al aire libre, de
columpios para los niños y sueñecito al sol que ya calienta
después de dar cuenta de un arroz con pollo, o con pato si tiró
para la parte de la Banda Morisca del río. Días de venta, en una
Sevilla que ahora no está en venta, como la quincallería varia
de la primavera, sino que se queda para nosotros mismos.
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Sábado 1: Ceniza
de noviembre
Días de los
difuntos, de la Soledad de San Lorenzo en el cementerio, como
anunció Domínguez Arjona por su digital teletipo de los lirios
cofradieros para que otros se apuntaran su tanto, ya saben qué
ocurre al que la copia. Resaca de Jalogüín en el Carnaval
importado de las discotecas y los bares de copas. Y un cambio
fundamental en la mentalidad de los sevillanos que los estudios
sociológicos sobre la España de la muerte detectan. La
Andalucía de los cementerios románticos tan monumentales como el
de Sevilla, de las escultóricas timbas de Joselito o de
Farruquito, de Juanita Reina o de Paquirri, es ahora la tierra que
no quiere la tierra para sus muertos, la que se ha pasado a las
incineraciones. Aunque parezca tétrico decirlo, los crematorios
no dan abasto. Ya no todos los sevillanos descansan a los pies del
Cristo de las Mieles de Susillo. Hoy y mañana muchos irán a
llevar unas flores a las aguas del Guadalquivir. O al campo del
Betis. ¿Cuántos béticos quisieron que sus cenizas se
esparcieran por el campo del Betis, más verdes campos del Edén
que nunca? Contemplado desde la Historia, no es nada nuevo. Todo
en nuestra tierra hunde sus raíces en el pasado. En Carmona está
la famosa necrópolis romana. Era una necrópolis de
incineración, para guardar urnas con las cenizas de los
sevillanos de la Bética romana. El "pulvis eris" de los
cuadros de Valdés Leal es estrictamente pintado por las cifras de
las estadísticas sociológicas de los cambios en nuestra cultura
de la muerte. ¿Habrá algo más sevillano que el Miércoles de
Ceniza?
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