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los andaluces, que nos echen calores, en todos sus géneros y
números (el calor y la calor y etcétera), pero con los fríos
es que no podemos. He tenido que echarme esta mañana temprano a
la calle para hacer un mandado en mi viejo barrio sevillano de
cercanía del río y de humedades, y traigo dentro del cuerpo el
frío de estos fríos que nos dejan acobardados, no como el
calor de las calores, con el que nos crecemos. Prueba de ello es
la cantidad de esquelas mortuorias que vienen en estos días.
Cuando hay una ola de calor, dicen que en no se dónde de
América han palmado no se cuántos por las altas temperaturas.
Aquí, con mucha más calor que la hace caer a los americanos
como chinches, nadie casca. A Matacanónigos, la esquina
traicionera de la Catedral de Sevilla, la llaman así por el
frío, no por las calores. Ningún canónigo ha muerto de la
calor y cabildos metropolitanos enteros han palmado del frío.
Los peligrosos son los fríos, que el tópico niega, como en la
Tacita:
-- En Cádiz
no hace frío, hace humedad...
Si, humedad... No creo que en Oslo o en Varsovia pasen tanto
frío. Para pasar
frío, lo que se dice frío, ni Saint Moritz
ni Sierra Nevada: un viejo caserón andaluz. Guillermo Luca de
Tena cuenta la divertida historia de la casa de sus abuelos, el
solar de los Maldonados en la Plaza de los Carros, barrio
sevillano de la Feria. En la casa de Don Torcuato, junto a la
cancela de la entrada al gran patio, había un perchero con
abrigos. Pero no era para ponérselos al salir a la calle. Los
Luca de Tena y Alvarez-Ossorio venían de la calle a cuerpo
gentil y cuando se arrebujaban en el abrigo era al entrar a la
casa, del frío que hacía por aquellos patios, patinillos,
corredores de ventisqueras y salas de la planta baja con la
humedad rezumando por encima de los zócalos de azulejos. El
sevillanísimo José Cuenca Anaya, embajador de España en
Canadá y antes en la Rusia de la Perestroika, cada Pascua de
Navidad, cuando nos reúne a comer a Gómez
Marín y a servidor, nos dice siempre lo mismo:
-- Ni en Moscú ni en Ottawa... Donde se pasa frío de verdad
es en Sevilla.
Por eso no me extrañan las huelgas escolares por el frío.
Aquí creemos que la calefacción es un articulo de lujo, todo
se nos va en aire acondicionado para el verano. Como además las
nuevas tecnologías han arrinconado la cultura popular de la
copa y del cisco picón y de niña, echa una firmita, pues se
pasa un frío estrictamente de carajo, que sabe usted que
equivale a 5 grados de temperatura y un 90 por ciento de
humedad. Al cambio, Moscú sin tumba de Lenin.
Si yo traía frío de la calle, la humedad de mi barrio del
Arenal dentro de los huesos, hasta tiritones de solidaridad he
pegado al saber que los alumnos de los tres institutos de Morón
y los escolares de un colegio de Torreblanca están el huelga,
pidiendo calefacción. Pues naturalmente que hace falta
calefacción. La calefacción la tenemos aquí como un artículo
de lujo, un capricho de pisos de millonarios. Cuando de Tosantos
al Domingo de Piñata es que te quedas helado en esta Andalucía
de las mañanas del biruji, de las noches de las pulmonías
dobles. Y más helado que te quedas cuando lees que esas
criaturas tienen que estar en las aulas como dentro de su casa
de la Plaza de los Carros el abuelo de Guillermo Luca de Tena,
con guantes, bufandas y chaquetones. Si aquella esquina de mi
barrio es Matacanónigos, estos centros de Morón y de
Torreblanca son Mataestudiantes.
Sobre
los fríos en Andalucía en El RedCuadro
Calefacción
en la Catedral
José
Hierro: "Ojú, qué frío
Hemeroteca
de artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
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