Vaya
puente y vaya luz.../ Sube desde San
Bernardo/ el Cristo de la Salud.
No le digas
el Puente/ de los Bomberos:/ San Bernardo
lo hace/ de los toreros.
Se puso luz
de Velázquez,/ que junto al Cristo
venía.../ Sevilla... Pepe Luis Vázquez.
Parecía un
paseíllo,/ junto al Cristo, su torero;/
los adoquines del puente/
me parecían de albero/ y palcos las
barandillas/ mirando al barrio artillero.
La vida, qué
mano a mano:/ pronto cayó del cartel/
Manolo Vázquez, su hermano.
Lo sabe el
barrio, Manuel:/ ya toreas para siempre/
de frente ante el Gran Poder.
En la Puerta
de la Carne,/ cañones de artillería,/ Pepe
Luis hace el cartucho/ junto a la
pescadería:/ cuarto y mitad, cañonazo/ de
la gracia de Sevilla.
La levantá
ha esparramao/ la gracia que lleva dentro/
el cartucho de pescao./Se ha vuelto
claveles rojos,/ se ha vuelto lirio morao.
Palio del
Refugio,/ tus respiraderos/ tienen los
remates, los machos y cabos/ de un vestío
torero.
Virgen de
Consolación:/ ay, qué ojos tan azules,/
Purísima Concepción.
Qué suerte
tiene que ser,/ ser cántaro de aguaor/
junto al Cristo de la Sed.
¿Y a mí me
vas a decir/ que está lejos La Campana?/
Lejos, la Ciudad Jardín... /La Campana no
está lejos:/ llevo al Cristo de la Sed,/
de la cuarta soy costero.
Qué injusto
siempre el destino:/ "Nadie habla de mi
caballo",/ viene largando Longinos.
Al pasar por
los palcos,/ cómo bracea;/ es el más
cartujano/ que hay en Judea.
Ay, si lo
llega a coger/ con el Tercero Ligero/ el
Brigada Rafael,/ tocando Campanilleros/
con aquel clarín de miel,/ de miel y de
caramelo...
San Martín
tiene tres cosas/ que no las tiene Triana:/
una Europa en su plazuela,/ Longinos y La
Lanzada.
Vente, niña,
al Arenal,/pá saber cómo es Sevilla,/
vente, niña, al Arenal:/ se forma una
cofradía/ en el patio de cuadrillas.../ y
es la cosa más normal.
En la plaza
El Arenal,/ paseíllo de los tramos/ de
Piedad y Caridad.
Faltan los
alguacillos/ cuando en la plaza se forman/
los tramos del Baratillo./ (Y El Pali por
lo bajini/va y me dice: "Ahora mismito/le
digo que baje al Quini.")
En La Piedad
de su muerte,/ Cristo en brazos de su
Madre/ es Dios repartiendo suerte.
Y en cuanto
cruza el cancel, /La Piedad baratillera/
acaba con tó el papel.
!Vendo dos
gradas,/ para ver a la Virgen/ por La
Campana! Si son sol alto,/ ya pronto va a
ponerse/ por el Barranco.
Guadalquivires de pena/ con los versos de
Florencio/ La Caridad siempre estrena.
Mientras
tallaba su Cristo,/ Vázquez el Viejo
decía:/ si su nombre es de Castilla,/ yo
lo hago de Sevilla/ al pasar la
Alcaicería./ Ha pasado, ya lo han visto:/
su gubia nunca mentía.
Madre de
Dios de la Palma,/ ¿cómo puedes, Madre
mía,/ con tus ojos tan inmensos/ caber por
la Alcaicería?
En la Ciudad
de la Gracia/ siempre El Mudo de Santa
Ana/ va con Las Siete Palabras.
Esto es
Sevilla: /¡qué discursos da El Mudo/ con
la manguilla!
Tu túnica
franciscana,/ nazareno del Buen Fin,/ al
hacerse sevillana/ es del color de Sor
Angela,/ no de Francisco de Asís.
Préstamelo,
Rafael, /empréstamelo un momento,/ que lo
ponga en el papel:/ «Fíjate qué bien
andaba/ el paso del Prendimiento/ que
hasta se paró el reloj/ que está en el
Ayuntamiento».
Y por calle
Tetuán/ vareaban el olivo,/ qué fuerza,
las levantás.
Cuando a la
de Regla ve,/ se santiagua hasta la cera/
con la cruz de San Andrés.
Acepta un
clavel mío,/ Virgen de Regla:/ el clavel
de Rocío,/ que es de tu tierra./ Que
Chipiona/ hoy te reza por ella,/ como una
ola.
(Capilla Los
Panaeros,/ mañana ya es Jueves Santo,/ qué
poco dura lo bueno.)