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-- ¿Pero la Puerta de San Fernando no era el postigo de la muralla que estaba al final de la calle de tal nombre, dando al Prado, llamada Puerta Nueva o de San Fernando, que dicen que en cuyo recuerdo se pusieron luego las portadas de la Feria?

Sí, esa era otra Puerta de San Fernando. En Sevilla, en la dual Sevilla, tenemos siempre las cosas a pares, como dije aquí hace poco: La Macarena y El Macarena, El Maestranza y La Maestranza, El Virgen del Rocío y la Virgen del Rocío. Y la Puerta de San Fernando que derribaron, junto a la Fábrica de Tabacos, la que sale al fondo de los cuadros románticos de las parejas de majos, y esta catedralicia Puerta de San Fernando, que nadie conoce, como señalo, y que, ¿a qué no sabe usted dónde está?

-- Me doy por vencido, dígame dónde está esa puñetera puerta.

Pues es la que comunica la iglesia del Sagrario con el Trascoro de la Catedral. Una puerta interior que está rematada por una imagen del Santo Rey, de ahí su nombre. Esa Puerta se llama de San Fernando por esa imagen; y la de la Asunción, la principal de la Avenida, por el relieve de la Virgen; y la de San Cristóbal por el que está pintado en el muro junto a ella; y la del Lagarto por la leyenda del cocodrilo, que el minimalismo es en Sevilla más antiguo que el hilo negro: a los cocodrilos los convertimos aquí en lagartos y, si me apuran, en logotipo de polo de Chemise Lacoste.

Pero nadie sabía hasta ahora por qué le dicen Puerta del Perdón. Ya sabemos por qué la Puerta del Perdón se llama así: porque no tiene perdón de Dios lo que han hecho con ella en la restauración en curso, desnaturalizándola. No la han restaurado. La han escamondado. Verbo con cuyo uso Sevilla corrige a la Real Academia en su Diccionario. Dice el DRAE que escamondar es "Limpiar algo quitándole lo superfluo y dañoso". Eso será en Madrid. Aquí escamondar es... ¿Cómo les diría yo? Es exactamente lo que ha hecho el maestro de fábrica del Metropolitan Museum Cathedral en la fachada norte del que antes era templo y ahora un museo donde no puedes entrar a rezar al altar de tus devociones porque te cierran el paso una valla y una azafata la mar de desagradable o un seguridad completamente sieso manío. Monseñor Asenjo: ¿sabe vuecencia reverendísima que el deán y los calonges han llenado la Catedral de Señoritas Rotenméyeres que en las grandes solemnidades no nos dejan pasar a los sevillanos, con unas vallas que son como el peaje de Las Cabezas?

En Córdoba tienen la Mezquita-Catedral, ¿no? Bueno, pues en Sevilla tenemos la Catedral-Museo. Debe de ser por esto del Museo por lo que están disimulando lo más posible la fachada norte de la antigua Catedral Metropolitana y Patriarcal. Han dejado aquello por la calle Alemanes, de la Punta del Diamante a Hernando Colón, que no lo conocen ni los canónigos del "fagamos una obra tal" que lo parieron. Han conseguido que la Catedral sea por dentro un Museo y que por fuera no se parezca en nada a la Catedral maravillosa de las verdinas y el goyesco "tiempo que también pinta". ¿Usted se acuerda de la canción de "Blanca y radiante va la novia"? Bueno, pues igual, pero sin novia han dejado la Puerta del Perdón y todo ese frente catedralicio. Y destruyendo las antiguas gradas de los comerciantes que cantara Lope de Vega, y poniéndolo todo porcelanoso total, con losetas de VPO. Y todo escamondado. Desnaturalizadamente escamondado. Y pintado de un color blancuzco Ikea que nunca ha tenido, a los ojos de las últimas generaciones. Tanto es así, ese color blanquecino que le han puesto, que las esculturas de San Pedro y San Pablo de Miguel Florentín que escoltan la Puerta parece que nunca hubieran estado allí, que son postizas. En resumen: un desastre bien escamondado. Así que ya saben por qué se llama Puerta del Perdón. Porque lo que han hecho con ella y están haciendo con toda la fachada norte de la Catedral-Museo no tiene perdón de Dios.