ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  11 de febrero de 2014
                                
 
Los Goyaflautas
 
 No sé quién la inventó, pero la palabra "perroflauta" ha quedado incorporada al lenguaje de la calle, procedente de los indignados de la Puerta del Sol cuando la acampada del 15-M a la que el Gobierno del PP aplicó su habitual norma de "al pulpo, ni reñirle". Terminado el tinglado de aquella vieja farsa, sigue habiendo perroflautas. En Madrid y en España entera. Ya saben: raftas, poco champú, vaqueros con rotos estéticos, mochila opcional, pañuelo palestino obligatorio al cuello y a ser posible bicicleta circulando por la acera y dando por saco a los peatones, que son todos unos fachas. En Sevilla se encuentran perroflautas a peluz por el Terrotorio Soho de la calle Regina, que ha dejado de ser una calle tradicional y como medieval, prima de La Venera (José Gestoso), para convertirse en Territorio Alternativo.

Tras los perroflautas, me inventé una palabra antónima: los pijoflautas. En Sevilla también hay tela de pijoflautas. Paco Robles o Eusebio León suelen describirlos como tiesos presuntuosos con ropa cara de Scalpers, corbata con nudo cual sillín de Vespa y en la mano, copa de balón de yintoni con pepino del gazpacho y arvejones de las palomas de la Plazamérica. Y al igual que los perroflautas abundan en la calle Regina, hay tela de pijoflautas entre los aparatisquis que hace veinticinco años que viven del PP. Y, procedentes de ese filón, en el Ayuntamiento de Sevilla hay bastante pijoflautas. Y si lo ponen en duda, doy nombres hasta de asesores de Zoido en pijoflautismo. Que los hay.

Y tras los perroflautas y los pijoflautas, como cada año hemos padecido la apoteosis de los cineflautas en su mediática variedad de los Goyaflautas, en el habitual mitin televisado izquierdoso en la entrega de los premios que recuerdan al pintor cuyo nombre sí que tiene premio. Qué señores y señoras más pesados con sus reivindicaciones de quita y pon: ora "No a la Guerra", ora "No al IVA cultural", ora "Stop ERE Coca Cola", pero del "Stop ERE del Mangazo Andaluz", ni mijita. ¡Os queréis ir ya al Ca...sablanca sin Humphrey Bogart!

La cuestión es dar por saco y lucirse. Y aprovechar que los pijoflautas de Cultura del PP les ponen gratis el altavoz de la Televisión Pública para que todos sepan que aunque viven como marqueses en casoplones, son titulares de una SICAV, pagan los impuestos en Estados Unidos, y el Gobierno de Rajoy los sigue poniendo de subvenciones hasta las cejas... Aunque vayan vestidos de modo que de cintura para arriba son cuarenta mil duros y de cintura para abajo otros cuarenta mil, son más rojos que nadie y más progresistas que la lecha que mamó Javier Bardem de los pechos de su señora madre, que es como la madre abadesa por lo civil de todos ellos.

Este año en la charlotada de los Goyaflautas lo más acertado ha sido la decisión del ministro Wert: no ir. Habrá dicho: "Que abucheen e insulten a la puñetera madre de Bardem, que yo no me muevo de mi casa". Lo demás no es silencio, como en Shakespeare: es ruido demagógico y manipulador de esta gentuza. Sí, he dicho gentuza, ¿passssa algo? No es un insulto. Es una definición. Como hay "señores de Sevilla, señoritos de Jerez y gente de Cádiz", hay sinvergüenzas, trincones, mangones, nolacos... y gentuza Goyafláutica. Las tías, de Armani y oro, haciendo de La Pasionaria. ¡Ponerse por lo menos el mono de milicianas, joé, para que sepamos al cuerpo al que pertenecéis! Los tíos, con esa pinta de delincuentes en rueda de reconocimiento que tienen ahora los actores del cochambroso cine patrio. Y ellas, al recoger el premio, largando a favor del aborto. Y ellos, dando el coñazo con el IVA. ¡Lo que les importará el IVA! Como les importaba la Guerra de Irak en su momento: un cara...cter. Prefiero a los perroflautas. Por lo menos los perroflautas no escupen en la mano que les da de comer a base de subvenciones a unas películas que nadie va a ver, porque son unos petardos. Ellos y las películas que hacen. Con alfombra roja y altavoz por TVE, pero petardos.

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