ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  16  de febrero de 2014
                                
 
Los aparatisquis
 
 Lo que acaba usted de leer en el título, "Los aparatisquis", puede parecerle quizá el nombre de una chirigota del Carnaval de Cádiz. Pero de las malas, de las que en el concurso del Teatro Falla no han superado el corte para pasar a cuartos de final: "Los aparatisquis a los que vota todo quisqui". Pero no son una chirigota. O quizá lo sean, porque esto de los aparatisquis en la política española es de cachondeo. Los aparatisquis son una desgracia nacional. Llamo aparatisquis, españolizando la voz rusa "apparátchik", a los hombres del aparato del partido que viven de unas siglas y tienen en ellas su apaño, su acomodo, su vivir y el pan de sus niños. Gente que sin el partido serían lo que realmente son: nada. El Congreso y el Senado están almacigados de aparatisquis, y nada digo las autonomìas. Gente que existen gracias al partido que les dio el ser y la mamandurria. Gente que no tiene más ideales que asegurarse el sueldo ni más ideologìa que la de los béticos de Lopera: "Lo que diga Don Manué". Siendo Don Manué, naturalmente, el secretario general o el presidente, según la estructura de poder que los aparastisquis fundadores le dieran al partido: el poderoso Dedo Interior.

En lo que antes se llamaba un banquete (y que ahora llamar suelen "evento") me tocó hace poco almorzar en la misma mesa que un destacado aparatisqui. ¡Qué ínfulas! ¡Qué suficiencia! ¡Qué poderío! !Qué cara de estar oliendo mierda tuvo el tío mamón puesta todo el almuerzo! Daba la impresión de estar convencido de que estaba allí sentado junto a nosotros como haciéndonos un favor, que teníamos la dicha infinita de poder comer junto a su figura arrebatadora, que arrastra a las masas y que hace que haya hasta heridos en las bullas que origina en los colegios electorales, todos queriendo coger su papeleta para votarle: "¡No empujen, que hay papeletas para todos, tranquilos!". Porque se creen los tontos que los votamos por ellos, no por las ideas que representan...y de las que viven. Iba a decirle algo muy sevillano: "¡Tequiyarcarajo!". No hizo falta. A los pocos días vi que el aparatisqui que tanto pisto se daba había caido en desgracia. O sea, que le habían dicho en el partido exactamente loo que yo pensaba decirle, pero no con hechos.

Pero he aquí que el aparatisqui del que hablo, caído en desgracia como cayó Nínive y como cayó el Muro de Berlín, ha sido sustituido por otro aparatisqui que conocen muchísimo en su casa a la hora de comer, pero que en el bar de la esquina, a la hora de los desayunos de tostada con manteca colorá es como el otro: un absoluto desconocido. Por encima de los aparatisquis hay un Dedo Supremo del Partido que los va cambiando conforme va haciendo falta y que nos dice que el Pepito Pérez de turno, el nuevo aparatisqui, es ahora el líder. ¿Líder? ¿Líder de qué? ¡Qué Líder ni Líder: ni Mercadona! Oscuros aparatisquis cuyo único mérito es la ciega obediencia al Aparatisqui Supremo en la organización en la que andan estabulados a cebo y recabo y de la que vive el matrimonio y engordan su patrimonio. Ah, y lo mismo que hay aparatisquis hay aparatisquesas, algunas incluso respondonas, como una tal Celia Villalobos que vota contra la mano que le da de comer a ella y a su señor esposo. Y hay aparatrisquis de derechas y aparatrisquis de izquierdas. Las desgracias nunca vienen solas.

Así que cuando lleguen las elecciones en mi tierra la gente tendrá que decidir entre un aparatisqui de derechas o una aparatisquesa de izquierdas. Eso no es un dilema. Eso es una desgracia. Líderes de plastilina, colocados desde chiquititos en el Frente de Juventudes Aparatisquis, cuyo curriculum cabe en un tatuaje de Kiko Rivera. No es que falten liderazgos. Es que sobran aparatisquis. Y si en cuanto he dicho cree usted ver una farsa carnavalesca sobre el PP y el PSOE, no busque fuera algo distinto. Porque Vox, Ciudadanos y UPyD están de aparatisquis también hasta la misma corcha. Es más: son inventos de aparatisquis cabreados que como ángeles rebeldes se sublevaron contra el poder del aparato y fundaron su propio chiringuito. Bujíos para seguir siendo aparatisquis. España es una aparatisquicracia.

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