ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  28  de febrero de 2014
                                
 
Andalucía no era esto
 
 Hoy, Día de Andalucía, me acuso, Padre Hércules Fundator Dominatorque, que un día creí en un sueño, como muchos en esta tierra. El sueño se llamaba Andalucía. Aquella ilusión me inspiró un libro en 1971: "Andalucía, ¿Tercer Mundo?". Con interrogaciones. Eran los años que entonces no sabíamos finales de la dictadura, pues creíamos que aquella pesadilla iba a durar siglos, y desde Andalucía se veía con normalidad que Cataluña, las Vascongadas y Galicia afirmaran su historia y su esencia. Sus "Señas de identidad", término que Vázquez Montalbán puso de moda desde "Triunfo" y desde Barcelona, tomándolo de la novela de Goytisolo. ¿Y Andalucía? ¿No tenía señas de identidad? El Régimen, aquel Régimen (ay, siempre el Régimen en Andalucía), nos las había arrebatado para usarlas como símbolo de España. Muchos, desde el progresismo y la libertad, creían por ejemplo que la canción andaluza había nacido, como un pantano de coplas, con la dictadura de Franco. Cuando era muy anterior, del reinado de Don Alfonso XIII y de la II República. Cuando escribió "María de la O" el inmenso poeta Rafael de León, que los intelectuales de izquierda desapreciaban, llamándolo "Lorca con sifón", con lo que el pobre, como su personaje de "Yo soy esa", se tuvo que conformar, diciendo: "Por lo visto yo no escribo versos, sino berza".

Andalucía, una vez más, había ofrendado en el altar de España lo más hondo, jondo y esencial de su ser: su propia identidad cultural e histórica. No nos habían dejado más seña de identidad que el subdesarrollo: la maleta amarrada con guitas de los emigrantes a Alemania, el analfabetismo, la estructura de propiedad de la tierra, el inmenso foso que en los estudios del Banco de Bilbao había entre la renta per capita de Jaén y la de Madrid. Palpándonos la ropa de nuestro ser de andaluces, orgullosos de serlo y mirando a España, pensamos algunos: ¿y por qué nuestra tierra no ha de aspirar a "volver a ser lo que fuimos"? Claro que entonces la verde y blanca era la bandera del Betis y a Blas Infante sólo lo conocía José María Osuna, que en plena dictadura dio a conocer su figura desde las páginas de este ABC.

Andalucía, "ese sueño que unos pocos andaluces llevamos dentro", que dijo Cernuda, fue despertando conciencias. ¿Conciencia de Andalucía, de su identidad, o sentimiento de agravio comparativo ante lo que otras regiones, Cataluña especialmente, empezaban a ser? Es la duda que tengo ahora. Es la que, contrito, planteé a Luis Uruñuela en la cena del Romero Murube. Recordando aquellos sueños y viendo en lo que han devenido, nos sentimos Luis y servidor como aquellos españoles al Servicio de la República que habían traído el nuevo régimen en abril de 1931 y que a la altura de las primeras quemas de conventos ya en mayo de aquel mismo año dijeron con Ortega y Gasset: "No es esto, no es esto". Dándonos golpes de pecho, como si nosotros tuviéramos la culpa, muchos de los que ayudamos a crear la conciencia que nos ha traído a la postre la perpetuación del Régimen, de otro Régimen, pero Régimen al fin y al cabo, los antiguos soñadores de Andalucía tenemos que decir: "No era esto, Andalucía no era esto". ¿Verdad, Luis Uruñuela? La Andalucía que soñábamos no era una inmensa burocracia sin alma y sin sentimiento, salpicada de trincones. No era una industria desmantelada. No era una agricultura poniendo la mano a Europa como antes los jornaleros se la ponían al señorito. No era la perpetuación de un partido en el poder y la llave electorera para gobernar en Madrid. No era un nuevo Movimiento que impone su ideología y sus dogmas y controla hasta el aire que respiramos. Andalucía entonces, antes de aquel 28-F maldito que perdimos (insisto, que perdimos en las urnas y ganaron en los despachos), era un sueño y no la perpetuación de un Régimen en otro Régimen. Por eso aquella noche del Romero Murube le dije a Luis Uruñuela: "¿Mira que si resulta que el único que no estaba equivocado era Lauren Postigo con su "Andaluz, éste no es tu referéndum"? Luis Uruñuela me contestó con el silencio de una sonrisa. Sé, Luis, que me decías con tu señorío, tan andaluz, que aquel 28-F perdimos el referéndum imposible de los sueños que no se cumplieron.

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