ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  10 de abril de 2014                  La Semana Santa en El Recuadro
                                
 
Jano y la ojana
 
Lo repito: en Sevilla no caben ni un tonto más, como decía Santiago Amón, ni un monumento más. Y ya que a la gente le gusta promover monumentos para salir retratados en el periódico, y ya que estamos en la cultura del reciclaje para ahorrar, propongo una fórmula para que esos egos queden suficientemente satisfechos y no añadamos más monumentos innecesarios a la ciudad monumental. Mi fórmula es la dedicación como monumento de algo ya existente. ¿Quieren hacer un monumento al seise, no? Pues se le pone una placa en el monumento a Pepe Luis Vázquez del Paseo Colón y listo.

-- ¿Y qué tiene que ver Pepe Luis los seises?

Mucho, porque un cronista taurino lo llamó "el seise rubio de San Bernardo" por haber inventado el "Venid ruiseñores" del toreo, pues su gracia andando por la cara del toro era como una figura de la coreografía de los caballeritos cubiertos en la corte de Su Divina Majestad del retablo mayor.

Por esa fórmula, yo propondría que un día cubran con un damasco rojo, vaya la Banda Municipal, inviten a las autoridades y descubran el Monumento a la Ojana Sevillana. Que ya existe. Sólo falta darle esa dedicación, por lo que unos pintamonas al uso pueden constituir ya mismo la Comisión Organizadora del Monumento a la Ojana Sevillana y salir desde este momento retratados en el periódico las veces que hagan falta, que para ellos siempre serán pocas. Ese monumento a la Ojana, como digo, existe. Está en todo el centro del patio de la Casa de Pilatos, rematando la fuente genovesa. Es el dios Jano, el de las dos caras, el máximo representante de las dualidades sevillanas, de las contradicciones de la ciudad, de la oposición barroca de contrarios. Jano, dios romano de los comienzos y los finales, del pasado y del futuro. Cuando don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, se trajo a Sevilla su delicado mármol genovés a la vuelta de su viaje a Jerusalén, sabía el hombre bien lo que hacía. Si no conocen la historia, léanla en la revista "Pasión en Sevilla" que hoy se entrega con este ABC. Allí Antonio Cattoni nos cuenta cómo Don Fadrique Enríquez es el inventor de la Semana Santa...

--- Pues vamos a hacerle otro monumento a don Fadrique Enríquez de Ribera como inventor de la Semana Santa, hombre...

Quieto parao, que según mi teoría ese monumento también existe ya: es el templete del humilladero de la Cruz del Campo, donde iba el Vía Crucis que el marqués inventó, germen y origen de la Semana Santa.

-- O sea, que desde sus orígenes la Semana Santa está íntimamente ligada a la Cruzcampo fresquita...

¿De qué iban a ser, si no, los latigazos de los primitivos disciplinantes? ¡Latigazos de Cruzcampo fresquita, que anda que esta Semana Santa no va a hacer calor ni ná! Pero iba por Jano, que el marqués se lo trajo como símbolo de la falsedad cofradiera. Ese Jano de las dos caras, más falso que el Judas del paso de la Redención, es el mejor símbolo de Sevilla y se merece que lo elevemos a la categoría de Monumento a la Ojana. Tan sevillano es ese Jano que todos los años le llevan a casa un pregón cofradiero para el cumplimiento cuaresmal. Sí, el Pregón del Costalero que organiza la Hermandad de San Esteban: allí en Pilatos lo dio el martes Javier Jaenes Pizarro y me cuentan que Jano quedó el hombre encantado escuchándolo desde su fuente. Loor, pues, y honores monumentales a Jano, dios sevillano de la ojana, de las dos caras de la Semana Santa y la Feria, de la Macarena y de Triana, del esparto y del cíngulo, pero sobre todo de un elogio adulador en tu cara cuando estás presente y una puñalá por la espalda en cuantito te has ido, anda que no somos falsos los sevillanos ni ná, y los capillitas es que ni le cuento a V.E.R., señor arzobispo. Hasta el punto de que este dios Jano ni siquiera se llama así. Es un nombre tan falso como él. Jano es en verdad el sevillano Ojano, dios de la camama y la hipocresía, del embuste y la falsedad, de los agradaores y las puñalás por la espalda. Pues sabrán que no hay nada más cofradiero ni más sevillano que una buena puñalá por la espalda. En nombre de la caridad cristiana, por supuesto.

 

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