ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  4 de julio de 2014                 
                                
 
Camareros malajes
 
En Sevilla no cabe un velador más. Y sirviendo en esos veladores, no cabe un camarero malaje más. No me explico esto de Sevilla: la ciudad con más fama de simpatía del mundo tiene los camareros más malajes, mal encarados y con más malas pulgas del hemisferio norte. ¿Qué les pasa a los camareros de Sevilla para que tengan tan mala sombra, estén siempre tan mosqueados y traten tal mal a los clientes que les dan de comer? Si tienen problemas en su casa o con el jefe ¿por qué lo pagan con el que llega y tiene la enorme desfachatez de pedirles una cerveza y una tapa de ensaladilla? O a lo mejor estoy equivocado en mi apreciación y resulta que como a los militares el valor se le supone, al camarero sevillano se le supone que tiene que ser desagradable a más no poder, como los de la terraza de la Confitería La Campana. Porque, si no es malaje y remolón, ni se es camarero de Sevilla ni es nada, parece un camarero de Jerez. Donde el otro día, en la Venta Don Pepe de los Llanos de Caulina, me encontré a los camareros más simpáticos y serviciales de los ya de por sí agradabilísimos del Marco del Sherry. Tanto es así, que yo le propondría al alcalde Zoido y al concejal Serrano, en su infatigable campaña para el fomento del turismo sevillano, que hagamos una urgente importación de camareros simpáticos de Jerez, y que mandemos diez autobuses o doce de clásicos camareros malajes sevillanos de Despeñaperros para arrriba, y que el autocar no pare hasta llegar a Alemania, qué tíos más atravesados...

Pensé todo esto en la terraza del Horno de San Buenaventura de la Punta del Diamante, al lado de mi entrañable Tío del Incienso y del ya famoso Charro de Triana. Como Colón se encontró con América en su viaje hacia las Indias Occidentales, en la terraza del Horno me encontré con la agradable sorpresa de algo tan raro e insólito en Sevilla como un camarero simpático, tela de simpático. Y encima, gran profesional. Y, por si faltara algo, sabiendo idiomas. Siento no haberle preguntado el nombre a este señor, pero no tiene pérdida: junto al encargado con la cara más larga y desagradable del mundo se encontrarán ustedes allí, por la sevillana oposición barroca de duales, al camarero más simpático y eficiente de las terrazas de la ciudad.

Y me dijo este gran profesional del Horno su filosofía: si tiene problemas personales, los deja en casa, porque el cliente no tiene la culpa de las malas notas del niño. Y si la empresa va mal, en vez de protestar, lo que conviene es cuidar y mimar a la clientela, que será la que a la postre salvará y mantendrá el negocio. Y si los clientes son extranjeros, pues se les habla en inglés, aunque el Convenio de Hostelería sea tan rácano que no reconozca plus de idiomas a los camareros de una ciudad cuya primera industria es el turismo. Ese alemán que está ahí en un velador comiéndose su paella y tomándose su sangría a las 7 de la tarde (porque cree el hombre que es lo clásico nuestro) se irá de Sevilla sin haber hablado más que con el recepcionista del hotel y con los camareros. Los camareros son la imagen de Sevilla que se llevan los turistas, y tenemos depositada dicha imagen en los tíos más malajes del mundo. La imagen de Sevilla no puede ser un tío mal encarado, como molesto porque lo han llamado para que atienda, que se acerca al velador y con la voz más desagradable que salirle del cuerpo puede, va y les masculla a los turistas, muy mosqueado siempre:

-- ¿É an a tomá?

¿Pero no sabe este tío tan esquinado que esos turistas no van a hablar con nadie más de Sevilla que con él y en todo caso con la niña que vende las entradas de la visita a la Catedral? Tanto inspeccionar Sanidad los bares y no controlan algo mucho más elemental y necesario: la falta de educación y de profesionalidad de los camareros malajes que tratan a los clientes a patadas, como haciéndoles un favor, ¡vaya imagen de Sevilla! Urge que los camareros, en esta Sevilla de tanto simpático profesional modelo Los del Río o Los Morancos, deban sacar obligatoriamente el Carnet de Agradaor para poder coger una bandeja.

 

  Artículos de días anteriores

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio