ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  10  de julio de 2014                 
                                
 
Ave de silencio
 
Pronto dirán: "Anda, que eres más saborío que un vagón silencioso del Ave..." Ya estamos como por ahí. Yo esto de los vagones de silencio lo descubrí en Suiza, un día que tomé en Zurich un tren hacia Ginebra (de garrafa) y me metí en un vagón donde no había visto que en la puerta llevaba pintada la silueta de un teléfono móvil con la tachadura de lo prohibido de las señales de tráfico. Sonó mi telefonillo y cuando lo iba a coger, el suizo de guardia, en un alemán del que no entendía absolutamente nada, sólo las interjecciones, me echó la bronca, y al ver que no me estaba enterando ni de papa, me señaló con su dedo amenazante primero el mentado signo del teléfono con la tachadura en rojo y, después, el camino del Puerta, Camino y Mondeño de irme a otro vagón. Inciso: ¿se acuerdan de la frase de Carlos I, el emperador que tenía nombre de brandy de Domecq? Sí, la de "Con mi caballo hablo en alemán; con las damas de la Corte, en italiano; los asuntos de hombres los trato en francés, pero para hablar con Dios, uso sólo el español". Bueno, pues aparte de para hablar con los caballos, descubrí en el vagón silencioso suizo que el alemán es el idioma perfecto para pegar broncas. Una bronca en alemàn no es lo mismo que una bronca en español, ¿dónde va a parar?

-- Pues en ese caso, Burgos, tengo que decirle que mi mujer habla alemán, aunque ella no lo sepa... No vea usted las broncas que me pega sin que yo me entere ni de por qué me la está dando...

Bueno, pues en ese alemán de pegar broncas me dieron una importante en aquel suizo vagón silencioso, que ahora, mire usted por dónde, me traen a domicilio, hasta la estación de Santa Justa. No sé si estoy a favor o en contra del vagón silencioso del Ave. A lo mejor sí. En el Ave de Madrid a Sevilla es donde más pega del mundo el vagón de silencio. De negro. De cola (o en cola). De ruán. Con esparto. ¿Cómo viene el Ave desde Madrid a Sevilla? Pues como el padre de Rafael Montesinos de nazareno en "El rito y la regla": por el camino más corto. Y, ahora con esto de los vagones-chitón, sin hablar con nadie. Sin pararse. Antes de que hubiera penitenciales y casi flagelantes ferrocarriles de silencio como el Ave, los trenes de barrio, que eran de capa y solían llevar el Carmen de Salteras o Las Cigarreras, qué iban a ir por el camino más corto, que es Brazatortas, el pueblo manchego donde nacen los escritores cordobeses. Los trenes que no eran de silencio volvían a Madrid por donde querían, y hasta paraban a tomarse una copita en Linares-Baeza y un cafelito en Alcázar de San Juan, y se quitaban el capirote, y hablaban con el vecino de departamento. Un cachondeo, impropio de la estación. A eso, a eso suena Santa Justa con el Ave de silencio: a estación... de penitencia. Incluso hay quien afirma que el Ave de Silencio, como los vagones van de blanco, es de La Amargura: el Silencio Blanco. Lo comprobaré la próxima vez que me monte. Si van de pasajeros muchos Ortiz y el supervisor que le dice al tren lo "vamos de frente" cuando hagan la primera levantá en Santa Justa se llame Alejandro Ollero, seguro que es el Ave de La Amargura, con su blancura de Domingo de Ramos. Porque es de silencio que, si no, sonaba la marcha de Font de Anta...

Aunque la Madre y Maestra del Ave seguirán siendo los clásicos vagones de teléfono móvil a todo trapo, niños correteando y dando por saco y ejecutivos hablando con la secare para ver si Escalaste ha pagado el pagare o no ha pagado el pagaré. Ese es el verdadero Ave del Silencio, el Primitivo. Su título completo, con el que piden la venia por escrito en Atocha es: "Primitivo Tren de Alta Velocidad de los Ejecutivos con Motorola de la Expo de Sevilla". Con sus teléfonos sonando, el pagaré de Escalante poniendo el alma en un puño a todo el vagón, las marías chillando y riñendo a los niños que están molestando a este hombre, los canis en camiseta de tirantas y el otro con el bocata sacado de su papel albal. O sea, como cuando los trenes no eran de silencio ni iban a Madrid por el camino más corto. (Hoy la memoria elige el camino más divertido para darme el artículo hecho).

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