En los ejercicios espirituales que en Portaceli nos daba el Padre Vega, el hermano del académico coronel don Enrique de la Vega Viguera, repetían mucho una frase, que yo me creía que era de San Ignacio, pero que resulta que era del Evangelio de San Mateo. Decía: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?". Denegada por la Junta al Ayuntamiento la Ciudad de la Justicia y el puente-aliviadero de la Torre Pelli (como lo llama Paco Robles) me he acordado de aquella frase portacelitana con la que el Padre Vega nos metía en el cuerpo un miedo a las penas eternas que para qué te voy a contar; qué jindama, aún la tenemos algunos todavía y nos da alipori ver el retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio en los azulejos de los muros de la iglesia de San Pedro.
Me he acordado de aquella frase de San Mateo (que te veo) porque ya que hablamos de San Pedro y a la vista de esas negaciones y lágrimas al Ayuntamiento, estoy por decir: "¿De qué le sirve a Sevilla ser capital de Andalucía si luego la Junta no hace más que darle por saco?". ¿Le ha servido a Sevilla de algo la capitalidad de Andalucía, aparte de que la Santa Madre Iglesia malvendiera San Telmo a la Junta, a pesar de las disposiciones testamentarias de la donante Infanta Doña María Luisa y a pesar de la oposición de curas cabales en aquel Seminario formados, como mi recordado don Francisco Gil Delgado, que le plantó cara al pelotazo que dio Amigo Vallejo de un baculazo ad maiorem gloriam de sus amiguitos los sociatas? ¿Qué ventajas ha sacado Sevilla por ser capital de Andalucía? ¿La Expo? Eso no fue gracias a la Junta: eso fue gracias a S.M. el Rey Don Juan Carlos I, que apoyó a fondo la idea de hacer ese certamen en la patria de Felipe González, para lo que dio plenos poderes a su consejero don Manuel Prado y Colón de Carvajal, que fue quien logró en París la Exposición para Sevilla. Más ha cuidado la Junta a Málaga, a Granada, a cualquier capital andaluza que a la Sevilla de su sede y capitalidad. Por el qué dirán en las otras provincias, donde se ve tan malamente a Sevilla, a la que acusan de centralismo, acusación que estos mindundis del poder regional no han sido capaces de desmontar en treinta y cuatro años que llevan apoltronados en la autonomía, que se dice pronto.
Y lejos de apoyar y defender a Sevilla, y de dotarla del Metro mejor del mundo, lo que han hecho en la Junta es crear una Consejería para Sevilla. Es la gran obra política de la trianera Susana Díaz: crear en la Junta la Consejería de Dar Por Saco a Sevilla, y especialmente a su Ayuntamiento gobernado por los 20 concejales, 20 de los populares, no vayan a decir en Jaén que si patatín y en Almería que si patatán.
A la vista están los grandes logros de esa Consejería de Dar Por Saco a Sevilla, que en poco tiempo menos el tormentón que cayó el sábado y el Ave que viene de Madrid a las 18 y que llega a Santa Justa a las 20,30 lo ha parado todo. Pararon el proyecto de utilización de la antigua Jefatura Superior de Policía de La Gavidia, cuyos calabozos tuve el honor democrático de utilizar en tiempos de Franco, lo que recuerdo a los que me llaman facha: ¿dónde estábais vosotros entonces, so mamones? Callados como putas y hasta las mismas trancas.
La Junta a efectos de Sevilla es mucho mejor que Iker Casillas: lo para todo. Guantes de oro. Le paró La Gavidia, y le paró el aparcamiento de La Alameda, y le paró el dragado del río, y le paró el puente de la Torre Pella, y le ha parado ahora la Ciudad de la Justicia. La oposición no la tiene Zoido en don Juan Espadas, que está dando barzones por los barrios y retratándose delante de los baches como él hacía antes de coger el sillón. La verdadera oposición la tiene el Ayuntamiento en la Junta. Los de la autonomía no sólo no le dan autonomía alguna al Ayuntamiento, sino que no lo dejan respirar. Será que la Junta, como los de Málaga y los de Granada, están contra el llamado "centralismo sevillano". Ya digo, la que mejor funciona en la Junta es la Consejería de Dar Por Saco a Sevilla. Y lo peor es que yo creo que la consejera es la propia Susana de Triana.
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