ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla , 30 de diciembre de 2014                 
                                
 
Íntimo amigo mío

 

A lo mejor con esto pasa igual que con la cobardía y la valentía que comentaba aquí ayer: que en muchas otras ciudades ocurre igual. Pero me parece que Sevilla es la ciudad del mundo donde hay más íntimos amigos que no son tales. ¿Qué entiende un sevillano por "un íntimo amigo mío"? El concepto de amistad está en Sevilla más devaluado que el rublo de Putin. Frente a los que seleccionan muy bien a sus amistades y no le dan confianza sino a quien al cabo del tiempo le ha demostrado nobleza, lealtad y absoluta falta de interés económico, hay sevillanos que despachan a granel la pregonada amistad. Es una amistad de garrafa la que se prodiga en Sevilla. O por lo menos de marca blanca. Amistad Hacendado o Aliada, muy lejos de las legitimas y acreditadas amistades, en plan lema de las tortas de Inés Rosales. Hay incluso sevillanos especializados en coleccionar íntimos amigos. Eso de que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano no va con estos sevillanos, que suelen ser del tipo miarmas. Esto es, en muchos casos, auténticas mierdas engominadas y vestidas de Scalpers, tiesos que si no acaban de llegar de una montería es que van mañana a un tentadero en casa de Juan Pedro. Que, naturalmente, es íntimo amigo suyo y donde han aprendido que en el lenguaje del Toreo, donde pastan las ganaderías de bravo no son fincas, ni dehesas, ni cortijos: son "casas".

-- Pues un íntimo amigo mío me ha dicho que lo acompañe mañana a un tentadero en casa de Juan Pedro.

Y el tentadero, como comprenderán, no es en el salón de la casa morada de don Juan Pedro Domecq Morenés, sino en "Lo Álvaro", esa finca que tiene un nombre que a mí recuerda a los colchones "Lo Mónaco". ¿De dónde saldrá ese enigmático neutro del "Lo" en los juampedros y en los colchones? Pero íbamos por los coleccionistas de íntimos amigos. Juntan íntimos amigos y presumen de ellos. Y les encanta hacer favores...a costa de los presuntos y pregonados íntimos amigos. Estás en una reunión, dices que mañana tienes que llevar el coche a la revisión y el coleccionista de íntimos amigos se te tira de espontáneo:

-- No, hombre, por Dios, no lo lleves a Surtrasa... Eso lo llevas mejor a Motorsur del Polígono Carranque, que el gerente es íntimo amigo mío. Dile que vas de mi parte y verás lo bien que te trata y cómo te hace precio.

-- ¿Cómo se llama ese señor?

-- Juan Manuel o Juan José... una cosa así, no lo sé exactamente, pero no tiene pérdida: tú ve a Motorsur y pregunta por el gerente, uno alto, canoso, con gafas. Verás qué tío más simpático. Yo tomo café con él todas las mañanas. Ya te digo: es íntimo amigo mío...

Ay, estos sevillanos íntimos amigos de personas que ni saben cómo se llaman. Ay, estos mercaderes de favores basados en la falsa intimidad de una amistad que no existe. Por ahí por otras ciudades hay amigos y conocidos, ¿no? Pues en Sevilla está tan devaluado el concepto de amistad que sólo hay amigos e íntimos amigos. A todo conocido lo elevamos a la categoría de amigo y todo amigo es íntimo. Así, luego, cuando tienes que echar mano de ellos, ¡te llevas unos chascos! Decepciones tontas, porque es lo lógico, que esos tíos te dejen en la estacada a la primera de cambio, ya que ni son amigos ni son nada: muchos no pasan ni de conocidos. Es el falso tráfico de influencias con los conocidos a quienes el coleccionista sevillano califica de íntimo amigo. Cuando aquí quizá lo que haya sea mucho de lo contrario: de íntimos enemigos. Personas que no te pueden ver y que te ponen como los mismos trapos a tus espaldas, pero que cuando te las encuentras, ¡te pegan unos abrazos y te dicen unas lisonjas! Muy propio todo de la Falsa Sevilla: los íntimos amigos de mentirijillas y los enemigos íntimos que, por cobardones, nunca te dan la cara y si te ven te ponen de ojana hasta la mismísima corcha. Y es que aquí nadie tiene en cuenta la máxima: "El verdadero amigo es como la sangre, acude a la herida sin ser llamado". Vamos, que estos falsos "íntimos amigos míos" no son ni siquiera como las tiritas...

 

                     

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