ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC , 7 de enero de 2015                 
                                
 
Aviso para boricuas

 

Dicen que el amor es ciego. Y más el amor de hijo. Pese a que España se dedica a veces a darles patadas en la boca, hay hispanoamericanos que siguen considerando a nuestra nación como la Madre Patria. Y que, como buenos hijos, sienten la nostalgia de su regazo. Tal ocurre en ese trozo de España que se llama Puerto Rico, mi querida isla que rodea el Contemplado Mar de Pedro Salinas, que allí descansa para siempre, en el cementerio sanjuanero de La Perla que una mañana visité para rezarle sus propios versos: "De mirarte tanto y tanto/del horizonte a la arena..."

Manque no soy geólogo, tengo mi teoría sobre la cosmogonía de Puerto Rico. Los mismos galeones de la Flota de la Carrera de Indias que dejaron por embarcar varias catedrales virreinales, que fueron aprovechadas ora como iglesia del Carmen en Cádiz, ora como parroquia de San Ildefonso en Sevilla, sí pudieron meter en sus bodegas otros trozos de nuestra tierra. Y embarcaron calles enteras de Puerto Real, del Puerto de Santa María, de Cádiz, de Sanlúcar de Barrameda. Así se explica esa maravilla de mi Viejo San Juan, que evoco ahora con la canción-himno de Noel Estrada. Hasta garitas de los baluartes de Cádiz embarcaron y se las llevaron para El Morro. Y delante mismo del Caribe Hilton pusieron un trozo importante de Caleta, hasta con pasodoble de comparsa en forma de leyenda de perro de piedra que espera a su dueño, un pescador que no volvió, que es como la historia de "Canelo", pero al otro lado del mar.

Y del mismo modo que hay españoles que amamos Puerto Rico como una novia imposible, hay boricuas que están prendados con España. Hasta tal punto que no sólo de mayores quieren ser españoles, sino que pretenden dar marcha atrás a la moviola de la Historia y que, como si nunca hubiera habido pérdida de las colonias, Puerto Rico vuelva a ser de España y que suene de nuevo la Marcha Real en el Cuartel de Ballajá, del mismo modo que nuestra vieja enseña nacional, blanca con la Cruz de Borgoña, ondea en El Morro junto a las barras y estrellas y a la bonita bandera puertorriqueña. Los locos amantes del Movimiento de Reunificación de Puerto Rico con España (MRE) han puesto en marcha un plan para que la tierra boricua sea una comunidad autónoma española más. Ojú.

Porque con todo dolor de mi corazón, porque nada me gustaría más por puras razones estéticas que la resurrección virreinal de la colonia y la vuelta a la España isabelina, les tengo que decir a dan José Nieves Seise y a los que pretenden que Puerto Rico sea una comunidad autónoma española: ¿pero ustedes saben dónde se van a meter, chiquillos? Evidentemente, el amor es ciego. No pueden ustedes ni imaginarse el despilfarro administrativo que van a tener que pagar con sus impuestos como Puerto Rico sea una comunidad autónoma española. Las enormes riquezas de la isla pueden quedar esquilmadas. De momento llenarán Puerto Rico, de Mayagüez a Guajardo, de consejerías, empresas públicas, entes y chiringuitos varios, inútiles todos, a fin de colocar paniaguados, tíos con el carné en la boca, esposas, sobrinos y cuñados. Ya me estoy viendo los más bellos edificios de San Juan o de Ponce ocupados por la Consejería de la Piña Colada, el Observatorio del Asopao con Camarones, el Centro de Interpretación de la Plena y la Bomba, o el Instituto de la Memoria Histórica del Café de Caracolillo. No les arriendo las ganancias, amigos boricuas: ¡con lo bien que están ustedes de Estado Libre Asociado! Que es, paradójicamente, en lo que algunos españoles que no quieren serlo y reniegan de su Patria quieren convertir a su autonomía. ¡Qué lío, madre mía! Los catalanes quieren ser Estado Libre Asociado y los puertorriqueños, comunidad autónoma española. Nadie está contento con lo que tiene. Y en la ceguera del amor, vale, concedamos que Puerto Rico es ya una autonomía de España. ¿Pero mira que si sale como Cataluña y les mandan a ustedes ahí, amigos puertorriqueños, a un Mas y a un Junqueras? No saben ustedes bien en el lío que se pueden meter. Hasta pueden multar a La Mallorquina si escribe el letrero de su restaurante en la hermosura de la lengua española de Puerto Rico.

 

                     

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