Todo esto me ha parecido como si le hubieran metido la moviola con marcha atrás a las antiguas Cortes Españolas, como se llamaba aquello cuando con Franco era una triste parodia del parlamentarismo, a la que llevaban incluso procuradores por las provincias africanas: unos moros notables de El Aaiun con una sábana del Burrito Blanco por encima a modo de camisa azul, que luego resulta que se pasaron al enemigo, largándose a Marruecos, teniendo la precaución de llevarse con ellos la caja con el dinero.

Lo del ajedrez me ha recordado a Pepe Solís y el latín. Franco tenía como ministro de Falange y de Sindicatos a este cordobés modelo Javier Arenas de simpático y abrazador, al que llamaban "la sonrisa del Régimen". Y en aquellas Cortes, como ahora en estas, discutían una vez sobre planes de enseñanza, y Solís defendía, igualito que estos ahora con el coñazo del ajedrez, que se le quitaran horas lectivas a otras materias para dárselas al deporte. "Más deporte y menos latín", dijo Solís, que tenía nombre de tomate frito. Y con su sonrisa oficial (aunque nacional-sindicalista nada vertical) dio un segundo puyazo a los que defendían las Humanidades, diciendo: "¿Para qué sirve hoy el latín?". A lo que Adolfo Muñoz Alonso, que era del Régimen, pero sin sonrisa y con una cátedra de Historia de la Filosofía, le contestó: "Por de pronto, señor ministro, el latín sirve para que a su señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa".

Como he nacido en Sevilla y lo más que me pueden llamar es hispalense o en todo caso "miarma", habré de decir a lo Pepe Solís: "Más enseñar primeros auxilios en las escuelas, más Educación para la Seguridad, y menos ajedrez". ¿Cuántos muertos por el incendio hogareño provocado por un brasero o por un cable pelado llevamos ya este invierno? Esos muertos no sabían absolutamente nada de seguridad en el hogar, ni probablemnmete quienes trataron de socorrerles tenían idea de primeros auxilios. ¿Usted sabe qué debe hacer si va por la carretera y se encuentra con un coche que acaba de pegarse el leñazo gordo y hay heridos dentro? ¿Usted sabe lo que debe hacer y lo que no debe hacer bajo ningún concepto si de pronto sale ardiendo la cocina de su casa y no hay forma de apagar la sartén que está prendiendo ya los muebles? ¿Sabe cómo debe actuar si en el restaurante el amigo que cena con usted se engollipa con un trozo de entrecot y se pone colorado, colorado, que no puede respirar? ¿Usted sabe qué hay que hacer si la lámpara empieza a temblar y a balancearse, que esto es un terremoto, María? Miles de cuestiones de mínima seguridad en el hogar, en el trabajo y en la vida diaria hay sobre las que no tenemos ni puñetera idea. ¿Cuántas muertes podrían evitarse si fuera obligatoria en las escuelas, al modo de Educación para la Ciudadanía, la enseñanza de primeros auxilios, así como las nociones mínimas sobre seguridad en la vida cotidiana y ante las catástrofes? Aun a riesgo de que me salga un Muñoz Alonso respondón, creo que podrían evitarse muchas más muertes que enseñando a los chavales a dar jaque. Jaque mate, naturalmente, ya que hablamos de muertes por desconocimiento de las más elementales normas de seguridad.

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