ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 28 de abril de 2015                 
                                
 

La estocada de Eduardo Dávila al toro "Barbareto" de Miura

Una oreja según Sevilla

Hay guasones que sostienen que esos ganaderos que en sus fábricas de carne presuntamente brava dicen que crían "toros artistas" sacan ejemplares cuya principal característica zoomórfica es no tienen dos orejas, sino tres o incluso cuatro en ocasiones, y hasta dos rabos. Y añaden esos guasones que, por el contrario, la Casa Miura cría en Zahariche toros que aunque luzcan dos apéndices auriculares, no tienen orejas. Al menos esas orejas facilonas como pegadas con velcro que traen de fábrica a pares los toros artistas, que les das un toque con el piquito de la muleta, ¡zas!, y se las cortas de dos en dos. Digo todo esto porque en la plaza de toros de mi barrio se celebraba el domingo una cosa muy nuestra: los 75 años de algo. Un algo que no era cualquier cosa. Los 75 años seguidos del que nuestro recordado Manuel Ramírez llamaba "el hierro de la A con asas" en la Feria de Sevilla. Cuando una cofradía celebra los 75 años de algo (de la aprobación de las reglas; de la bendición del Cristo que talló Illanes en sustitución del que quemaron los rojos; de la fusión con la Sacramental, o de lo que se tercie), sacan un paso en procesión extraordinaria, ¿no? Bueno, pues así hizo la Casa Miura para celebrar sus 75 años seguidos en esa plaza de mi barrio donde llevan corridos ya a lo largo de la Historia del Toreo nada menos que 169 encierros. Lo del domingo en El Arenal fue la procesión extraordinaria de los 75 años de Miura en la Feria de Sevilla. ¿Y qué sacaron? ¿Pues qué van a sacar? Algo de la casa: al nieto amado de Don Eduardo. A nada menos que un torero. Anda que no. No ni ná. A Eduardo Dávila Miura.

Eduardo salió en la procesión extraordinaria de los 75 años de Miura en forma de paseíllo, volviendo a vestirse de lo que es, de torero, con tal gallardía y naturalidad que parecía que había colgado los avíos ayer por la mañana. Sevilla sigue siendo Sevilla y la plaza del Arenal se ha hecho perdonar muchos pecados de eufóricas tómbolas de orejas y de vueltas al ruedo de toros. A Eduardo Dávila Miura le dio Sevilla lo que siempre se ha concedido en El Arenal: una oreja por una estocada de Benlliure. Estocada con la que "Barbareto" rodó como lo hacían los toros cuando Antonio Ordóñez les metía la espada en el rincón que Cañabate le sacó de pila.

Sevilla es agradecida con los que sabe figuras del toreo y no figurones mediáticos. Mientras que a otro que ha vuelto sin que nadie lo llame lo recibió con un Silencio de Primitiva Guasa de Sevilla, a Juan Antonio Ruiz "Espartaco" y a Eduardo Dávila Miura los acogió como el corazón torero de ambos se merecía. Y a Eduardo le dio esa oreja sevillanísima sólo por la estocá al toro de su casa. Así se cortaban las orejas en Sevilla. Pero así, ay, no las rebanaban los Lebrija cuando apuntillaban los toros. Los Lebrija sabían cortar sólo el "apéndice auricular", el pelo. No como ahora, que como las cortan unos banderilleros no vienen del Matadero, se las quitan a los toros como pingajos asquerosos de blanco tejido adiposo. El triunfo ya no es "tocar pelo": ahora es "manosear gandinga". Porque no les cortan las orejas a los toros: les sacan despojos de la cabeza. Dávila, en la triunfal vuelta de la ilusión de su vuelta, le tiró la oreja del pundonor a tres de sus hijos: Carmen, Rocío y Eduardo, porque Adelita, la más chica, de seis meses, estaba en su casa sin enterarse del pedazo de padre que tiene. La oreja que Dávila tiró a sus hijos la cogió Eduardo. Y era para ver, a pesar de la alegría, la cara de asco del pobre chaval al tener en la mano aquel pingajo asqueroso y sanguinolento... (Por cierto que en ese niño que recogió la oreja se hizo la Unificación de la Falange y del Requeté que no logró nunca Franco. Eduardo Dávila Escudero viene por el encaste paterno de Sancho Dávila, el fundador de la Falange en Sevilla, y por el materno de los Barrau, o sea, del Tercio de Requetés Virgen de los Reyes...) Y acabo como empecé, querido Eduardo, que como te gusta el Carnaval de nuestro Cádiz tanto como a mí sabes que las coplas han de tener un buen remate. El pundonor torero de Eduardo Dávila nos ha vuelto a demostrar que los toros de Miura tienen orejas. Y que Eduardo Dávila Miura tiene dos aquello que dijimos...

 

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