ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 9 de julio de 2015                 
                           
 

La casa de los futuros Cernudas

Cuando hace dos años murió el doctísimo profesor de Literatura don Francisco Márquez Villanueva, que tuvo que hacer su brillantísima carrera en universidades de los Estados Unidos como Harvard, porque el mismo omnipotente virrey académico que firmó los derribos de la Plaza del Duque le puso la proa en la Hispalense, las gacetas de Sevilla rescataron algunas de las entrevistas que le habían hecho durante sus visitas a esta su tierra. En una de ellas dijo una frase que tengo desde entonces apuntada en la libretilla de los asuntos sevillanos dignos de recordación y escritura. Dijo Márquez Villanueva al periodista que lo entrevistaba algo que me llegó al alma:

-- La casa donde yo nací ya no existe. La derribaron.

Es lo mismito que les pasa no sólo a muchos sevillanos ilustres, sino a los que no valemos un pimiento y no tenemos mayor mérito que haber nacido hace más de 50 años: la casa donde nacimos la derribaron. Somos la última generación quizá de sevillanos a los que nuestras madres parieron en su casa, con la sola asistencia de una matrona, a la que se llamaba con una palabra preciosa: partera.

A propósito del incierto futuro de la casa natal de Luis Cernuda en lo que hasta ahora ha sido la cristalería de la calle Acetres (nueva Milla de Oro de los Anticuarios, que antes estaba por Herrando Colón y los alrededores de la Catedral) hacía Alberto García Reyes balance de todas las casas donde nacieron sevillanos ilustres y no se sabe bien qué va a ser de ellas. Y es normal. Si Sevilla ni siquiera sabe que tiene en la cripta de La Anunciación un abandonado e ignorado Panteón de Sevillanos Ilustres, donde está enterrado Bécquer, ¿cómo se va ocupar de las casas donde nacieron sus poetas, sus pintores, sus artistas? Casas en muchos casos más falsas que un billete de 7 euros, como la llamada Casa de Bécquer en la calle Conde de Barajas, que es en realidad la casa del torero Antonio Fuentes, y cito como autoridad un verso de Aquilino Duque en "La calle de la Luna": "A casa de Antonio Fuentes/bajaban las golondrinas".

A mí las casas natales no me preocupan, porque es lo que suele ocurrir: que las derriban. Lo que me preocupa es que ya, pero ya, tenían que estar las clínicas y maternidades con más lápidas puestas que la natal fachada cernudiana de la calle Acetres. Digo clínicas y maternidades porque ya ningún sevillano nace en su casa. Incluso los utreranos no nacen en Utrera, ni los alcalareños en Alcalá: todos en un hospital de Sevilla. El helipuerto de las cigüeñas natales está en el Maternal, en el Sagrado Corazón, en Valme, en la Clínica de Fátima, en el Virgen Macarena, en ese Viamed que nadie llama por su nombre de Sor Ángela de la Cruz. O en Maternidades ya desaparecidas, como la municipal del Pabellón de México, frente al difunto Puesto de los Monos. Por ahí, por ahí podíamos empezar, y le brindo la idea al alcalde Espadas, porque va de lo suyo, de progresismo y tal. En la Maternidad Municipal del Pabellón de México nacían los niños de las familias más humildes. Y muchos que luego han sido grandes pintores, o poetas, o cantaores, o músicos, o imagineros, nacieron allí. ¿No había en los pueblos Lápidas de los Caídos, hasta que la Memoria Histórica de ZP desenterró los odios olvidados? Pues en el Pabellón de México, antigua Maternidad Municipal, donde nacían los niños pobres, o frente, en la Clínica de Fátima, donde nacían los niños ricos, podíamos ya poner, a falta de casas natales, esas colectivas Lápidas de los Nacidos Ilustres. Algo así como: "Aquí, en la antigua Maternidad que funcionaba en este Pabellón de México, nacieron los siguientes sevillanos ilustres..." Y ahí, con mucho espacio libre para los que hayan de cobrar fama futura, a cincelar se ha dicho los nombres de tantos cantaores, toreros, pintores, escultores, médicos, catedráticos, arquitectos, actores, que también podrán decir como el profesor Márquez Villanueva: "La Maternidad donde yo nací ya no existe. No la derribaron, pero ahora aquello es de la Universidad".

 

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