ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 10 de julio de 2015                 
                           
 

Sevillana velazqueña

Tengo sobre la mesa del escritorio hace tiempo un librito en octavo, de 116 páginas, en plan arpa del salón en el ángulo oscuro de Bécquer: esperando que un día me acuerde y lo comente. Ese día ha llegado. Es hoy. El librito, publicado por Cajasol, se titula "El Sevillanero" y recoge 52 letras de sevillanas, clásicas, populares o modernas, a modo de recuerdo y homenaje al anual almanaque que por la Feria editaba El Maestro Currito, José Antonio Herrera López, apodado también "Herrera el Hermoso". Para mí que, como el otro tradicional almanaque del festejo abrileño, el anuario de la Peña Er 77, recogía la tradición del "Sevilla en Broma" de Agustín López Macías "Galerín", que dejó de editarse con la guerra.

¿Que por qué ahora, con toda la calor, hablo de una publicación de Feria y de una recopilación de sevillanas? Porque pasa con la Feria como con la Semana Santa. En marzo, en plena Cuaresma, con los naranjos en flor, escribir de Semana Santa no tiene mérito. Como está chupado escribir de la Feria cuando ya suenan el cascabeleo y los palillos. Cuando hay que echarle dos cojones a escribir sobre cofradías es cuando la gente está veraneando en Chipiona. Y sobre la Feria, ahora, con 43 grados.

Ese "Sevillanero" hace la inmensa justicia de reconocer la autoría de las coplas más famosas, que nos sabemos todos. En esas paginas se proclama que "Pasa la vida" es de Manolo Garrido y Romero Sanjuàn; que "El embarque del ganao" es de Aurelio Verde, Moya y Campuzano; que el "Mírala cara a cara", de Manolo Melado y de Moya; que "Sevilla es la gloria de los cielos", de Manuel Pareja-Obregón; que "Algo se muere en el alma", de Manolo Garrido y de Garcìa; que "El desamor" es de Paulino González y de Feliciano Pérez... y así la lista completa de los 40 principales de las que ya son las sevillanas de todas nuestras vida.

Y junto a ellas, las clásicas, las corraleras, populares y anónimas, que cumplen el dictado de Manuel Machado. Nadie sabe quién las escribió, pero todos las cantamos. En el libro viene la letra que nos cuenta que "por el puente Triana, júi, pasa la Reina". Que debe de ser de cuando Isabel II vino a inaugurar el puente de su nombre, a visitar La Cartuja y a otros memorables hechos que documentan los cronistas del XIX. Y viene la letra de "Lo tiré al pozo, mi alma, lo tiré al pozo". Y la de "Tienes una cinturita que óle, óle, que te pareces". Y las más absurdas, como la de "Tengo un canario, y olé, tengo un canario en una canariera": ¿dónde lo vas a tener, carnes mías, suelto por la casa para que se escape o se lo coma el gato? O esa otra absurda que parece un anuncio precursor de Persán y de Saquito: "Pastillas de jabón, a real, pastillas de jabón". O la que emociona por su lirismo y la tristeza de su música: "Que está loquito por mí me dice al oido..." O incluso sevillanas aritméticas, de cuando no había calculadoras: "Si quieres que te cuente, mi alma, las veintisiete..."

Pero he buscado inútilmente dos coplas en "El sevillanero" y no las he encontrado. Como el que buscaba cara más bonita que la tuya hasta en la Macarenita, donde le dieron agua más fría que la nieve y en una talla. No he encontrado la de "Por la calle la Sierpes/ iba una rata/recogiendo colillas/con una lata". Y tampoco otra letra tradicional que cada vez se escucha menos, porque es políticamente incorrecta. Tanto, que se trata de la burla de un minusválido o por lo menos deforme. Me refiero a la cruel letra de la que se casó con un enano, salerito, para hartarse de reír: "Le puse la cama en alto/y no se podía subir". ¿Habrá mayor crueldad? Vamos, que ésta es de las que dejan el coche en el aparcamiento de los minusválidos, seguro. Y esperen, que el bordón o remate de la copla tiene todavía más mala leche: "Y esto sí que fue de veras,/que al bajarse de la cama, salerito,/se cayó en la escupidera". Yo la hubiera metido en "El Sevillanero" para demostrar lo que cambian los tiempos. Porque, total, ¿no pintó Velázquez unas sevillanas en forma de bufones enanos y de maribárbolas deformes para que la Corte se jartara de reír? ¿Por qué hemos entonces de avergonzarnos de la que se casó con un enano pá jartarse de reír, la hija de la gran puta?

 

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