A ver si me acuerdo de cómo era la frase que citan tan divinamente los tertulianos, porque servidor aún no ha aprendido a decir "poner en valor" ni "un antes y un después"... Ah, sí: era algo así como "se puede engañar a muchos durante algún tiempo, pero no a todos durante todo el tiempo". Eso era antes: a.C. No antes de Cristo: antes de Cataluña. El separatismo catalán ha conseguido engañar a todos durante todo el tiempo que han querido. Tirando corto, desde que don José Tarradellas (que en gloria esté) bajó del avión, se fue al balcón del Palacio de San Jorge, Suárez le entregó un bastón y nos dio con él a todos los españoles, a la par que decía lo de "Ja sóc aquí". Desde entonces los tenemos aquí, que no es lo mismo. No allí, sino aquí: en su pueblo de usted, en su ciudad, en su calle, en su vida cotidiana. Cataluña manda tela en toda España.

Todo este absurdo carísimo y despilfarrador de las autonomías viene de entonces. Los catalanes, de todas la vida, no quieren ser como los demás: quieren ser catalanes. Y por eso Franco les puso allí la Seat y Suárez, la autonomía que pedían. ¿Y qué pasó? Pues que como la gente es tan envidiosa, toda España quiso ser igual que los catalanes. Tener la misma autonomía. Para remate de los tomates, vino Clavero con uno de los dos más famosos cafés que se han despachado en Sevilla, a saber: los cafelitos que daba Mienmano en el protopelotazo de la corrupción cuando "Arfonzo" le puso un despacho oficial; y este "café para todos" de la España de las autonomías de Clavero. De esta manera, hasta Murcia y La Rioja tuvieron su autonomía. Y eso fue lo que emberrechinó a los catalanes: que Murcia y La Rioja fueran como ellos. Murcianos y riojanos querían ser como los catalanes, y ese fue el gran problema de esta España que se fragmentó como lingüísticamente la Romania. No que los murcianos y los riojanos fuesen como los catalanes, sino que los catalanes no admitían bajo ningún concepto ser igual que murcianos y riojanos. Querían ser catalanes.

Si no hubiera existido el "café para todos", los catalanes se hubieran tomado nada más que ellos solos el café cargado de su autonomía y los demás, nuestra achicoria de estar gobernados desde Madrid, modelo Territorio Insalud. Y no habría habido más problema de Unidad de España: preferente y turista, como en el Ave. ¿Y qué paso? Pues que Cataluña no quería ir en tren como todos. Ni incluso en preferente. Pedía un avión. Para largarse. Y se lo pusimos. Comodísimo. Carísimo. Es la teoría del fútbol del Barcelona aplicada a todo. Igual que "el Barsa es más que un club", la autonomía catalana no podía ser igual que todas, tenía que ser "más que el Club del Café para Todos". Y cogieron tal velocidad, pide que te pide y Madrid concede que te concede, que ya van por la independencia...

Y Madrid y el resto de España, entrando al trapo, y tragando. Y pagando. Y encima, tener que escuchar el "España nos roba". No, España no les roba a ustedes, señores: España no les deja robar, que es muy distinto. Y para que no nos acordemos de la mangoleta institucionalizada de Pujol y sus Siete Niños, y de la trincadeira del Tres por Ciento, son tan listos que convierten unas simples elecciones autonómicas en un plebiscito para separarse de España. Y el resto de la nación, ¿qué hace? Tragar. Dejarse engañar. El principal problema del 27-S no es lo del separatismo; es que nos han hecho creer a España entera que no son lo que son, unas simples elecciones autonómicas. Ellos les dan el carácter de plebiscito para la independencia. Nosotros nunca debimos tragar aceptando tal carácter. Se pongan como se pongan, para mí el 27-S es exactamente igual que el día en que Susana Díaz tuvo sus elecciones autonómicas y luego la hiciera presidenta el pacto con Ciudadanos, que esa es otra: el papelón que un partido que se presenta como la salvación de Cataluña, cual Ciudadanos, está haciendo en Andalucía como perpetuador y cómplice del Régimen de la Corrupción.

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