ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 1 de octubre de 2015                 
                                
 

Mi solución para la Madrugada

Es el secreto mejor guardado. Ni cuando los americanos preparaban el triquitraque atómico para Hiroshima. Ni cuando en plena guerra fría Estados Unidos y la URSS competían en la carrera espacial y la NASA guardaba los secretos para llegar a la Luna. Luna Pulida Cristañola, naturalmente, que era la de la época. Ni el secreto de la fórmula de la Coca Cola que guardan en Atlanta o de la receta de las croquetas que Ricardo tiene en su caja fuerte de la calle Hernán Cortés. Hay un secreto mejor guardado. En la calle San Gregorio. Se trata de la fórmula que acabe con los problemas de la Madrugada, que en madrileño saben que se pronuncia "Madrugá", lo cual me suena a Cádiz, a Pestiñá, Ostioná y Erizá. O sea, a ná.

Como el Consejo ocupa una casa antigua en la calle San Gregorio, hay filtraciones. No de agua ni de humedades, de las que se solucionan con ese producto que anunciaba en la tele un tío con un sombrero de ala ancha al borde de la piscina de su chalé, figurante que se parecía tela al Risitas de Jesús Quintero. Las filtraciones del Consejo se refieren a los altos secretos de la Madrugada y sus soluciones. Y espero que no sean verdad las filtraciones que me llegan, porque son descabelladas. Pero, vamos, de descabello al primer intento, de estar con el verduguillo anulador del sentido común mucho mejor que Roberto Domínguez andaba con la espada de cruceta.

Hay quien dice que la Madrugada se soluciona en plan Tussam y Renfe: con un intercambiador. Intercambiando El Calvario por la Esperanza Macarena. Pero hay quien dice cosas peores: que la Madrugada se soluciona...¡cambiando toda la carrera oficial, y no esa noche mágica y sagrada de Sevilla, sino toda la Semana Santa! No me quiero ni creer los disparatones que oigo: que las cofradías entren en la carrera oficial más o menos por un sitio tan típico y tan sevillano como Las Setas y que luego tiren por una calle de tanto sabor (y olor) como Velázquez y Tetuán. Va a oler a adobo de Blanco Cerrillo en vez de a incienso. Camino no de la Plaza de San Francisco, sino del Andén del Ayuntamiento. Vamos, que todas las cofradías van a imitar a Las Aguas del Museo por el Andén.

¡En ese plan también arreglo yo la Madrugada! Ya puestos así a cagarnos el intangible patrimonio inmaterial de la Carrera Oficial, yo me la llevaría, un poner, de la Puerta Jerez a La Enramadilla. Allí sí que no iba a haber ni tapones, ni cuellos de botellas, ni retrasos, ni ratoneras humanas como dicen que es ahora Sierpes en horas de cofradías, ni nada. O la SE-30. Tú te llevas la Madrugada a la SE-30 y se acabaron los problemas. Y de sillas, no te quiero ni contar el negociazo que puede hacer el Consejo cobrando abonos en la SE-30.

Mi tesis sobre la Madrugada no es mía, sino de Juan Ramón Jiménez: "No la toques más, que así es la rosa". En la Madrugada no sobran bullas, ni cofradías, ni nazarenos, ni músicos a razón de 7.000 u 8.000 por banda. Ni faltan calles anchas. Los que sobran en la Madrugada son los niñatos y las gentes a la que les importan un pito (y no del Silencio) las cofradías. La Madrugada se arregla, sin cambiar nada, quitando a 30.000 o 40.000 niñatos de las calles de Sevilla. Se coge, se organizan unos autobuses o unos trenes especiales, y se les manda de cachondeo y de pitorreo, que es lo que buscan, de botellona, a Costa Ballena, a Torremolinos, a Sancti Petri. Por ahí. Para que cojan allí las cogorzas que tengan por conveniente. ¿No hay viajes baratos del Imserso? Pues yo propongo viajes gratis total del Insnisevi, del Instituto de los Niñatos de Sevilla, para librarnos de ellos en la Madrugada. Y una vez libres de niñatos, a pedir carnés de sevillano se ha dicho. ¿No piden la cartulina del Consejo para poder entrar a las sillas de la Carrera Oficial? Pues lo mismo: pedir el carné de sevillano para acercarse a San Lorenzo, a La Resolana, a la calle Pureza, a San Pablo, a la calle Verónica o a Francos para escuchar El Silencio. La solución de la Madrugada es que nos la dejen para los sevillanos. Como siempre lo fue. Y los experimentos, con gaseosa La Casera, señores del Consejo.

 

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