Para perder en poder en España no hay nada como ganar las elecciones. Sobre todo si eres la derecha. Quien más razón llevaba era Fraga antes de fundar AP, que cuando era ministro de Información y Turismo en el franquismo, para traer guiris que nos equilibraran la balanza de pagos con sol y playas, se inventó lo de "Spain is different". Si no diferente, bastante rarita sí que es España. No creo que en ninguna otra nación civilizada la forma más segura de perder el poder sea ganar las elecciones. ¿Se imaginan que en Estados Unidos un partido de nueva planta, formado ayer por la mañana, el 15 de mayo de 2011, desbancara el equilibrio entre republicanos y demócratas y dejara el sistema en perri? ¿Se imaginan que el Reino Unido se levantara un día con la vieja alternancia entre conservadores y laboristas y se fuera a la cama aquella noche sin saber qué chusmocracia o gentuzocracia, nueva en esta plaza de Trafalgar Square, va a pactar para gobernar sin otro horizonte que echar al inquilino del 10 de Downing Street?

Ojú. No se me ocurre otra palabra más que "Ojú" para describir el futuro inmediato de la Patria en los próximos días, en los que si sale con barbas como las del Rajoy puede ser San Antón y, si no, la Purísima Concepción. Sí tengo claro a esta urgente hora de escenarios, volatilidades, remontadas y mareas que los llamados partidos emergentes, ¡abajo el periscopio!, pueden sumergir a nuestra Patria en el más absoluto caos de la ingobernabilidad, Ojú, ya he dicho dos veces la palabra Patria. Es que todavía no me ha dado tiempo instalar el programa de traducción simultánea que te pone esa honorable palabra directamente en venezolano.

Hasta ahora los dos grandes partidos se habían repartido la tarta. Como estamos en Sevilla y en Jornaditas castillejeras de Navidad, mejor que tarta diríamos tartera. Pero ya no hay tarta ni tartera. No sé si habrán observado que en el Cortiglés ya, antes de la Nochebuena, promocionaban en estos días los Roscones de Reyes. Los emergentes han cambiado la tarta por el Rosco de Reyes. De momento cada uno tiene su trocito de rosco. La tarta que antes se repartía entre dos, ahora es roscón para cuatro o cinco, mareas incluidas, no precisamente mareas vacías, sino Mareas de Santiago, porque la cosa va de paisanos de Rajoy. Ea, ya tenemos repartido el Rosco de Reyes, pero aún no sabemos a quién le tocará el premio del poder.

Algunos se conforman llamando "cultura de pactos" a este "ojú" del desastre que parece decir adiós al sistema bipartidista de los países civilizados, o sin ir tan lejos, de la propia España, donde a la CEDA, que era un bloque de toda la derecha, le ganó el Frente Popular, que era la unión de toda la izquierda, provosioviética por cierto, como ahora parece que ha roto en provenezolana y procubana. O en tripartita, en el mejor de los casos. Que me recuerda lo que decía El Marqués de las Cabriolas en su Caseta de Er 77: "El tripartito es lo que suelen formar los que quieren tener la tripa hartita".

Veo que tras grandes esfuerzos hemos hecho a España ingobernable. El problema es que no sé si tendremos que aprender a hablar en italiano o en venezolano. La ciudadanía (y el ciudadanío, no olvidemos la igualdad de género) así lo han querido. Pueblo ingrato, desagradecido, que así premia a quienes nos evitaron ser Grecia y rescatados por la Unión Europea, si bien no cumplieron parte del programa, no derogaron desastre alguno de los promulgados por ZP y se avergonzaron de ser lo que son, poniéndose de perfil según las instrucciones recibidas de Arriola, que ha logrado hacer huir a los votantes, mientras que el rojerío de puño cerrado y expropiación de Podemos tiene a orgullo desafiante ser lo que es, y peor que se va a poner. Y al final, pero no lo último, los catalanes. Si no quieren ser españoles, ¿por qué puñetas mandan diputados a la Madrid? Ah, sí, para hacerle el "caganet" a la Patria y decir que son "la delegación diplomática de la República Catalana". Eso le llaman ahora a seguir trincando la pela de la España opresora...

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