ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  8 de marzo  de 2016               
                             
 

Valentía, por caridad

Siento en el alma que más de siete cofradías, y más de ocho, se vayan a dar por aludidas, pero esto es lo que hay. Norma de la casa. Si no hacemos correcciones fraternas a lo que amamos, ¿qué fuerza vamos a tener para largar fiesta contra cuanto odiamos? Den por escrito, y floreado como una retreta de Caballería delante de la Cruz de guía de la Carretería, el debido elogio de las cofradías. Pero me acuerdo en este punto del verso sobre Sevilla que el hermano de Manuel Machado atribuyó a su apócrifo Abel Infanzón, y siguiendo las divinas enseñanzas de que la Verdad nos hace libres, me atrevo a decir: "Cofradías sin cofrades, ¡qué maravilla!

¿A qué vienen tantos paños calientes iniciales, que yo mismo acabo de enfriar con el doblemente falso apócrifo machadiano? Pues viene por la virtud teologal de la Caridad. Por una de las tres que están en el frontón de la puerta de la Iglesia del Señor San Clemente, que la gente no sabe es la dedicación del Sagrario de la Catedral, donde tantos años de juventud pastoral vivió como coadjutor el santo Don Publio, al que ayer enterraba el Cabildo Catedral con sus ritos funerales tradicionales, menos mal que con ellos no ha acabado la museificación del templo metropolitano, patriarcal y turístico.

Las cofradáas parece que le tienen el mismo miedo que el común de los sevillanos a la dictadura de lo políticamente correcto, cuando ahí tienen el ejemplo de la Espá Esnúa del Silencio, que la sacó en defensa del Dogma de la Purísima cuando había que desenvainarla, contra viento y marea de lo que dijera la lengua de la gente. A veces las cofradías parece que se ponen de perfil, al lado de esos concejales rogelios que no sé en qué ciudad viven, cuando presentaron al pleno municipal la afortunadamente rechazada moción de la Sevilla Laica, para que se borrara toda huella de sentido religioso en los actos públicos del Ayuntamiento. Contra lo que decían estos prendas, se esgrimió la labor social de las cofradías. Ay... ¿Labor social? ¿No serán sus obras de caridad por un casual? El enemigo siempre nos derrota con las armas de su lenguaje; hasta que lo adaptamos como propio, no paran. Miren lo que pasó con la ETA, que hasta los ministros acabaron llamando "cúpula militar" a la dirección de la banda de pistoleros asesinos. Y miren lo del separatismo catalán, que hasta los que defienden la Unidad de España se refieren al "proceso", al "derecho a decidir" y a todas sus trampas verbales. Con las cofradías ha ocurrido tres cuatros de lo propio. Para defenderlas ante el sunami de laicismo que quiere llevarse por delante la Sevilla más tradicional, se ha esgrimido su "labor social". No, mire usted: las cofradías no hacen "labor social", hacen caridad cristiana, que no es lo mismo, sino mejor, porque se hace en nombre de Cristo y de nuestra Fe.

Me acuerdo cuando mi alfayate iba con su farol de cruz de guía ante el Señor de Sevilla, en que la Hermandad del Gran Poder fue de las primeras que tuvo organizada su Bolsa de Caridad en edificio propio de la calle Hernán Cortes, fuera de la parroquia de San Lorenzo donde entonces radicaba. La del Gran Poder era "Bolsa de Caridad", ¿passsssa algo?, y no "Bolsa de Acción Social". Ahora, en cambio, veo que existen hermandades con sonoras y públicas Obras de Acción Social, con Obras Asistenciales, con Delegaciones de Solidaridad. Vamos a ver, seamos serios: de esas cosas, ¿no se ocupaban los Diputados de Caridad de toda la vida de Dios en las juntas de oficiales? Ah, ya: la Caridad no está de moda, porque supone un sentido cristiano de la ayuda al prójimo, y hay que plegarse a los tiempos... ¿Plegarse? Ese es el problema. La falta de valentía en la defensa de nuestra Fe y de nuestro orden de valores y principios cristianos. Así que, hermanos de las cofradías de Sevilla: tengan, por favor, la valentía de llamar caridad a la caridad cristiana y no disfrazarla de civil solidaridad o acción social para hacerse perdonar la vida... ante los que nunca nos la perdonarán

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