ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 15 de julio de 2016               
                             
 

Lobby a la sevillana

Como decía aquel anuncio cantado de la vieja radio: "Yo tengo fe en mi café,/mi café Saimaza". Y como Víctor García-Rayo: "Yo me entiendo". Entiendo que el Consejo de Cofradías ha dejado de ser de Hacendado y ahora "siempre en mi taza (de Las Lapas), café Saimaza". Café oscurito, como esta fábula sin nombres propios y sí con mucha Esperanza que acaban de escuchar en la radio de cretona. Y hablando de radio, el otro día Paco Robles se planteaba en su programa de la Cope lo que quiero aquí seguir meditando.

-- ¿Con la calor que hace y se va usted a poner a meditar? Eso es para el invierno, hombre, las meditaciones cuaresmales y esas cosas.

Pues con la calor que hace me pongo a considerar. ¡Digo! A meditar lo que Paco Robles planteaba: si las cofradías y más concretamente su Consejo mandan en Sevilla lo que la gente cree que mandan o si eso pasó a la historia, y que ahora hay otro lobby a la sevillana que es el que de verdad tiene influencia e importancia y funciona como un grupo de presión ante el Ayuntamiento. Me inclino como la Torre de Pisa ante esta realidad: para mí que las cofradías ya no mandan en Sevilla lo que mandaban. Y que el Consejo, con quienes que ha tenido al frente, pues ¿para qué te voy a contar, con esas lumbreras refulgentes (¡tararí!) que lo han dirigido desde que se fue Manuel Román? Ni en los asuntos de cofradías y de Semana Santa ha mandado en estos años el Consejo. En la Semana Santa manda ahora el Cecop. Más que el arzobispo. Aquí se hace en Semana Santa lo que dice el Cecop. Y fuera de la Semana Santa, en cuestión de cofradías, también. Las hermandades de gloria salen no tras pedir la venia a Palacio, sino permiso al Cecep, que a veces les dice que mejor que se queden en casita, porque no hay guardias municipales suficientes para atajar las calles.

¿Volverá la influencia del Consejo ahora que en la calle San Gregorio sirven Saimaza y no café de pucherete? ¿Volverá a partir el bacalao (y el senatus, y la bandera pontificia) el lobby cofradiero que tanto mandó en Sevilla durante tanto tiempo? Me parece que no. Ante la falta de autoridad y el papafriteo de la calle San Gregorio, el sitio del lobby más poderoso de Sevilla se lo han cogido a las cofradías. El lugar que ocupaba, de momento, lo han llenado de veladores. Porque ahora es el lobby hostelero el que manda en Sevilla lo que antes mandaban las cofradías. Tela. El "horror vacui" barroco. El que dejó de tener influencia en Sevilla perdió su silla. Ahora son los hosteleros los únicos que ponen firmes a ese Cecop ante el que hocican las cofradías y su Consejo. El Cecop puede decir lo que quiera, pero yo he visto veladores puestos en la Plaza de San Francisco con los palcos armados o con los palos del Corpus hincados y tendiendo las velas. Zoido no pudo con el lobby hostelero. O no quiso poder. Porque con 20 concejales, 20, ya me dirás: ¡habría llegado cerca el lobby hostelero y su dictadura callejera del velador si Zoido decide mandarlo a la porra! Y me da la impresión de que a Espadas también se le ha subido a las barbas el lobby hostelero. Lo de La Raza y el Bar Citröen parece que un golpe de autoridad en forma de escarmiento, como cuando el César mandaba diezmar a las legiones romanas que chaqueteaban, o los rojos fusilar a los milicianos que retrocedían ante los nacionales en nuestra guerra incivil.

¿Qué le da a Sevilla el lobby hotelero para que nadie le tosa? Quizá un tópico: que el turismo y la hostelería son nuestra primera industria, la que mueve la sevillana economía. Que no es tal industria, sino sector servicios puro. Usan la coartada continua de los puestos de trabajo. De empleos precarios y temporeros aquí nadie dice nada, ni que los camareros cada día son peores y menos profesionales. Pero ahí están, que el dueño del Bar Manolo y sus siete mil veladores manda al alcalde a por tabaco cuando le da la gana. Y en cambio los del Airbus, fíjese usted, tan poco mandan en la ciudad que la gente ni siquiera saben que están aquí. ¡Las cosas de Sevilla!

 

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