Me encantan los palabros que se han inventado los políticos y técnicos municipales, que les dan un avío tremendo y no se les caen de la boca, como lo de la accesibilidad de la viabilidad de la movilidad para la sostenibilidad. Me recuerdan el trabalenguas que decíamos los escolares de la Doctrina Cristina en la calle Guzmán el Bueno, ¿verdad, querido condiscípulo Antonio Dubé de Luque? Sí, lo de: "Carne pilopitrópica de la pilopitropiquería".
Pues la demagógica carne pilopitrópica de la pilopitropiquería para echarla a las votantes fieras radicales y complacer así a los partidos de los descamisados, socios del alcalde, es dar mucha importancia a la accesibilidad de la viabilidad de la movilidad sostenible. A base de millones, claro. Como no era de Carnaval, ni del Selu ni de Juan, no me quedé con la copla de lo que dijo la otra mañana Paco Robles en su programa de la COPE: que el Ayuntamiento se iba a gastar otro millón de euros más en el carril bici. ¿Será por euros y será por carril? No sé si millones de los fondos europeos o del fondo de nuestros esquilmados bolsillos de apoquinantes del IBI, de la zona azul, de las multas y de lo que haga falta para la sostenibilidad de la derrochidad de la municipalidad. El caso es que lo había anunciado ese don Antonio Muñoz que es a Espadas lo que Gregorio Serrano a Zoido, pero en rapado. Que se iban a gastar más de un millón de euros en poner el carril bici más de dulce todavía, y en alargarlo por donde fuera menester, en aras de la dictadura de las dos ruedas que padecemos los peatones sevillanos.
Y digo yo: igual que hay un Defensor del Pueblo Andaluz, que es algo que no existe (el pueblo, no el defensor). Y lo mismo que hay un Defensor del Ciudadano. Y un Defensor del Menor, que es más bien el Ofensor de la Fiesta Nacional, por el por saco que se dedica a dar a Rivera con su niña. Rivera Ordóñez, naturalmente, porque a Albert Rivera, ni le tose. Como no le tose a la podemita y millonaria señora Bescansa cuando a costa de su pobre niño de pecho monta el demagógico numerito de la lactancia en su escaño y por poco escoña al niño. Igual que esos carguetes de la mamela, ¿por qué no creamos el Defensor del Peatón Sevillano, que hace mucha más falta? ¿Por qué nadie piensa en la movilidad del peatón, que en su caballo de San Fernando, un ratito a pie y el otro andando, tiene que ir en una carrera de obstáculos entre carriles bicis, ciclistas por las aceras, veladores, jaimas y casetas como de feria para los mismos, marmolillos, buzones de correos, cajas de regulación de los semáforos, estacionamientos de motos y señales de tráfico, y no encuentra por donde caminar tranquilamente en las aceras? Si hubiera Defensor del Peatón, pasar por la calle Joaquín Guichot o por Albareda no sería aventura digna de Indiana Jones, que no hay forma de atravesar aquello entre los veladores. Si hubiera ese Defensor, la Avenida sería auténticamente peatonal, como nos la vendieron, y no donde tienes que encontrar un hueco para caminar entre tranvías, bicis, patinadores, segways, veladores, estatuas humanas, músicos ambulantes, flamencas taconeando sobre un tablero de Leroy Merlín, mantas de los negros que venden bolsos falsificados y autos de la Unión Deportiva Las Palmas, perdón, de la Policía Local, que también se meten por allí de vez en cuando, para que los manteros de los pañuelos, los cinturones y las gafas salgan de naja con su hato de mercancía cuando los ven, arrollando peatones en su huida despavorida, ora por la calle Sánchez Bedoya, ora por Almirantazgo. --PUNTOAPARTE--
El Defensor del Velador existe, que es el alcalde Espadas, que prometió quitarlos y cada vez autoriza más, porque ahí el Ayuntamiento trinca. El Defensor del Ciclista por las Aceras existe, que son los podemitas e islas adyacentes. Los indefensos somos los peatones. Así que, oído cocina:
-- ¡Que sea una de Defensor del Peatón!
-- ¡Marchando! Pero tiene que ser marchando en bicicleta y por encima de la acera, para que así lo respete demagógicamente el Ayuntamiento y lo haga dueño de la ciudad...
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