ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  13 de octubre de 2016
                             
 
La Ciudad del Malaje
Hay algo que nunca me expliqué: cómo si la palabra "malaje"
que viene del "mal ángel" que tiene una persona, el DRAE la
escribe con jota, en lugar de con ge, que sería lo lógico. Ahí
empieza el malaje. Como otra contradicción, y grande, es que a
Sevilla la conozcamos como "La Ciudad de la Gracia", por la que
divagó Izquierdo, cuando en plan Jano de la fuente de la Casa de
Pilatos frente a esa ciudad, o por debajo de ella, o al lado, o
en la otra cara, hay una "Ciudad del Malaje". Por la que, por
ejemplo, divagan Paco Robles y Eusebio León haciendo colección de
camareros malajes, que los hay a manojitos. Sentemos, pues, una
tesis tan atrevida como cierta: tan sevillano como la gracia es
el malaje. Es más, sin tanto malaje como anda por ahí, no
tendrían mérito los pocos tíos con gracia que nos van quedando.
Que es otra cosa que el simpático profesional, modelo Los del Río
o Los Compadres. En Sevilla cada vez hay más simpáticos
profesionales, simpáticos con carné, simpáticos fijos de
plantilla. Los de la falsa gracia obligatoria, que algunos hasta
nos dan coraje de tanta simpatía. Ya lo han dicho las autoridades
en materia malajística hispalense: en un restaurante, mucho mejor
que un metre simpático profesional es un camarero malaje de toda
la vida, de los que parece que te están haciendo un favor
sirviéndote.
        Se habla mucho del malaje con la bandeja en la mano o tras
la barra, pero malajes los hay en todas las actividades y ámbitos
de la ciudad. De momento Sevilla ha tenido grandes alcaldes
malajes. Si echamos las cuentas, más que alcaldes con gracia.
¿Dónde me dejan el malaje de Manuel del Valle, o el de Soledad
Becerril? Los preferí siempre a la simpatía impostada de
Monteseirín. Concejales malajes ha habido y habrá tela. Y que no
falten. Y funcionarios malajes, ni te cuento. Es más, yo creo que
en las oposiciones a funcionarios de las Administraciones hay
unas pruebas de malaje, de forma que por muy bien que haga el
resto de los ejercicios pierde la plaza quien dé negativo de
malaje. ¿Y en las bancos? ¿Habrá algo más malaje que un
ventanillero de banco? Con las fusiones bancarias, las
jubilaciones anticipadas y la reducción y cierre de sucursales,
los bancos se han quedado como las últimas grandes reservas de
malajes en puestos de atención al público. Como cada vez mandan
menos personal a las sucursales, los dos o tres amargados que
quedan en cada oficina dan un recital continuo de malajidad. Un
lector nos cuenta: "En la oficina donde tengo los ahorros y los
recibos domiciliados hay una señorita que es lo máximo en
malajura. Te echa patrás con la mirada. Te mira de arriba abajo
como perdonándote la vida y mira otra vez para el ordenata
haciendo sus cosas. Cuando le da la gana te vuelve a mirar y te
dice: «¿Qué quería usted?» Y servidor, hasta las trancas, le dice
con voz bajita, susurrante: «¡Hacer un ingreso!». Respuesta:
«Para ingresos tiene usted la máquina, vamos, el cajero». «Es que
yo no entiendo la máquina, señorita. ¿tendría la amabilidad de
hacerme el ingresito, por favor, como cliente que soy, mire
usted, de toda la vida». Se lo piensa y suelta: «Por esta vez le
cojo el dinero, pero ya sabe usted que para la próxima, al
cajero». Le faltó decir "so mamón"."
         ¿Y los dependientes malajes? Al margen de la Ley de
Arrendamientos, de las franquicias y del cambio de costumbres, a
muchos comercios tradicionales se los han cargado lo malajes que
eran sus dependientes de toda la vida. Malajes de toda la vida.
Sevillanísimos, eso sí. Como nuestro máximo poeta, Luis Cernuda,
es quizá el mejor ejemplo del malaje sevillano. Era esquinaete y
tirando a sieso el hombre. Su mala sombra fue la que le dio tan
gran luz a sus poemas. En Sevilla hay personajes malajes, calles
malajes, taxistas malajes, cocheros malajes, artistas malajes,
catedráticos malajes, médicos malajes, abogados malajes, casetas
de feria malajes. ¿Cuántos malajes salen en el Corpus? Así que
menos hablar de la Ciudad de la Gracia y más de la Ciudad del
Malaje. Que como la Religión Católica, es la verdadera.
 

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