ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  30 de noviembre de 2016
                             
 

Ciudades clonadas

 ¿Se acuerdan de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta y que era igualita, igualita que su donante? El prodigio científico ocurría en el Reino Unido. Donde ahora no los investigadores, sino las autoridades municipales de Westminster, en Londres, la capital del mentado y por algunos envidiado beritánico Reino, han descubierto algo mucho mejor: la vacuna administrativa contra la clonación centro de las ciudades con la proliferación de las franquicias globalizadas y la desaparición progresiva del comercio tradicional que daba carácter y personalidad a sus calles.

Hay muchos días en que quiero ser inglés, y volví a sentir tal deseo cuando leí la crónica que Luis Ventoso publicaba en ABC desde su corresponsalía en Londres. Para conservar el carácter histórico y gremial de la calle de las sastrerías a medida, de Saville Row, verdaderos templos del arte sartorial de la aguja, el jaboncillo y los hilvanes, museos de un viejo oficio, la municipalidad del Westminster ha prohibido que allí se instalen las grandes cadenas comerciales globalizadas, después que los alfayates del lugar pusieran el grito en el cielo al ver llegar una tienda de Abercrombie de ropa para niños, al lado mismo de donde se visten los caballeros de paraguas perfectamente plegado, raya del pantalón planchada como con tiralíneas y sombrero de hongo. ¡Y eso que era una tienda más bien pija, y no la ordinariez de una hamburguesería o una pizzería "low cost", que todo podía haber ocurrido!

Como soy hijo del fernandino Real Cuerpo de Maestros Sastres de Sevilla, la última vez que pasé, hace ahora un año, por Saville Row, me acordé de dos cosas. La primera, de la sastrería de mi padre. Sobre las mesas de los talleres, en aquellos sótanos visibles desde la calle, estaban sus mismos avíos de trabajo: el cartabón, la regla, la amarilla cinta métrica, las grandes tijeras que encallecieron su mano, el arte de la medida en las blancas, celestes o rosas trazas de los paralelos y meridianos del jaboncillo. De lo segundo que me acordé en la refinadísima Saville Row fue de las viejas calles gremiales de nuestras ciudades españolas, que hasta quedaron en el nomenclátor: Chicarreros, Chapineros, Cedaceros, Alcuceros, Manteros, Colcheros... Londres ha tenido el paladar de mantener estas calles gremiales que desaparecieron en nuestras ciudades. Y ahora, para evitar la llegada de los bárbaros del Norte (de América) en forma de franquicias y la ruptura de ese encanto que atrae a los visitantes, han decidido también en Mayfair, como me entero por Luis Ventoso, que Jermyn Street, paraíso de las camiserías y de la confección de caballero, se mantenga sin mezcla de mal alguno de franquicia. Y que Saint James deberá seguir siendo zona de clubes de caballeros: y Portland Place, de embajadas; y Harley, de clínicas médicas.

¡Igualito que nuestras calles de los centros de las ciudades españolas, que parecen ya hechas con fotocopia! Tenemos unas ciudades clonadas, donde la calle mayor comercial de Cádiz cada vez se parece más a la calle mayor comercial de Badajoz. Calcaditas. Clonadas. Antes llegabas a una ciudad y sabías que donde veías la tienda de Zara era el centro. Ahora llegas, y donde ves el Zara, y el MacDonald, y el Burger King, y el Starbucks Cofee, y el Stradivarius, y el Mango, y Los 100 Montaditos, sabes que hubo antaño una calle de comercios tradicionales, centenarios algunos, que le daban carácter a la ciudad y que ya difícilmente encuentras en remansadas capitales que a mucha honra conservan su sabor provinciano, como Oviedo o Palencia. Aquí que imitamos todo lo malo que viene de fuera, deberíamos copiar a Londres en su defensa del carácter de Saville Row. No nos quedan calles con ese viejo sabor gremial de los comercios tradicionales. La Ley de Arrendamientos Urbanos les dio la puntilla. Ya digo, los centros de nuestras ciudades están ya muchísimo, pero que muchísimo más clonados que la oveja Dolly.

 

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