Los obituarios del banquero dan José Antonio Sánchez Asiaín, el hombre fuerte del Banco de Bilbao cuando era sólo El Bilbao y aún no una sopa de letras de entidades fusionadas, me ha llenado de nostalgia. Sobre todo al ver, junto a su retrato de lumbrera de Deusto y de gran estudioso de la economía de la guerra civil española, la imagen de su gran obra. Una nostalgia. Casi una pieza de museo. Lo que los cursis llaman "vintage", en perfecto Idiotés. Me mueve este artículo, pues, la imagen de la primitiva tarjeta de crédito del Banco de Bilbao, con su marchamo estadounidense de "Bank Americard" bajo de su rótulo y las tres franjas de color, inconfundibles como una bandera de la Guerra del Plástico que Asiaín había declarado, con prontos avances y conquistas. Ay, qué nostalgia de aquellas primeras tarjetas de crédito, los primeros "plásticos" del Banco de Bilbao, con sus tres franjas de colores, como una bandera de los tiempos económicos que se avecinaban: azul, blanco y albero.

Igual que el otro día me preguntaba de qué hablábamos en la cena de Nochevieja antes de que existieran los teléfonos móviles y la gente se preguntara si según el protocolo hay que colocarlos a la derecha o a la izquierda del plato, ahora me hago otra gran interrogación, evocativa: ¿te acuerdas cuando no había tarjetas de crédito y se pagaba con dinero? Si los anuncios de Cristóbal Montoro se cumplen sobre el techo máximo de 1.000 euros, 1.000, abonables en efectivo, el dinero, el vil metal de papel, llegará a ser casi una pieza de museo, con esto de que ahora, además, no solamente se puede pagar con la tarjeta de crédito, sino incluso a través del teléfono móvil.

Cuando Asiaín lo importó del Bank of América llevábamos en el bolsillo sólo su precursor plástico bancario. ¿Cuántas tarjetas llevamos ahora en la cartera? Hay hasta billeteros-acordeón, para portarlas todas juntas. O sea, la mejor manera de que cuando un ratero te la robe, los disgustos vengan todos juntos, y te encuentres "in puribus" en económica materia de instrumentos de pago.

Aunque se le haya hecho justicia a Sánchez Asiaín como precursor y gran promotor del plástico bancario, debo decir que el gran divulgador del uso de la tarjeta de crédito en España, y varios años antes que el Banco de Bilbao, fue don Ramón Areces, con su tarjeta de compras de El Corte Inglés. Cuando Don Ramón abrió en 1968 su gran centro comercial en la Plaza del Duque, los sevillanos descubrimos qué era una tarjeta de crédito, el milagroso plástico blanco ribeteado de verde, y empezamos a escuchar en cada caja la frase ritual:

--¿Con tarjeta o en efectivo?

Frase a la ahora habrá que responder, si compramos algo de más de 1.000 euros:

-- Con tarjeta, hija, con tarjeta. Porque, si no, se entera Montoro y me cruje...

Pero hubo otros precursores de la tarjeta de crédito. De esa época fue la del Club Meliá que se inventó don José Meliá para su cadena de hoteles. Y empezaron a ofrecer en España la tarjeta americana del Diners Club, que era un raro instrumento de pago como para restaurantes, que no aceptaban casi en ningún establecimiento. Por no hablar de los que somos socios fundadores de la tarjeta de American Express en España, y que para ello tuvimos que hacernos obligatoriamente clientes del Banco Urquijo, el único que tenía la exclusiva de extendértela.

Así que loor, pues, a Sánchez Asiaín por habernos familiarizado con la tarjeta de crédito o de débito; pero junto a don Ramón Areces, que fue quien de verdad nos enseñó a los españoles lo que era una tarjeta de compras, la blanca y verde de El Corte Inglés, y a saber responder cuando la niña nos preguntaba si en efectivo o con tarjeta, y la pasaba por la que se llamaba "bacaladera", sacando el original del pago que debías firmar y una copia con papel carbón que no había quien fuera capaz de leer lo que ponía...

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