ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 22 de mayo de 2017
                               
 

Mateosjago peatonal

Sin necesidad de que unos desahogados quieran vivir de la Junta fundando la Academia Andaluza de la Lengua, aquí defendemos desde tiempos de Rege Carolo el habla sevillana e incluso tratamos de darle un cierto lustre literario. ¿Betunería lingüística, dice? Pues si lo quiere mirar por ese lado, sí. Aunque ya en Sevilla no quedan ni salones de betunería ni limpiabotas, que se considera oficio infamante. Con lo que nos gusta a los sevillanos llevar los zapatos limpios, ¡la de empleos que podrían crear el cepillo y la crema Tractor! Pero no vamos a eso. Vamos con la Segunda Peatonalización. Igual que la Junta de Andalucía habla de la Segunda Modernización, el alcalde Espadas se ha empeñado en la Segunda (o Tercera, o Cuarta) Peatonalización. Ahora con esa calle que se escribe Mateos Gago, pero que no hay sevillano que no pronuncie como la he transcrito en el título: "Mateosjago". Don Francisco Mateos Gago (Grazalema, 1827-Sevilla, 1890), catedrático de la Universidad de Sevilla, canónigo de su Catedral, teólogo en el Concilio Vaticano I, tiene dedicada la calle de la Borceguinería desde 1893 y con todo merecimiento. Fue un grandísimo defensor del patrimonio histórico de Sevilla, y se opuso tenazmente a los derribos de las puertas y murallas, y de los templos y conventos que demolió la Desamortización de Mendizábal y la Septembrina. Merecería que alguna asociación proteccionista del Patrimonio llevara su nombre, porque su labor fue tenaz y valiente, aunque valió para lo que suelen estas cosas en Sevilla, como la de Romero Murube con la Plaza del Duque: para absolutamente nada.

Traigo Mateos Gago al artículo porque este alcalde que nos prometió que libraba a Sevilla de la plaga de veladores y de momento sólo le ha buscado la ruina a la familia Hernández y a los trabajadores de la centenaria Confitería La Campana, ante tantas denuncias sobre la selvática proliferación de veladores en esa calle, que no te dejan dar un paso por sus aceras, y que las madres con cochecitos de niños chicos han de echarse a la calzada, a riesgo de que las pille un coche, se habrá preguntado: "¿Qué jago con Mateosjago?". Y en vez de ejercer la autoridad y aplicar la ley, y dejar aquello como La Campana, y con mayor argumentación, sin un solo velador, porque desde La Campana no se ve la Giralda, no, han ido por todo lo contrario, demagógico, perrofláutico y fácil: la peatonalización. Su argumentación ha debido de ser: "¿Que Mateos Gago está llena de veladores y que por las aceras los peatones no pueden andar? Pues que se fastidien los coches. Fagamos una Mateosjago peatonal tal, que los coches se vayan a tomar por saco, y que puedan llenar aquello de veladores sin estorbos de transeúntes".

No sé si han reparado en eso, pero con la peatonalización de Mateos Gago queda Sevilla mucho más cortada en dos a efectos de la circulación en coche intramuros de la Ronda. En Sevilla hay ya a efectos de la circulación un Muro como el de Berlín. Está cortada en dos por la calle O´Donnell. Para ir de La Magdalena a La Encarnación, no veas el rodeo que tienes que dar: ustedes lo han padecido y les ahorro la descripción. Pero es que con Mateos Gago cortada, ¿cómo se sale y a dónde cuando, tras muchos rodeos, consigue uno bajar desde La Alfalfa hasta El Salvador, la Plaza de San Francisco y Hernando Colón para buscar Santa María la Blanca?

Y dicen peatonalización, pero luego ni es peatonalización ni es nada. Basta con que se fijen en la Avenida. Si vas de peatón, si no te pilla el tranvía, te arrolla un ciclista, o un patinador, o los turistas del artefacto de dos ruedas que alquilan en Sánchez Bedoya y van en manada con casco, y no puedes andar por causa de los veladores. Peatonalizarán Mateos Gago para nada. Bueno, sí: a mayor honra y gloria del velador, de la sangría y de la paella que huele a perros muertos. Y es que los automovilistas sevillanos se tragan todas las perrerías municipales sin rechistar. Pero quite usted los veladores en Mateos Gago tal como prometió, señor Espadas, verá la que le lían con la coartada de los puestos de trabajo.

 

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