ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 11 de julio de 2017
                               
 

Paquita Rico, Pemán y Luca de Tena

Era voz común por la Triana donde había nacido en el Corral de la Perla y crecido de niña en la calle Fabié (que es como ese revellín de una muralla de sueños y leyendas que tiene la Calle Larga para salir al río), que aparte de hija un pescadero del Barranco, Paquita Rico era de una familia de artistas, emparentada, nunca supe en qué grado, con el pintor José Rico Cejudo, el que, como tantos artistas sevillanos de su época, tomó los pinares alcalareños y las riberas del Guadaira como Bosque de Barbizon para su paisajismo.

Hay dos Paquita Rico: la de la canción andaluza y la del cine. Tuvo la inmensa suerte de alcanzar los tiempos gloriosos del cine español, cuando en los rodajes había dinero y se hacía dinero; cuando las películas llevaban su voz y su imagen por todos los pueblos de España. Suerte que tuvo Paquita, que tuvo Juanita Reina, que tuvo Carmen Sevilla, que tuvo Sarita Montiel, pero que, en cambio, no alcanzaron Doña Concha Piquer, "Filigranas" aparte, ni Marifé de Triana, siendo ambas las dos grandes glorias que fueron.

A otras estrellas de la canción las conocía la gente de los teatros, del Disco del Oyente, de las coplas que las madres cantaban en el refregador de la común pila de lavar del patio del corral. A Paquita Rico se la conocía del cine. Tuvo la suerte de que, primero, la descubriera para los teatros Pepe Pinto; sí, el marido de Pastora Pavón, el que más sabía del cante de la ópera flamenca, que aún está recitándonos en la memoria "que a una madre no se encuentra/ y a ti te encontré en la calle". Pero, sobre la suerte de aquella niña de la calle Fabié que quería ser artista y que llegó a serlo, tuvo además la dicha de que la descubriera para el cine el mismísimo Florián Rey de las películas de Imperio Argentina. A la muerte de Paquita Rico, que envejeció con una dignidad merecedora de todo elogio, lejos de los platós y de los escándalos de las folklóricas, se han recordado sus primeras películas, como "Brindis a Manolete", "Debla, la virgen gitana" o "Malvaloca". Malvaloca era de los Quintero, y no lo sabía la gente. Como eran de dos magnos autores de esta Casa de ABC las dos grandes películas de Paquita Rico que más repercusión tuvieron y siguen reponiendo tardes y más tardes por las televisiones: "¿Dónde vas, Alfonso XII?" y "La viudita naviera". ¿Y saben quiénes son los autores de esas dos obras de teatro luego llevadas con tanto éxito al cine con Paquita Rico como protagonista, la primera en 1958 por Luis César Amadori y la segunda en 1963 por Luis Marquina? Pues la historia de Alfonso XIII, o sea, el "Romance de la Reina Mercedes" de Rafael de León hecho obra de teatro, es de don Juan Ignacio Luca de Tena, que fundó esta Casa de ABC de Sevilla haciendo realidad el sueño de su padre Don Torcuato. Y "La viudita naviera", que era de Cádiz y lleva tanto Carnaval dentro, no hay que ser un adivino para saber que era de don José María Pemán.

Los obituarios que han incensado la muerte de la discreta Paquita Rico han recordado mucho a la actriz haciendo de María de las Mercedes, delicadísima dalia de Sevilla junto a Vicente Parra, en "¿Dónde vas, Alfonso XII?". Pero se han olvidado un tanto de la copla carnavalesca gaditana de "La viudita naviera", en la que Paquita hizo un papel que superó al de Analía Gadé cuando la representó en el teatro, con la comparsa de Paco Alba encabezada por el mismo Brujo, haciendo como de coro griego para subrayar la acción dramática...o sea, lo poco dramática que puede ser cualquier acción en Cádiz, y más si se la ha inventado Pemán. Yo ahora, en el recuerdo, desde aquel revellín de la calle Fabié que daba a la calle Betis, me quedo, río abajo, de Sevilla a Cádiz, con los dos grandes personajes de Paquita Rico: la Reina Mercedes de Juan Ignacio Luca de Tena y la Viudita Naviera de Pemán, que se va a casar por poder..."por poder tener marío/que la lleve a la Alamea". Y a mí que me da el pálpito de que cuando don Juan Ignacio estaba escribiendo su Reina Mercedes y Pemán su Viudita estaban ya pensando en Paquita Rico, "que en La Habana un ruiseñor/se ha vuelto por mí poeta", cuando "lo mismo que una lamparilla/se fue apagando la soberana".

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