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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 9 de noviembre de 2017
                               
 

Estampa popular para Paco Cuadrado

Primero se murió Paco Cortijo y ahora se nos ha muerto Paco Cuadrado. Los dos grandes Pacos de la pintura del realismo social sevillano. Cuadrado y Cortijo eran a la pintura lo que Soto y Saborido al sindicalismo clandestino de Comisiones Obreras. Pero Cuadrado era, encima, como un obrero militante de la pintura, siempre investigando técnicas, siempre preocupado por los problemas de España y de Sevilla. Vivía en el Retiro Obrero, en la avenida de Miraflores. Allí lo conocí, los dos de pantalón corto. Cuadrado vivía en una industrial Avenida de Miraflores de la fábrica de corcho de Armstrong, de los vidrios de La Trinidad, del cuartel de la Guardia Civil, de las cocheras de los carros de Aramburu. Una Avenida de Miraflores sin pavimentar, un barrizal en el invierno; sin alumbrado público, que los vecinos tenían por la noche que volver a su casa con linternas de petaca, como las de los acomodadores de los cines. Una Avenida de Miraflores que, por no tener, ni tenía números de gobierno en las casas. Cuadrado vivía en el Cuarto Bloque, Letra A, de un Retiro Obrero que aún conservaba en la Calle Central la capilla, la escuela, la casa de baños, como un ideal de barriada para trabajadores en las utopías laboristas de los años 20.

Allí, en el zaguán y arranque de escalera del Cuarto Bloque de lo que luego fue Avenida de Miraflores, 55, yo jugué de niño con Paco Cuadrado muchísimas tardes partidos de fútbol con platillos de botellas de gaseosa o de cerveza. Siempre me ganaba, porque él era un niño del barrio y yo uno del centro, que iba a pasar la tarde de vacación escolar del jueves en casa de su abuela Tomasa. Mi abuela vivía en el primer piso y la familia de Paco, Cuadrado Lagares, en el segundo. Alguien de su familia, no sé si su madre o una tía, incluso tenía puesta allí una miguilla. Sí, una miga: una guardería infantil, donde las madres que iban a echar medios días de lavado dejaban a sus niños. Y en el patio del Cuarto Bloque también jugué muchos partidos de fútbol con Cuadrado. No con un balón de reglamento, porque no teníamos posición para ello, sino con uno de badana que me echaron los Reyes.

Dejé de verlo cuando fui mocetón, hasta que un día apareció por casa, ya estudiando yo Comunes de Letras, con una corpeta roja de grabados. Con Cortijo, Cristóbal y Olmo habían formado el grupo Estampa Popular, y vendían a los amigos sus carpetas de grabados. En blanco y negro, como la misma España campesina y triste que retrataban. A veces, ilustrando versos de algún poeta próximo al Partido (Comunista, por supuesto), como Gabriel Celaya o Blas de Otero. Le compré muchas de aquellas carpetas, cuyos grabados ahora están enmarcados por casa. Hasta que un día quien vino a venderme las carpetas, ya sólo con grabados de Paco, fue su mujer. Paco, como militante del PCE, había sido condenado por el Tribunal de Orden Público y estaba en la cárcel. Comprar aquellas carpetas era ayudar al encarcelado artista y a su familia. Porque ahora hay una izquierda de boquilla y cargo oficial que larga del franquismo. Ahora, cualquiera. Pero Paco Cuadrado fue antifranquista militante cuando había que serlo, con el Generalísimo vivo y la dictadura encarcelando a los pintores del realismo social. Usando el buril de sus grabados como arma de lucha común por la libertad y la democracia.

Restauradas las libertades, Cuadrado dejó aquellos grabados militantes de apenada gente del campo, y llenó su obra de la belleza de Sevilla. Hizo una hermosa colección de las espadañas, de escenas cotidianas de la Feria o de la Semana Santa, algunas de las cuales pueden ver enmarcadas en la Clínica del Sagrado Corazón, en el pasillo de las habitaciones 161 y siguientes. Siempre que nos veíamos, se despedía con un "Salud", que yo sé que en mi honor acortaba, pues debía de ser el "Salud y República" del PCE de los años 30. En el verdadero Paraíso, que no es el del proletariado, sino el de la buena gente como tú, Paco, yo ahora te despido con tu "Salud" de la nostalgia de las comunes ilusiones de aquellos días en que pagaste tan alto precio por la libertad de todos.

BIOGRAFIA DE FRANCISCO CUADRADO

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