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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 18 de noviembre de 2017
                               
 

"Dancing, drinking and socialising"

Esto es lo más grande del mundo. Me refiero a Sevilla, naturalmente. Cuando todos sabemos que Sevilla anda cortita con agua en empleo, y que vive prácticamente del monocultivo del turismo, más el añadido de la industria aeronáutica, la Comisión Europea nos elige como una de las ciudades para medir el impacto de la cultura en la economía local. Traduzco, para que lo entiendan, al lenguaje de la mala leche: para medir el impacto en la economía local del abandono de la Fábrica de Artillería, de las Atarazanas, de la antigua Jefatura de Policía en La Gavidia o de los conventos que se hunden sin que la Iglesia hispalense diga ni pío (XII), que todo tiene que denunciarlo y remediarlo la sociedad civil. ¿Impacto de la cultura? ¿Qué cultura, si cada vez cierran más librerías y abren más bares? ¿Qué cultura, si aquí hay siete mil millones más de veladores que de bibliotecas públicas? ¿Qué cultura, si históricamente, de Blanco White a esta parte, todo el que quiso ejercer libremente el pensamiento o la escritura se tuvo que ir de esta ciudad del juergueteo y del roneo de los señoritos tiesos?

Pues nada. Como la Comisión Europea no sabe de la misa la media y le suena el inconmensurable patrimonio y capitalazo que es el solo nombre universal de Sevilla ("oh, Seville"), nos ha puesto a la altura de París, Atenas, Venecia o Viena para medir cómo la cultura reactiva la economía. ¿Y qué ha salido? ¿Qué va a salir? Lo que tiene que salir. En el epígrafe de «enabling environment» con el que según la CE se valora el entorno propicio para hacer una ciudad más atractiva, Sevilla obtiene 23,9 puntos. Además valora la «cultural vibrance» o actividad cultural con 23,6 puntos. Mal parada sale la economía con sólo 14,8 puntos. ¿De qué le sirve entonces a Sevilla ser una ciudad atractiva, si en economía andamos a dos velas y no hay chaval recién graduado en la Universidad que encuentre un trabajo que no sea un empleo basura o una esclavitud de becario?

Pero que nos quiten lo bailado. Donde la Comisión Europea destaca a Sevilla, pero tela, es en sus fiestas grandes, y de milagro no han puesto las hediondas paellas prefabricadas de los guiris en la Cuesta del Bacalao. Según la CE, Sevilla es una ciudad reconocida por la Unesco como centro de creatividad y música, "yes, very well fandango". Y, por supuesto, habla de la Semana Santa (Holy Week) y de la Feria (The Fair). Según la Unión Europea, en la Feria familias, negocios y organizaciones montan casetas y pasan la semana «dancing, drinking and socialising». Y las mujeres visten de flamenca, «elaborate flamenco dresses»; y los hombres, sus mejores trajes, «best suits». ¡Ahí lleva razón! Los caballeros visten en Sevilla en los días grandes de Semana Santa y Feria mejor que en ninguna parte del mundo. Esos trajes oscuros de la Noche del Alumbrado, esos ternos color garbanzo de las mañanas de Feria, que no son mañanas, porque empiezan a las 4 de la tarde como muy pronto...

Lo que más me gusta del informe de la CE es la definición de la Feria: «Dancing, drinking and socialising». A esa definición europea de la Feria le han faltado algunos añadidos, como "rebujiting", "gañoting" y "gorroning", aspectos fundamentales del "caseting". Deberían haber matizado lo del "socialising" de la Feria, porque muchos creerán que eso es Susana Díaz o Amparo Rubiales vestidas de flamenca, cuando quieren decir "hacer sociedad". Es curioso, cómo en inglés lo del "socialite" no suena a PSOE, sino a famoseo. Una "socialite" es una señora que sale mucho en las revistas por la única razón de que sale mucho en las revistas, como en sus tiempos Gunila. Aquí tiene la sevillana María Patiño que hacer muchos programas finisemanales de su "Socialité" en Tele 5 para que la gente sepa que eso no va de Pedro Sánchez, sino de la Preysler, de la nieta de Franco y de Vicky Martín Berrocal. Pero he hecho un descubrimiento: el que ha traducido los términos sevillanos en el informe de la CE es el mismo de los ridículos letreros turísticos, donde dice, un poner, "San José Capillita" para que los guiris sepan que por ahí se va a la Capillita de San José.

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