ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 28 de diciembre de 2017
                               
 

Cada acera, una yincana

Tiene Juan Ramón Jiménez unos preciosos versos evocadores de su infancia, relativamente conocidos: "Cuando yo era el niñodios, era Moguer, ese pueblo,/una blanca maravilla; la luz con el tiempo dentro./Cada casa era palacio y catedral cada templo./Estaba todo en su sitio, lo de la tierra y el cielo". Versos que podríamos aplicar a la Sevilla de hoy, y modo de popurrí, ya que este año cae tan temprano el Carnaval, y siguiendo las moguereñas enseñanzas del autor de "Platero y yo" atrevernos a decir: "Cuando era Juan Espadas el alcalde de mi pueblo,/un desastre de ciudad, y todo por lo moderno./Cada acera, una yincana; cada plaza, un vertedero./Estaba todo perdido/como perdimos los cielos". Que cada acera es una yincana para el peatón no es una maldad mía, marca de la casa. Acaba de proclamarlo oficialmente una persona tan seria y a la que tantos le tenemos tanto aprecio cual el delegado municipal de Movilidad y Seguridad, don Juan Carlos Cabrera.

-- ¿El que hace pública protestación de fe cuando presenta al pregonero?

-- El mismo que viste y calza. En tal ocasión, chaqué y zapatos negros.

Tras un estudio de su Delegación, el señor Cabrera ha anunciado que han encontrado en 112 calles del centro 574 obstáculos, en su intento de llevar a cabo un plan que garantice la movilidad de las personas y la accesibilidad de los discapacitados. Con dos miembros de Protección Civil han hecho una prueba, manejando una silla de ruedas e intentando pasar por las aceras de las calles Alemanes, Hernando Colón y Mateos Gago. Prueba que ha sido, eso, una yincana, porque para pasar por esas aceras con silla de ruedas los agentes que hacían la prueba han tenido graves problemas para sortear carteles, quioscos, maceteros, andamios, tarjeteros de postales, veladores, alcorques de los árboles, bolardos, buzones de correos, señales de circulación, expositores de las tiendas de los horrorosos "recuerdos de Sevilla", pizarras anunciadoras de las tapas de los bares o del menú de los restaurantes, registros de semáforos, cuando no motos aparcadas o bicicletas estacionadas de cualquier manera en una farola, amarradas con una cadena tan gorda como las que rompió en el río el almirante Bonifaz para ganar Sevilla a los moros con San Fernando.

Pero es que no es necesario que el señor Cabrera mande a los de Protección Civil con una silla de ruedas para demostrar que esto no puede seguir así, que de aquella Ciudad del Peatón que pregonaba el alcalde Monteseirín no queda nada. Si lo descrito ocurre en Alemanes, Hernando Colón y Mateos Gago, si es en la Avenida de la Constitución, súmenle el tranvía, el carril-bici, los patinadores, los músicos ambulantes, los hombres-estatua y, a veces, hasta la cola de chavalas para comprar entradas para un concierto de rock en la FNAC. Andar por una acera de Sevilla es una yincana, y hasta deberían dar premios al que lograra en menor tiempo esquivar toda esta serie de obstáculos que hay que evitar, vayas en silla de ruedas o vayas simplemente en el cochecito de San Fernando, un ratito a pie y otro andando.

Y como el "...y Sevilla" del poema a las capitales andaluzas de Manuel Machado, ¡...y los veladores! De esos 574 obstáculos que en 112 calles han encontrado los técnicos del señor Cabrera, casi la mitad son veladores. La clasificación de los 574 obstáculos de esta Ciudad Intransitable en las referidas calles fue: 227 veladores, 124 carteles, 52 expositores publicitarios y 47 maceteros. Pusieron los maceteros para que no nos mataran los yijadistas suicidas atropellando gente con sus furgonetas y ahora la amenaza de pegarnos el mochazo son los propios maceteros. Y de los veladores, ni te cuento. Los intocables veladores, a cuya medida se va a reformar Mateos Gago, peatonalizándola y fastidiando a los vecinos del barrio con coche. Se nos ha ido la mejor: en la reforma del escudo de Sevilla cabía un velador para suprimir al menos uno en la calle. ¿Habrá algo más sevillano que San Fernando, San Leandro y San Isidoro sentados en un velador de la calle Mateos Gago o de la Avenida?

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