ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  25 de enero de 2018
                               
 

Gracias, Don Fadrique

La Hermandad de los Negritos vive días grandes, de anuncio de coronación de la Virgen de los Ángeles y de restauración de su paso de palio, el más original de cuantos se ponen en la calle en Semana Santa, personalísima obra de Juan Miguel Sánchez. No se llevan los patrocinios en la Semana Santa, lo sé, pero Jorge Paradela debería buscar alguna forma para que la cervezera La Cruz del Campo le echara una manita a la hermandad en los muchos gastos que seguramente tendrá con la gozosa coronación de la Virgen de los Angelitos Negros de Antonio Machín, cuya familia, como su hermano el fontanero de la calle Águilas, era y sigue siendo mucho de la cofradía.

Porque en estas circunstancias de los misterios gozosos de la Hermandad de los Negritos al cumplir 625 años y del original cartel de Nuria Barrera, donde el Cristo de la Fundación aparece crucificado en la Cruz de las Toallas, me han hecho pensar en la mágica historia de muchos aspectos de Sevilla y su Semana Santa. A saber:

1. Si no es por la Hermandad de los Negritos, no tenemos cerveza Cruzcampo.

2. Si no es por la Hermandad de los Negritos, quizá no tuviéramos Semana Santa.

Y vamos por partes. "Lo primero es lo primero", como dicen en El Viso del Alcor de mis raíces: los Negritos y la Cruzcampo. Si no es por Los Negritos, la cerveza sevillana que inventaron los hermanos Osborne a comienzos del siglo XX se llamaría de otra forma, pues no hubiera habido referencia histórica alguna en las cercanías de la fábrica, cual el templete de la Cruz del Campo, construido en 1380 por la Cofradía de los Negros, fundada poco antes el arzobispo don Gonzalo de Mena. En el campo cercano a la fábrica de cerveza, de no ser por Los Negritos, no habría habido Cruz ninguna y no puedo imaginarme qué nombre le habrían puesto los Osborne a su cerveza sin la Cruz. Hubiera sido quizá San Miguel o Mahou: Sevilla habría perdido una seña de identidad.

Y segunda parte. Los cocheros de caballos, cuando pasan por la Casa de Pilatos, dicen a los guiris que se la hizo el Poncio para venir a Sevilla a ver la Semana Santa. Es muy conocida la anécdota del sevillano que, preguntado por un forastero quién era el de la palangana en el paso de la Sentencia, dijo: "¿Ese? Pilatos, que por poco nos deja el hijolagramputa sin Semana Santa". No fue así. No fue Pilatos quien por poco nos deja sin Semana Santa, fue Don Fadrigue Enríquez de Ribera (1476-1539), primer marqués de Tarifa y Adelantado Mayor de Andalucía, quien por poco nos deja sin ella, si no llega a ir a Jerusalén en la peregrinación que emprendió en 1518, embarcando en Venecia y yendo a Roma a su vuelta, donde conoció al Papa Clemente VII y el gusto artístico por el Renacimiento, que se trajo para Sevilla y con el que enriqueció su casa de la plaza de San Andrés. Llamada de Pilatos por este origen de la Semana Santa. Ya la cofradía de los Negros iba a la Cruz del Campo a rezar a la de Cristo. Pero Don Fadrique descubrió que desde su Casa al templete luego cervecero había la misma distancia que desde el Pretorio de Pilatos en Jerusalén al Calvario, 997 metros. Estableció entonces la devota costumbre del Vía Crucis desde la Casa de Pilatos, llamada así por lo del Pretorio, a la Cruz del Campo, origen de la Semana Santa.

Así que no fue Pilatos quien por poco nos deja sin Semana Santa. Fue Don Fadrique, el primer marques de Tarifa, que si no se mete en carretera y va a Jeresulén, nos deja sin Renacimiento, sin Vía Crucis a la Cruz del Campo y sin origen de la Semana Santa. Pocas me parecen las celebraciones que hagan Los Negritos, que de momento este año llevan a su Cristo de la Fundación al Vía Crucis de la Pía Unión en la Casa de la Pilatos. El Poncio quedará exculpado tras el tanto que acabo de apuntarle a don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa. De tarifa plana a la hora de reconocerle el mérito de no habernos dejado sin Semana Santa y de haberla inventado con una Cruz del Campo fresquita. Más sevillano no se despacha.

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