Antes eran vecinos del Barrio de Santa Cruz, envidiados por muchos. Yo, por ejemplo, envidiaba a nuestro recordado teniente de la Real Maestranza de Caballería, al querido Manuel Roca de Togores, conde de Luna, que le compró al Loco de la Colina su extensa casa, hasta incluso con una como calle interior, en la calle Vida y Plaza de Doña Elvira, cuyo jardín da por la trasera a la Judería, donde han puesto un mármol que recuerda que por aquel muro asomaba el magnolio que, lejos de la tierra, recordaba Luis Cernuda en "Ocnos". Envidiaba a mi buen lector don Carlos Pickman de Vasconcellos, marqués de Pickman, vecino de su hermosa casa de la Plaza de Alfaro esquina a Lope de Rueda, donde todos admiran la portada de piedra proveniente de Úbeda. Envidiaba a Pachi Bores y su maravillosa casa de la calle Santa Teresa, casi saliendo ya a la Plaza de Santa Cruz, que no sé si saben fue un invento. Sí, la Plaza de Santa Cruz la inventó don Santiago Montoto cuando fue concejal del Ayuntamiento. Sevilla se preparaba para la Exposición Iberoamericana y el Marqués de Vega Inclán, alcaide del Alcázar y encargado de remozar el Barrio de Santa Cruz, no sabía qué hacer para ponerlo más-típico-no-lo-hay. Derribada la iglesia de Santa Cruz, la actual plaza era un solar desangelado, frontero a los Jardines de Murillo. Y a Don Santiago se le ocurrió llevar allí la Cruz de la Cerrajería, la que forjaron herreros almonteños, que estuvo en la confluencia de Sierpes con la que por eso se llama calle Cerrajería, y que en el furor anticlerical del XIX había sido retirada, quedando abandonada en un almacén de las Mínimas de Triana. A Montoto se le ocurrió llevar la Cruz de Cerrajería, la que tiene las Sierpes en sus remates de hierro, a la Plaza de Santa Cruz.
Envidiaba, pues, a los vecinos del barrio de Santa Cruz. Pero los más allegados me ponen ahora cada carta y cada mensaje que es para tenerles lástima... ¡La que tienen que soportar, vivir en un barrio que se ha convertido en lo peor de un Parque Temático de Sevilla, y pongan todos los sinónimos de degradación que quieran, que se quedan cortos! Les pasa ya a los vecinos del Barrio de Santa Cruz como a los venecianos que resisten la invasión del turismo. No sé si saben que los antiguos vecinos de Venecia se están yendo de la Serenísima a centenares, ante las molestias de tanto turismo. Y aquí en Sevilla, aviso, vamos camino de ello, y ya verán cuando pongan la calle Mateos Gago "ad usum turistorum velatorumque": todo para el turismo, nada para los vecinos del barrio, que pagan, además, un IBI altísimo.
Un ilustre amigo que vive en la calle Reinoso, en la casa que heredó de sus abuelos, sevillano militante, ve que cada vez son más tentadoras las ofertas para expulsar a los vecinos de lo que era su paraíso y ahora su pesadilla. El otro día se encontró que por debajo de la puerta le habían echado dos hojas de propaganda. Decía una: "Quien tiene una casa en Sevilla tiene un tesoro. Hay muchos turistas que ya están buscando alquilar una casa como la tuya en Sevilla en Semana Santa. Calcula cuánto podrías ganar alquilándola en www (y aquí una dirección de Internet) o llamando gratis al 900 tal". Y en la otra: "Quien tiene una casa en Sevilla tiene un tesoro. Sorpréndete de cuánto podrían ganar alquilando tu casa con HomeLoQueSea, líder en viviendas vacacionales, casas rurales y alquileres de corta duración". De modo que no sólo es una invitación a abandonar el Barrio su envilecimiento y degradación, el que llevó a aquella admirable vecina a hacer una ingeniosa "huelga de geranios", quitando sus cuidadas y primorosas macetas de los balcones de su casa de la Judería; es que ahora te echan papeles por debajo de la puerta tentándote para que te vayas y se lo dejes a los turistas, con el señuelo del "mardito parné". En efecto, no sólo tiene un tesoro quien tiene una casa en Sevilla, la ciudad toda es un tesoro, que no valoramos y estamos estropeando y malvendiendo. La tenemos en almoneda por culpa del "mardito parné", dispuestos todos a trincar la tela y a alquilarle la esencia de Sevilla al mejor postor.
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