ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABCde Sevilla,  16 de marzo de 2018
                               
 

Paraguas vueltos

Iba a titular este artículo "El paragüero", por el viejo oficio del artesano que recomponía los rotos por el viento o por el uso, no por el "mueble dispuesto para colocar los paraguas y bastones" que dice el DRAE. Mueble que por cierto ya no existe en las casas, y en Merkausado pueden encontrar a docenas, procedentes de esos hogares de los abuelos ya fallecidos, que se levantaron y su contenido fue a parar enterito al chamarilero. Pero si titulo esto "El paragüero", tras la justa euforia por haber apeado de la Chámpion nada menos que al Manchester y en su propio templo de Old Trafford, muchos amigos (o enemigos) sevillistas iban a creer que la cosa iba con guasa verderona y leña marismeña. Así que, aunque a su vez se me enfaden mis correligionarios béticos del sector fundamentalista, felicito a los señores de la afición del Sevilla F.C., oh querido Ramón Cortés de Haro, y vamos con los paraguas vueltos, que hoy de guasa de paragüeros, ni mijita.

Hablo de los paraguas vueltos porque en Sevilla, entre el Emma, el Félix y el Gisele, nos hemos hartado de ver paraguas rotos por estos vendavales de parques cerrados, cosa que aquí no suele suceder. A los sevillanos nos dan ventoleras por muchas modas, pero no las padecemos como en Cádiz. Esos vientos que se llevan las persianas a freír espárragos, derriban antenas de televisión y que, como te cojan en una esquina dos de ellos cruzados, te vuelven el paraguas. Por cierto, se vuelven los paraguas baratos, de los chinos, de los veinte duros. Los buenos paraguas como ingleses no se vuelven nunca, son valientes y resistentes frente a los más fuertes ventarrones. Tengo yo una reliquia, un paraguas de seda con puño de bambú que me compré en Casa Rubio, que no lo vuelve ni el dios Eolo en persona que venga de turismo a Sevilla, como ha llegado en estos días. Eolo le ha hecho parte del trabajo gratis al Ayuntamiento en materia naranjera. ¿Usted ha visto la cosecha de naranjas que ha echado abajo de los árboles la ventolera del Gisele? Los alcorques están llenos de agua...y de naranjas. Jornales que nos ahorramos: las naranjas han pasado de Parques y Jardines a Lipasam.

Y he visto por Sevilla una escena que aquí, hasta hace poco, era insólita: paraguas vueltos e inutilizados por el viento que la gente abandona en la calle. Hace ya muchos años me sorprendió ver esto en Nueva York, ciudad donde, haciendo efecto chimenea entre los rascacielos, corren unos vientos que, vamos, ni en Matacanónigos entre la Giralda y el Palacio Arzobispal. Cuando a alguien allí el viento le volvía el paraguas, lo tiraba a una papelera. Con mi mentalidad sevillana del nuestro viejo reciclaje de no tirar nada y aprovecharlo todo, me parecía un desgalazo. Pensaba:

-- ¿Pero por qué no lo llevarán al paragüero para que se los componga, en vez de tirarlos, si están nuevecitos?

¡Ay, el paragüero! En Sevilla había paragüeros, y silleros, y lañadores, y lateros, y toda suerte de oficios de reparación de los objetos más diversos. Aquello sí que era reciclar. A la mecedora rota se le echaba un nuevo culo de asiento de rejilla de mimbre y no se tiraba, qué se iba a tirar. El lebrillo rajado se llevaba al lañador, qué se iba a tirar. Y el paraguas de Casa Rubio, primero que no había viento que lo volviera; y después, que si se estropeaba una varilla, se llevaba al paragüero. Que pasaba por la calle con su pregón, como ahora la furgoneta del tapicero con su megáfono:

--¡Niña, el paragüero! -

Cualquiera encuentra ahora un paragüero. ¿Cuándo se jubiló o murió el último? Y por eso ya, como en Nueva York, tiramos los paraguas vueltos a la papelera. Con todo dolor de nuestro corazón, por cierto. Porque el sevillano lleva en la masa de la sangre un, digamos, sentido natural del reciclado. Aún somos muchos los que seguimos guardando los tapones de corcho de las botellas y cuando llega un paquete liado con guita, la desanudamos con mucho cuidadito y la enrollamos para lo que pueda servir. Y a pesar de que en los chinos cuestan apenas 5 euros, nos sigue dando pena que la gente tire los paraguas vueltos a la papelera. Ay, si encontráramos un buen paragüero, el avío que nos iban a seguir dando...

 

----

 

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 
 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio