ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 5 de junio de 2018
                               
 

Publicidad anti-siesta

Se ve que los prohombres que parten el bacalao en la Unión Europea no son muy aficionados a dormir la españolísima siesta, o por lo menos a pegarse el butacazo postprandial, que inspiró aquellos versos tan divertidos, que recitar solía nuestro querido Manuel Olmedo, me parece que de Pedro Pérez Fernández, el colaborador de Muñoz Seca, y perdón por la posible inexactitud, pues cito de memoria. Describía así la siesta en el campo: "El pastor sestea:/se tumbalarguídea/y piernasueltea". En la Unión Europea no tienen que ser muy amigos de tumbalarguidearse y piernesueltear, porque no han tomado medida alguna contra las empresas que parecen que no tienen otro objetivo que fastidiar la siesta del prójimo con una intempestiva llamada promocional de teléfono.

Días antes del pasado 25 de mayo, el correo electrónico, el WhatsApp, el teléfono móvil, todo archiperre electrónico se nos llenó de mensajes que no habíamos pedido, en los que se nos informaba que entraba en vigor la normativa europea de protección de datos para preservar la privacidad de cada cual, y que si no queríamos que tuvieran los nuestros para fastidiarnos, que le diéramos ora a un botoncito como el de Currito el del anuncio de los toldos, ora que le mandásemos una carta diciendo que nos dejaran en paz y no nos dieran más por saco con sus propagandas por culpa de estos teléfonos inteligentes que nos tienen más fichados que las ficciones de Orwell: saben dónde estamos, qué nos gusta, qué compramos, dónde vivimos y hasta la fotocopia de nuestra partida de bautismo creo yo que tienen los tíos.

Está muy bien lo de la directiva sobre privacidad de nuestro ordenador establecida por esa Unión Europea que organiza nuestras vidas de un modo más efectivo y obligatorio que los gobiernos de las naciones; que nos dice si tenemos que pagar o no la bolsa de plástico del supermercado y nos regula las chorradas más nimias. Pero digo yo: ¿cuándo le va a meter mano la Unión Europea a la señorita que nos llama por teléfono para una publicidad no deseada precisamente cuando estamos destroncados en la siesta, que no hace ni cinco minutos que hemos empezado a descansar cuando nos despierta el teléfono? Con todos mis respetos para esa empresa operadora telefónica, yo la llamaría la Hora Vodafone. Y quien dice Vodafone dice Jazztel o dice cualquier marca o producto.

Las señoritas y señores de los "call centers" desde donde nos hacen esas malditas llamadas, ¿cómo saben a qué hora nos echamos a la siesta, y cómo tienen esa puntería para despertarnos nada más que nos acabamos de quedar dormidos? Es que no falla. Con la de horas que tiene el día, la inoportuna llamada de propaganda no te suena en el teléfono, ya en el móvil, ya en el fijo, hasta que justo te acabas de quedar dormido para pegarte tu buena siesta, corta o larga, de butacón o de "orinal y pijama", como decía Camilo José Cela. Y siempre es igual. Tras darte las buenas tardes, te dicen con su suavecito acento sudamericano:

-- Mi nombre es Desiré Quiñones, y le llamo para ofrecerle una nueva tarifa más ventajosa de telefonía...

Algún amigo les suele responder con una ordinariez:

-- Pues ni nombre es Paco Martínez, y le contesto para mandarla a usted a tomar por saco, porque me acaba de despertar un día más de la siesta, y a esto no hay derecho...

¿Cómo tienen nuestro teléfono móvil? ¿O cómo saben el número de nuestro fijo? Porque muchas veces te despiertan incluso llamándote por tu propio nombre o apellido. ¿Protección de datos y privacidad en la Unión Europea? Sí, sí... Al menos de teléfonos no existen para las llamadas-basura. Así que menos directivas europeas para el ordenador y más respeto telefónico a la institución española de la siesta es lo que necesitamos aquí urgentemente.

 

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