ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 13 de julio de 2018
                               
 

Motosierras y poder municipal

Sin que las Cortes Generales la hayan aprobado, el Ayuntamiento de Sevilla aplica ya la Ley de la Eutanasia. Con unos seres vivos. Que menos mal que no son humanos, sino vegetales: con los árboles. Sevilla es una ciudad arboricida. Le tienen tirria a lo verde vegetal incluso los béticos. Hay vecinos que se quejan porque los árboles de la calle están ya muy altos, y les tapan la luz de los balcones. No que los ladrones pueden trepar por ellos y entrar a robar, no, sino que les tapan la luz y está la cosa de Endesa muy achuchada. Sé de vecinos que le echan lejía a la tierra de los alcorques de esos árboles, para que se sequen. Estos vecinos, voten lo que voten, se deben sentir muy representados por el Ayuntamiento de mi estimado don Juan Espadas, que ha anunciado que va a "apear" 500 árboles que están enfermos. Dicen ellos que están enfermos. Y si lo están, ¿por qué andan malitos los pobres? ¿Porque no los cuidaron a tiempo? Pues precisamente por eso. En Sevilla, en vez de cuidar los árboles, se talan, que es más barato y más sencillo. Eutanasia vegetal se llama la figura. Es como si tú llegas con una neumonía gorda a las urgencias del Virgen del Rocío o del Sagrado Corazón, y en vez de meterte un chute de antibióticos y ponerte oxígeno, y que te receten un plan de medicamentos para cuidar esos pulmones, te largan un jeringazo mortal y te hacen la eutanasia. Vamos, que te dan matarile, rile, lón. Más barato sí que sale, desde luego: no tienes que gastarte un duro en el copago de los medicamentos en la botica.

Ha anunciado el Ayuntamiento que va a talar 500 árboles que están (dicen) en mal estado. ¿Siempre han estado en tan mal estado? ¿Por qué no los cogieron a tiempo los técnicos de Parques y Jardines o de la empresa adjudicataria de su mantenimiento, y pusieron los remedios necesarios antes que acabar con ellos de tan mala y triste manera? La única parte positiva que tiene todo esto es que este Ayuntamiento, tan arboricida como muchísimos de sus vecinos, desde cuando el "arborizoido" de Almirante Lobo, ha enriquecido la lengua. Esos 500 árboles sentenciados a muerte no se talan: se "apean". Como el que se baja del 37 en el Cristina o de un taxi en la Puerta Osario, igual: se apean. Quinta acepción del verbo "apear" que habrá que incorporar al habla sevillana: "Cortar un árbol por el pie y derribarlo". ¡Ay, la Sevilla de las motosierras! Ni siquiera puede hacerse un concurso de "aizcolaris" vascongados, que se lo pasarían pipa pegando hachazos, sino que se corta por lo sano (y nunca mejor dicho), y al árbol sentenciado se le mete la motosierra. Como amante de jacarandas y tipuanas, de magnolios y plátanos de Indias, cuando escucho una motosierra me pongo malo: están talando un árbol, están matando un paisaje, como el título de aquella novela de Francisco Candel. Menos mal que hay una parte de la sociedad civil viva, culta, sensible, que reacciona ante estos crímenes, sobre los que me extraña que los ecologistas profesionales no digan ni palabra. En la Avenida de Cádiz, la que va a la antigua estación de San Bernardo, la movilización ciudadana ha paralizado el "apeo" (la muerte, vamos) de 18 de los 500 famosos árboles. Yo mismo, en mi comunidad de vecinos, salvé una hermosísima jacaranda que se querían cargar las motosierras...y cuando estaba en flor.

La motosierra es el nuevo símbolo del poder municipal. Antes era la plata de las mazas. Las que portan los maceros municipales con sus ropones como de pertigueros cuando va la corporación en pleno bajo mazas a las grandes solemnidades, como Corpus, Virgen de los Reyes o Santo Entierro. Ahora habrá que cambiar las mazas de los maceros por motosierras asesinas de árboles, nuevo símbolo del poder municipal. Y yo cambiaría hasta el NO8DO como lema heráldico de las armas chicas. Viendo tanto alcorque vacío, con el tocón de un crimen vegetal que acaba de perpetrarse, sin reponer por otro árbol crecido que dé sombra, Sevilla es la ciudad del solazo. Por eso le pedía prestado su lema heráldico a Écija, la Ciudad del Sol, y pondría en las armas municipales, en vez del NO8DO: "Civitas Solis, vocabitur una: Hispalis".

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