ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de octubre de 2018
                               
 

El turismo gamberro, para otros

Lo leerían antier en la última página de ABC: Amsterdam, con lo que es Amsterdam, con lo permisiva que es Amsterdam la de los canales, piensa prohibir por gamberras las despedidas de soltero. Y no lo proponen en el Ayuntamiento los fachas de los conservadores o los liberales, sino la alcaldesa Femke Haselma, de Los Verdes. Amsterdam es la ciudad-modelo para muchos antisistemas y podemitas. La ciudad del porro por excelencia. Igual que aquí tenemos el NO8DO en las armas chicas, allí deberían poner una inconfundible hoja de marihuana, en plan bandera del Canadá. Por cierto: ¿por qué es tan inconfundible la hoja de marihuana, si la reconocemos incluso los que no la hemos fumado en nuestra vida? La María... ¿A que va a resultar que esa calle de La Ronda, al lado de la Avenida de Miraflores, se llama así en homenaje a la yerba marroquina que quiere Pablo Iglesias que la cultive el Estado como industria nacional, igual que antiguamente el monopolio del fumeque en Tabacalera, como si estuviéramos todavía en los denostados tiempos franquistas del Instituto Nacional de Industria?

A lo que íbamos, a Amsterdam. Amsterdam es la ciudad de las bicicletas. Con decir que tiene más kilómetros de carril-bici que Sevilla creo que está dicho todo. Carril-bici simplemente pintado en el suelo, no la millonada de aquí. Yo he visto allí, en la orilla del muelle, un edificio de al menos cinco plantas de aparcamientos...¡de bicicletas! Claro que, con tantos canales, la bicicleta tiene su justificación en Amsterdam: van por donde no caben los coches ni pueden físicamente entrar. Pero son los ciclistas más respetuosos con los peatones del mundo: ni te abroncan si pisas su carril, ni te insultan si invades su terreno, sino, por el contrario, se paran, echan pie a tierra y te ceden cortésmente el paso. Del Barrio Rojo ni hablo: el de las prostitutas en los escaparates ofreciendo su mundo de demonio y carne, que decía el Catecismo de Ripalda. Y en cuanto a permisividad sexual, pues tampoco le anda a la zaga el sitio que la ciudad le da a la homosexualidad, con su Día del Orgullo por todo lo alto.

O sea, que en Amsterdam no son unos carcas que se escandalicen con las despedidas de solteros cuando van las chavalas con un pene de plástico en la cabeza a modo de peineta. Pero sí están, y muy razonadamente, contra el turismo incívico, gamberro y chungalé que apenas deja nada en la ciudad. Piensan poner controles, como aquí el Cecep en Semana Santa, para aforar el gamberrismo de estos grupos de las despedidas, a los que multarán inflexiblemente si van por ahí con sus escándalos. Y también piensan prohibir las "motos de cerveza", que me imagino serán como ese carricoche de pedales que anda por aquí por Sevilla lleno de gamberros en despedida de soltero, dándole mucho a los pedales y avanzando muy poco, pero poniéndose ciegos de espumosa. Y prohibirán los patinetes eléctricos con manillar, los "segway", si sus conductores van hasta las trancas de alcohol. Y los barcos de barra libre por los canales. Y que se alquilen pisos turísticos para que se meta arracimada este tipo de gentuza.

Yo creo que Amsterdam están ya de vuelta en las cosas en las que aquí vamos de ida. Ya no se quedan, como aquí, boquiabiertos ante el número de turistas, ante las calles llenas de ellos, sino que están tan hartos de sus excesos que van a ponerle coto y quieren turismo de calidad. Amsterdam, la ciudad de la permisividad, la bicicleta y la droga, ha dicho que bueno está lo bueno. Como empiezan a decirlo en Venecia, donde piensan cerrar el acceso los días que ya no quepan más visitantes. Y ha dicho el Defensor del Pueblo de Amsterdam ante el gamberreo de las despedidas de soltero: «Sales de casa pisando vómitos y preservativos sucios», Y ha añadido sobre estos escándalos una frase que Sevilla debería empezar a aplicar ante el gamberrismo: "Ese segmento de turismo, que se lo quede la competencia". Óle. Espero que la competencia no sea Sevilla, con los vuelos "low cost". Donde deberìamos decir lo mismo: ese turismo de gamberreo, que se lo queden los hoteles para ingleses borrachos de Palma de Mallorca y que allí, con sus tajás de caracolillo, hagan todo el "balconing" que les dé la gana.

 

 

 

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