ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de enero de 2019
                               
 

Nadie conoce a nadie

Pues de momento ya sé en qué consiste el Gobierno del Cambio: en que nombran a los consejeros y no tenemos el gusto de conocer a ninguno. Me sonaba Imbroda. Yo me creía que era presidente de Ceuta o Melilla, una cosa así, pero resulta que no, que fue seleccionador nacional de Baloncesto. De Málaga. Málaga le está echando la pata a Sevilla en muchas cosas, entre otras en la procedencia del presidente de la Junta. Porque no creo que Moreno Bonilla sea de Barcelona. Nació allí, pero en 1970, cuando Barcelona era "la novena provincia andaluza" con nuestra emigración, de la que es hijo. Moreno Bonilla es de Málaga y no sólo es el primer presidente no socialista de la Junta, sino el primero de la llamada Andalucía Oriental, no de la villalonesca Baja Andalucía. Y a propósito de Fernando Villalón. Igual que Villalón dijo que "el mundo se divide en dos grandes partes, Sevilla y Cádiz", ahora podíamos parafrasearlo afirmando: "La Junta se divide en dos grandes partes, Sevilla y Málaga".

Sin contar la preautonomía, en la que tuvo al ahora casi olvidado Plácido Fernández Viagas, nacido en Tánger en 1924, de los seis presidentes de la Junta, tres eran de Sevilla: Escuredo (nacido en 1944), Borbolla (en 1947) y Susana Díaz (en 1974). Chaves, hijo de militar, nació en Ceuta en 1945, cuando su padre artillero estaba allí destinado. Y Griñán, también hijo de militar, en Madrid, en 1946. Pero si observan esos años citados, verán que con el Gobierno del Cambio, aparte de la llegada de la Andalucía no sevillana a la Presidencia de la Junta, se consolida otro aspecto: el relevo generacional que empezó con Susana. Moreno es cuatro años mayor que Susana (1970 y 1974), pero ambos pertenecen a la misma generación. A la generación siguiente a la que puso en marcha la autonomía. Entre Escuredo y Moreno Bonilla hay un escalón de casi treinta años: justo una generación.

Por eso es normal que los nuevos consejeros del Gobierno del Cambio, cambio de Sevilla por Málaga, cambio generacional, vengan de otros caladeros y por eso no conocemos a (casi) ninguno. Eso también es parte del cambio. Bueno, sí, hay dos que sonaban, pero "mú poco, casi ná", que hubiera dicho Beni de Cádiz. Conocemnos a Carmen Crespo como antigua delegada del Gobierno de Rajoy en Andalucía antes que Antonio Sanz. Y conocemos a Bendodo, pero lo conocen mejor los malagueños que nosotros los sevillanos, porque era el presidente de aquella Diputación. Pero no han nombrado a los que creíamos que iban a ir en las consejerías que se ha quedado el PP, como Antonio Sanz, de quien podían haber aprovechado toda su enorme experiencia y eficacia como delegado del Gobierno en Andalucía y conocedor como pocos, un poner, de los problemas de la inmigración y del tráfico de drogas en el Campo de Gibraltar. Como tampoco va Fátima Báñez, cuyo nombre hacía sonado bastante, pero, claro, cuando se ha sido ministra del Gobierno de España (ese que tanto repite Sánchez desde que es su presidente), ir a la consejería de una autonomia, aunque sea la andaluza para una onubense, de los Báñez de Almonte de toda la vida, es como bajar de Primera División a la Segunda B, tal como se entiende en España el centralismo madrileño con el que no ha acabado el Estado de las Autonomías.

Si en vez de en una rueda de prensa Moreno Bonilla hubiera anunciado a los consejeros de su Gobierno regional en un cartel de toros de los clásicos de las novilladas de la plaza del Arenal, a Bendodo le hubiera puesto debajo: "De Málaga la Bella". A Carmen Crespo le habría puesto: "De Adra (Almería)". Pero a todos los demás tendría que haberle puesto algo tela de clásico taurino bajo su nombre: "Nuevo en esta plaza". Es decir, que menos los dos citados, Bendodo y Crespo, todos tomarán posesión desmonterados cuando hagan el paseíllo en el ruedo del Gobierno autonómico andaluz, el Palacio de San Telmo. Solamente les deseo a los "nuevos en esta plaza" que su debú sea de triunfal por lo menos como el de Curro Romero con "Radiador" o el de Martín Pareja-Obregón aquella tarde en que su padre, el inolvidable Juan de Dios, se fue andando al Rocío para pedirle a la Virgen por el éxito de su niño y la Blanca Paloma lo escuchó.

 

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