ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de abril de 2019
                               
 

Adiós a Casal en Sierpes

Si algo se muere en el alma cuando un amigo se va, todos los días se nos está yendo algo de Sevilla. No se preocupen demasiado; esto debe de estar ocurriendo desde que Hércules la fundó. Pero hay trozos del alma de Sevilla que te llegan hondo cuando ves que se acaban de ir. Escribo estas tristes frases porque paseando por Sierpes, o por lo que queda de lo que fue la calle Sierpes, me encontré con que había cerrado un comercio antiguo, tradicional donde los hubiera. No ponía "se alquila" ni "se vende". Era mucho más deprimente: escaparates completamente vacíos, interior desierto. ¿Saben qué tienda era? Bolsos Casal. Sí, la del Rey de los Bolsos, la de "el bolsillero, el que pita", la de Ángel Casal, el de los anuncios que cada mañana, cuando el Cardenal Segura cogía el ABC, le comentaba a su familiar en Palacio:

--A ver qué dice hoy Casal el de los Bolsos.

Personaje irrepetible este don Ángel Casal Casado, nacido en El Ferrol en 1901 y muerto en su adoptiva Sevilla en 1983. Hijo de marino, Casal, siempre buscándose la vida, marchó a Barcelona a los 14 años, e hizo carrera en tiendas de paraguas y novedades. Fue allí deslumbrado por la fama que Sevilla había tomado en vísperas de la Exposición Iberoamericana, y acá se vino en 1925, a trabajar en la mismísima Sierpes, en un viejo comercio de su especialidad: en Casa Rubio, la de los paraguas y abanicos. Cuando en su visita de 1930 la Reina Doña Victoria Eugenia entró a comprar en Casa Rubio, allá que aparece Ángel Casal en la fotografía despidiéndola, pues ya era el encargado del negocio. Como se despidió pronto de los paraguas de Rubio. Pues recién casado con la gallega Consuelo Arias, su cuñado le ayudo a quedarse con la tienda de frente, donde se estableció: "El Abanico Victoria"; que vendía, aparte de abanicos, mantillas, peinas y recuerdos de Sevilla. En 1932, Casal ya le puso su personalísimo nombre al negocio, "Creaciones Casal" y se especializó en bolsos. De ahí a "La Casa de los Bolsos" había ya sólo un paso. Interrumpido por la guerra. Casal era republicano y como tal formó parte del Ayuntamiento del Frente Popular. El 18 de julio de 1936 permaneció al lado del alcalde Horacio Hermoso y del pueblo que lo eligió. Estuvo preso en la cárcel de Ranilla con Arthur Koestler, espía rojo que fue condenado a muerte y finalmente canjeado por la esposa del aviador Carlos Haya.

Salvo bromas contra su paisano el ferrolano Franco, jamás tuvo Casal una frase de odio al nuevo régimen, en el que pronto prosperó y creo un imperio bolsillero, apoyado por una eficaz publicidad que él mismo redactaba para ABC. En estos anuncios, sus bolsos se mezclaban con ingeniosas alusiones a la actualidad de cada momento, no dejando títere con cabeza. También hacía juegos de palabras como "reybajas reycalcitrantes". Y versos: "Si quieres que te quiera,/ cómprame un bolso./ Y cuando se me rompa/ me compras otro./ Un bolso quiero/ que tendrás que comprarle/ al Bolsillero". Este, digamos, periodismo publicitario mereciço en 2004, con motivo del 75 Aniversario, el libro "Casal, El Rey de los Bolsos (Treinta años de Publicidad en Sevilla)", de Juan Rey, Juan C. Rodríguez Centeno y Jorge Fernández Gómez, editado por la Fundación El Monte. De Bolsos Casal de Sierpes, 79, la tienda ahora ya, ay, definitivamente cerrada, surgió su emporio: en Jovellanos, "El Palacio de los Bolsos" (1951); en Sierpes 6, "El Alcázar de los Bolsos" (1962); en Rioja "Salón de la Piel y Plástico" (1961). Dio fama a los bolsos de plexiglás y su figura fue sevillanísima en su abono de los toros o de Semana Santa, y en la ciudad toda, retratado por Ressendi y protector de Hohenleiter. Al pasar por su cerrada primitiva tienda me he acordado de este republicano al que la calle Sierpes hizo Rey, Rey de los Bolsos, y que encantado con la democracia, dijo en uno de sus anuncios sobre Don Juan Carlos, en sus juegos con la palabra de su reinado: "Ni la Rey-Pública lo haría mejor".

Casal, el rey de los bolsos, ferrolano y más sevillano que la Giralda

El niño que se llevó Lluciá de Ribadeo fue el famoso empresario Ángel Casal

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