ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de abril de 2019
                               
 

Como un sueño que se aleja

No sé quién inventó la palabra, que ya forma parte del Diccionario Cofradiero: "cangrejear". Ya saben lo que significa: andar de espaldas delante de un paso, preferentemente de palio, para no perderse detalle, por mucha bulla que haya entre los ciriales, el olor a incienso y los policías que tratan de poner orden y de hacer avanzar a la bulla. A mí no me gusta cangrejear. Y eso que pertenezco a la generación que inventó cangrejear delante de los palios, con la Banda de Soria detrás, dirigida por don Pedro Gámez Laserna. ¡Cualquier cosa! Pero habría que hacerse la pregunta: ¿merecen la pena tantos empujones (en sevillano, "arrempujones") por disfrutar un instante más, que encima suele ser fugaz, de la belleza de una Virgen en su palio, del brillo de la candelería sobre su saya? No saben lo que se pierden los que, dejando las delanteras para los cangrejeros en todas sus variedades, se van al paraíso para pocos de la trasera. ¿Vocación de preste, de ir tras el manto, dice usted, junto a los candelabros de cola y al tío de la escalera, al aguador de la cuadrilla, al director de la banda y a las señoras que han hecho la promesa de acompañar a la Virgen desde que sale hasta que entra, excepción hecha de cuando un ángel sin espada de fuego las expulsa en La Campana del paraíso de poder seguirla por la Carrera Oficial?

Hoy que es Lunes Santo, lunes de barrio, lunes de estar todavía con los cuerpos por deshacer, a pesar de las caminatas y las bullas de ayer Domingo de Ramos, es el día de la más emocionante trasera que nunca vi: la del Señor Cautivo de Santa Genoveva. Ese medio barrio que viene tras su Maniatado Cristo, como no queriéndolo dejar solo cuando se aleja tanto del Tiro del Línea. Trasera antigua, de promesas, como las famosas "viejas" que acompañaban al Gran Poder tras su paso y que hasta llegaron a tener su "diputado de viejas" en el lenguaje de la hermandad. A mí me causa un respeto imponente esta trasera del Cautivo de Santa Genoveva, esas mujeres que Lo siguen como en el mandato en una frase evangélica: "Déjalo todo y sígueme".

Eso por la parte que corresponde a la emoción y a la honda devoción. Que por lo que respecta a la estética y a la belleza, no hay nada más hermoso seguir durante un trecho, siempre en la trasera ("aguantarme esa trasera"), a un paso de palio, saborear de cerca esos olores, esos sonidos, ese racheo de la cuadrilla, esas marchas, esas voces de los costaleros que se oyen al otro lado de la parrilla del manto... Para luego, y les recomiendo que al poco rato, salir como de la marea que arrastra en ese río, orillarse en una acera y ver alejarse al paso de palio. Ver alejarse a un paso de palio, como un barco que busca el horizonte de la mar, es uno de los más secretos y hondos gozos de la belleza de la Semana Santa. Nosotros parados en esa acera que elegimos para que no nos empujaran y ese palio que se aleja y lo vemos irse. ¿Habrá algo más hermosamente triste que un palio que se aleja? Por mucha alegría, como la Semana Santa toda, que ese palio lleve, con su banda, con el compás de las caídas tintineando sobre los varales, se nos van con él mucha tristeza, mucha vida, muchos recuerdos. Dejad que se vaya alejando lentamente el paso. Como pasa la vida. Quedaos como los toreros que gustan a Sevilla; con los pies juntos, como en un pase por alto sin muleta. Quietos. Conforme se aleja de ti el palio es como si contemplaras a la vida yéndose, metáfora perfecta. Y como de todo lo pasado, cuanto más se aleja el palio, más hermoso lo ves en su perfección, en su armonía, en su modo de andar, en su levedad, que ahora perece que no pesa, de alado que su techo va, que parece que lo sostiene asido el cielo de la ciudad que amas. Lo canta la copla y viéndolo irse su verso se hace verdad: "Como un sueño que se aleja".

 

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