ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de mayo de 2019
                               
 

Rodear el Congreso

Como el título de la canción de John Lennon, "Imagine". O como recomendaba San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales: háganse una composición de lugar. Lo que tiene que imaginarse y la composición de lugar (o sea, lo que en Tertulianés se dice "escenario") es la ficción de que en las elecciones generales del 28 de abril los resultados salieron de tal forma que el PP, con Ciudadanos y Vox consiguió mayoría en el Congreso y logró el poder del Gobierno de la nación. A los pocos días, en cuanto se supo la fecha en que se constituiría la nueva legislatura en las Cortes, empezaron a pasar por las redes sociales, por los grupos de WhatsApp y por tierra, mar y aire, la consigna que cumplieron: "Rodear el Congreso para que el Trifachito no gobierne". Y así fue. Desde bien temprano, y a pesar de las medidas tomadas por las fuerzas de orden público y las vallas con que rodearon el palacio de la Carrera de San Jerónimo, la constitución de las Cortes fue un multitudinario y lamentable escrache contra la derecha, ya que muchos diputados del PP y especialmente los de Vox fueron recibidos a insultos y algunos a cebollazos, impidiéndoles físicamente el paso hasta la sede de la soberanía popular y teniendo muchos que ser entrados por pasillos que la Policía consiguió abrir entre las rodeantes turbas.

Si la derecha hubiera ganado en el 28-A, no les quepa la menor duda de que tal hubiese sido el panorama de ayer, en la vieja estrategia de intentar ganar en la calle lo que se perdió en las urnas. Pero como no fue así, nadie rodeó ayer el Congreso. Bueno, sí: lo rodeó la indignidad de que los presos golpistas independentistas se lucraran del sistema constitucional de libertades que querían romper con su organizadísima rebelión, costeada en gran parte con dineros públicos enviados a Cataluña desde Madrid. La tristísima diferencia entre la derecha y la izquierda en España es que la derecha acepta los resultados de las urnas y felicita a los ganadores, mientras la izquierda quiere conquistar en la calle lo que perdió en los colegios electorales y a los que ocupan legítima y democráticamente el poder les hacen unos indignos escraches.

Como verán, en cuanto acabo de describir no me estoy inventando nada. Estoy simplemente describiendo lo que ocurrió en la constitución de la actual legislatura del Parlamento Andaluz, rodeado por las hordas porque PP, Ciudadanos y Vox tuvieron la enorme desfachatez de sacar los suficientes diputados para gobernar en coalición e investir a su presidente. En el Parlamento Andaluz no estaba ningún golpista separatista preso sentado en su escaño, con su cartera de piel buena, su teléfono móvil y su tableta, que invita la casa. Y eso sí que es para rodear el Congreso como protesta: que los que quieren destruir el sistema se sirvan de él para su estrategia separatista y anticonstitucional. Pero la derecha nunca rodeará el Congreso, porque respeta la voluntad popular...y porque le da vergüenza ejercer sus derechos y proclamar sus valores, que todo hay que decirlo.

Yo sé por qué ayer había presos sentados en el hemiciclo; por qué fue elegida presidenta del Congreso una señora que tiene puestas todas sus simpatías en sus paisanos catalanes independentistas; por qué Sánchez ha iniciado las consultas para formar Gobierno antes de constituidas las Cortes, como si fuera el Rey. Yo sé por qué aquí nos espera lo peor: un Gobierno de Sánchez con los comunistas bolivarianos y los independentistas. Pueden ocurrir todas las desgracias en España porque ha comenzado la decimotercera legislatura. O sea, la 13 legislatura. Toquen madera. En la 13 puede ocurrir de todo. ¿No podían, como en las filas de los aviones, haber saltado de la 12 Legislatura a la 14? O llamarla al menos la 12+1.

 

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