En la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno, al primer tapón, zurrapa. Pero zurrapa indigna, no esos recuelos y posos con que dicen que las benditas Hermanas de la Cruz se hacen el café, en la modestia y las renuncias del convento. La avaricia rompe el saco, y como Iglesias, que es de la escuela de Marx, pero del Sector Groucho, y pedía hasta dos huevos duros en la cafetería del Ministerio de Hacienda, pues al no concederle Sánchez su deseo de cuento de hadas, se abstuvo y se fastidió el invento de hacer a su señora, o sea, a la Marquesa de Galapagar, vicepresidenta de un Gobierno que, al paso que vamos, puede estar en funciones hasta las calendas griegas, o por lo menos hasta el Domingo de Ramos, que es más de los romanos de los pasos que de los griegos.
Eso fue el tapón de la primera votación de investidura. Pero es que ayer tarde, sus usías ilustrísimas los señores diputados nos fastidiaron la sagrada hora de la siesta con su votación de la segunda investidura del eterno viajero del Falcon, y resulta que al segundo tapón, también zurrapa. Pero zurrapa más amarga todavía, con la que no pueden hacerse ni recuelos. Se han quedado solos, como los de Tudela, y los que les prometieron el voto "sub conditione" de carguetes se abstuvieron. En Podemos empezaron pidiendo el cielo y, ¡toma!, por pedirlo se quedaron sin nada. Dijeron que para investir a Sánchez pidieron el cuarto de invitados de La Moncloa y que les dieron la caseta del perro. Bueno, pues ayer ni siquiera las dieron la caseta del perro. Se tendrán que conformar con la caseta del perro del casoplón de Galapagar que tantos votos les hizo perder, si es que lo hubiere.
Ayer ganó el "no" a Sánchez, ganó la abstención y ganó España. ¡Menuda preocupación nos quitamos de encima con el "no" a Sánchez y con la abstención de Podemos en la pretensión de Iglesias de tener tantos ministros como si hubiera ganado las elecciones! Ganar, ganar, lo que se dice ganar, los que ganó ayer, en la hora de la siesta que nos fastidiaron los muy ilustrísimos mamones con su votación nominal, fueron el "No" y la abstención. Sumen 155 y 67, a ver si les salen los números, al menos en los Juegos Geyper de la aritmética parlamentaria, de una mayoría absoluta para gobernar una España ingobernable.
Ayer ganó España porque, de momento y hasta el 23 de septiembre (aniversario del golpe de Estado del general Primo de Rivera, por cierto), tenemos alejado el peligro de que un coletudo de Podemos que en su vida se ha visto en otra sea quien dirija Hacienda, o que el de las rastas y el champú anti-piojos de Celia Villalobos se encargue de Trabajo. "Esta va pá Carmona". De momento se ha alejado el peligro de la inmediata destrucción de lo que entendemos por España, por Constitución, por Monarquía, por libertades, por sociedad de libre mercado, por concurrencia de ideas. Seguirán gobernando por decreto-ley, como si de verdad hubieran investido presidente a Sánchez, y seguirán entrampando nuestra economía y la de nuestros nietos, pero por lo menos no tenemos por ahora a los comunistas bolivarianos de ultraizquierda como socios y ministros de asuntos fundamentales en un Gobierno de Coalición. Algo es algo. Menos da una piedra. Estos tenían (y siguen teniendo) peligro hasta en la caseta del perro de La Moncloa; así ni te cuento firmando en el BOE.
Espero poder cantar aquella vieja canción: "Cuando llegue septiembre todo será maravilloso". No pongamos limites a la divina Providencia ni a la protección sobre España del Señor Santiago, que ayer fue su día. Cuando llegue septiembre, ojalá se haya producido en España el que llamaría Efecto Espadas, que fue la fórmula que el alcalde de Sevilla, sin mayoría absoluta, se buscó para poder gobernar sin estar atenazado por el radicalismo de la ultraizquierda de Podemos. Que es lo que le iba a pasar a Sánchez si ayer el segundo tapón no vuelve a ser también zurrapa.
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