ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  31 de julio de 2019
                               
 

Dos años sin "Remo"

Llegaste, Remo, en brazos de Isabel, una mañana lluviosa del otoño del 2002. Te había recogido en la calle, en los jardines de casa, maullando, solo, abandonado, como pidiendo compasión, amparo, cariño. Venías mojado, con tu largo rabito chorreando, aterido del frío de la calle. No sabíamos que contigo iba a entrar en casa la alegría, que Isabel había recogido de la calle toda una fábrica de ternura. Y te fuiste, ay, también en brazos de Isabel, una calurosa mañana del 2017, cuando quebraban albores del día de San Ignacio y llevábamos más de un año renunciando a todo, a irnos a la playa, a viajar, a salir, sólo por cuidarte en casa como te merecías, para darte tus medicinas, en pago por el cariño que nos habías dado. Nos creíamos que los años no pasaban, y vimos en tu decadencia el irresistible paso del tiempo, con tu diabetes primero, luego con tu muy gatuna insuficiencia renal, que hizo que te fueras apagando como una lamparilla sin el aceite de la vida y la alegría.

No puedo olvidarme de aquel amanecer de San Ignacio, cuando tu cuerpo estaba aún con nosotros pero tu alma de gato inmortal se había ido ya al cielo de los gatos buenos, donde Dios tiene a estas perfectas maravillas que creó. En brazos de Isabel eras, muerto, como una "Pietá" gatuna. Hasta creímos que respirabas todavía, al aire de la ventana abierta donde te pusimos en tu camita mullida de cariños. Te dije en "Gatos sin Fronteras", el libro que te dediqué: "Por las cuentas que echo, la vida que nos queda a los dos la viviremos juntos. No quiero ni pensar en la idea de la muerte de Remo". Tampoco quiero pensarlo ahora, Remo querido, cuando evoco aquella mortal mañana de verano. Tu alegría, tu ternura, tu inteligencia, tus travesuras, tu elegancia exquisita, tu forma de andar como quien no había olvidado que había sido un dios en el Antiguo Egipto. Todo murió aquella mañana en nuestros brazos, sin un Miguel Ángel, más que ahora el dolor de mi recuerdo, que te cincelará con Isabel.

Semanas antes se había ido también Benito el Negro, el de Mercedes Oceja, que me inspiró "Gatos sin Fronteras". Y sigues sin fronteras, Remo, correteando por los pasillos de tu gloria, escondiéndote en los armarios de nuestros recuerdos. Sigues siendo aquel Mil Rayas que tuve de niño y que me reencontré la mañana que Isabel te rescató de la calle, tan mojadito, y te trajo en el bolso del gimnasio. Aprendimos mucho de ti. De una de tus vidas; seguro que ahora tendrás otra más de las siete de los gatos: al menos la vida de nuestro perenne recuerdo. Aprendimos contigo a ver la grandeza de Dios en la perfección de sus criaturas. Viniste como un pobre gatito abandonado, la reencarnación de mi Mil Rayas infantil, y te fuiste convirtiendo en todo un Señor Don Gato, dueño y amo de la casa. Enseñando grandezas. Aprendiendo. ¿Cuántas palabras llegaste a comprender? Al atardecer, cuando los árboles del jardín se llenaban de gorriones, te decía: "¡Pájaros!". Y te ibas derechito a la terraza, en tus sueños imposibles de cazador. Decíamos "¡Caramelitos!" para premiarte con una dulce y breve delicadeza tu condición de gato bueno, y te ibas hacia el armario donde sabías que estaban. Cada tarde, cuando acabábamos de comer, ya me estabas esperando tendido en mi cama, para dormir la siesta conmigo. Y, a la noche, te cobijabas bajo las sábanas de Isabel, como un niño pequeño. Te quisimos, Remo, como lo que fuiste: como un hijo más de la familia, como un nieto peludito y sabio. Iba a decir que nuestro error fue creerte inmortal. No nos equivocamos. Sigues siendo inmortal en nuestro recuerdo, en el infinito agradecimiento por las alegrías que nos diste, por la compañía que nos regalaste. Qué cortos se hicieron los años contigo, qué breve el tiempo. No, no ha muerto el tiempo en nuestros brazos. Por cada rincón de tu casa, donde tú fuiste quien nos adoptaste, tu recuerdo sigue correteando. Ahora te seguimos teniendo como la viva estampa de la felicidad hecha gatuno. Tu recuerdo, Remo, sí que no tiene fronteras para nosotros y tu ausencia.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio