ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de septiembre de 2019
                               
 

Nuestra Soria interior

Andan alarmados los demógrafos, sociólogos y economistas por el fenómeno del abandono de los pueblos en muchas provincias castellanas, en los que apenas quedan cuatro ancianos; donde no hay matrimonios jóvenes ni nacen niños; ni hay alumnos para las escuelas; donde los pocos jóvenes que quedaban marcharon a la ciudad para encontrar trabajo. Ponen a Soria como ejemplo de este triste fenómeno del vaciamiento de los pueblos. Pero tampoco hay que ir tan lejos. Las dos sierrs sevillanas, la Sierra Sur y la Sierra Morena o de Cazalla (mal llamada "Norte") sufren este alarmante descenso de población. Basta darse un paseo por cualquiera de esos pueblos para ver que media villa está en venta...sin que nadie compre nada. Ni para hacerse una casita donde pasar el fin de semana. A lo tonto, a lo tonto, es un éxodo casi bíblico el que se está produciendo en España con este fenómeno del abandono de los pueblos por los más jóvenes y la permanencia de una población envejecida y no productiva.

Pero aquí en Sevilla también tenemos nuestra Soria interior, sin que nadie diga nada. Nuestro éxodo. Tenemos barrios que han tenido que ser abandonados casi en masa por su población original. Y no por falta de alicientes económicos, sino, paradójicamente, por todo lo contrario: por la rentabilidad del turismo como primer rubro de nuestra prosperidad, aparente prosperidad. Igual que en Soria ha habido pueblos abandonados por sus vecinos, los del Barrio de Santa Cruz de toda la vida hicieron o tuvieron que hacer con el suyo: los echaron. Y todo el centro histórico está sufriendo este proceso: la marcha de la población de siempre del barrio, convertidos los pisos y apartamentos en viviendas turísticas, más rentables, dicen, que los alquileres de larga duración. En el Barrio de Santa Cruz ya no queda casi nadie que sea del Barrio de Santa Cruz, y es un milagro escuchar los gritos de los niños jugando en el patio del colegio del Mesón del Moro. En el Barrio de Sarta Cruz se ha producido un verdadero éxodo de sus moradores, desplazados por el turismo de los pisos y apartamentos dedicados a este menester. Como se ha producido en gran parte de un centro cuyos pisos altos de los comercios tradicionales estaban ya cerrados y abandonados y ahora han cobrado esta función. Recuerden las últimas semanas santas: las cofradías pasando por calles del centro con todos los balcones cerrados. Entonces no había llegado la moda de los apartamentos turísticos. Era que la gente se había ido del centro. Y donde antes había balcones cerrados cuando pasaban las cofradías, ahora hay ropa tendida por el turismo gamberrete y en muchos casos de borrachera que ocupar suele por cuatro perras gordas estos apartamentos.

No es el primer éxodo de los últimos años en Sevilla. Ya hubo otro, importante, también casi bíblico, que cambió la faz de la ciudad tras la histórica riada del Tamarguillo de 1961. Gran parte del caserío de Sevilla entró en ruina (falsa o verdadera) y fue demolido, tras desahuciar a sus moradores. Y construido de nueva planta. Y a los nuevos pisos de los barrios históricos llegaron otros moradores de más alto nivel, no la Sevilla de los corrales de vecinos de las coplas y las cruces de mayo de toda la vida. Los antiguos vecinos fueron desplazados a las nuevas barriadas, la que hizo Utrera Molina: al Polígono de San Pablo, a Los Pajaritos, al Tiro de Línea. El fenómeno fue especialmente significativo en Triana: media Triana de los corrales fue derribada y esos trianeros, con toda su gracia, pasaron al Tiro de Línea, a La Oliva, a la Barriada de la Paz. A las nuevas construcciones llegó otro tipo de vecindario, que ni siquiera era del barrio, pero que tenía dinero para comprarse allí un piso. Me parece que la presente riada, con el turismo como desbordamiento, está produciendo, como el de 1961, este segundo éxodo de los sevillanos que se ven obligados a abandonar su ciudad de siempre, su barrio, la casa familiar donde están sus recuerdes, porque allí van a poner unos apartamentos turísticos. Más de 5.000 viviendas tiene Sevilla destinadas al turismo. Los sevillanos que habitaban esas 5.000 viviendas, ¿dónde están ahora? ¿Dónde han tenido que irse a vivir? ¿O eran esos pisos del centro de los balcones cerrados al paso de las cofradías? Y luego hablamos de Soria abandonada... ¡Tequiyá! Esto es como Soria, pero con turistas más bien chungaletosos.

 

 

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