ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de septiembre de 2019
                               
 

Jornales perdidos

Este artículo debería tener música, ya que sobre Sánchez en su inmediato futuro trata. Música de Camarón: "Volando voy, volando vengo,/por el camino/yo me entretengo". Y volando se nos ha venido encima la que se nos ha venido, tras 142 días. Han sido 142 los inútiles días perdidos con un presidente en funciones entretenido en creerse que era el verdadero. Que ha tratado de disimular que estaba en funciones, e intentado suplantar al definitivo. Vamos a ver: ¿qué presidente en funciones, que está como de prestadillo, se va de vacaciones a Doñana pagadas por todos, como si hubiese sido en verdad designado por las Cortes, y además directamente en helicóptero al Palacio de las Marismillas, sin tener la delicadeza de pasar por Bajo de Guía en Sanlúcar de Barrameda y tomarse allí una copa de manzanilla para hacer la propaganda del vino del que genialmente dijo Pemán que era "el fino de Jerez vestido de marinerito".

Los 142 días del Gobierno en funciones de Sánchez me han recordado a un gran señor de Arcos de la Frontera y de la literatura andaluza: Jesús de las Cuevas. El que con su hermano José hizo la definitiva novela "Historia de una finca". El señorial Jesús de las Cuevas tenía una gran biblioteca en su casa de la hermosa ciudad gaditana donde la cal es un monumento a la arquitectura popular. Me contaba que todo el artesano o "artista" (como se les dice en Andalucía a los profesionales de estos oficios casi perdidos) que llegaba a su casa para arreglar un grifo, reponer un cristal roto o repellar el desconchón de un patinillo, al ver la biblioteca le preguntaba lo que todo aquel que no tiene mucha familiaridad con los libros:

--¿Y todo esto se lo ha leído usted?

Hasta que una tarde llegó Curro, el que le llevaba el campo, aquel que una vez que lo llamó para preguntarle por la lluvia caída en una preocupante sequía, le respondió:

-- Mire usted, don Jesús. Llover, ha llovido. Pero llover, llover, llover, lo que se dice llover, no ha llovido.

Este personaje protagonista de su divertido libro "Curro y los aparceros", que tuve el honor de presentarle en Sevilla, llegó una tarde para ajustar unas cuentas del campo a casa de Jesús de las Cuevas, quien lo recibió en el escritorio de su biblioteca. Y no le preguntó lo que todos, si se había leído todos aquellos volúmenes, sino que al contemplar tanto papel escrito, impreso y encuadernado en los anaqueles, exclamó:

-- Don Jesús, ¡cuántos jornales perdíos!

Eso mismo exclamo yo al ver en qué ha resultado finalmente la ronda de consultas de Su Majestad y la decisión de Sánchez, ay, de Sánchez. Por cierto: no le arriendo las ganancias al Rey, tener que aguantar el peñazo de esas consultas para formar Gobierno. Bien que se gana el sueldo el Rey únicamente recibiendo y escuchando tonterías al de las anchoas. Y del resto de la partida de los partidos, ni te cuento. Si no el cielo, aguantando por segunda y las veces que hagan falta estas consultas, el Rey se tiene bien ganado el puesto. Consultas que han sido, como todo lo ocurrido en España en los últimos 142 días, que ya son días, un paripé. Aquí ha habido como un guión previo de todo. Nos han hecho creer que era una moneda que se tiraba al aire, si salía cara, si salía cruz. Ha salido carísima, con la crisis económica en el horizonte. Y al final ha caído de canto. Ni cara ni cruz. Como muchos se temían, pero nadie los creía. Por eso, al ver en qué ha quedado todo, tras el tiempo irremediablemente perdido, exclamo ante la decisión de Sánchez como Curro ante la biblioteca de Jesús de las Cuevas: "Sánchez, ¡qué de tiempo y cuántos jornales perdidos! Pero que te quiten lo volado en el Falcon."

 

 

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