ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 23 de septiembre de 2019
                               
 

Ayer baldearon

Notición: ayer baldearon Sevilla, cuyo suelo, en tantas calles, estaba tan sucio y pringoso. Hasta el punto de que para demostrarlo Beltrán Pérez hubo de coger un bote de El Milagrito y un estropajo, y ponerse a limpiar los mármoles de la Plaza Nueva. Los que antiguamente, en fotos de archivo de la Hemeroteca Municipal, se ve que aljofifaban a mano las empleadas municipales, doblemente genuflexas, dale que te pago hasta dejarlo como si fuera la solería del zaguán de una casa.

Otro notición: ayer regaron todos los árboles de Sevilla. Esos que pasas a su lado y te de pena el pobre naranjo, o la pobre acacia, o la pobre tipuana, de lo reserca que está la poca tierra que tienen en el alcorque, convertido en papelera de fortuna para todo gamberro que quiera arrojar allí el plástico de un paquete de pipas, el pañal de un lactante o una lata vacía de Coca Cola. (Por cierto, y a propósito de la Coca Cola, ya que somos cocacoladictos, como tantos sevillanos. ¿Usted ha visto lo difícil que es ya encontrar un bar donde le pongan una Coca Cola "light". La pides y te dicen que sólo tienen Zero o Doble Zero, pero que "light" ya no la traen. Los mollatosos de Coca Cola, que haberlos haylos y entre los que me cuento, hasta nos decimos unos a otros dónde puedes tomarte todavía una Coca Cola "ligh" de toda la vida, nada de estas nuevas advocaciones de Zero o de Doble Zero, que por lo visto son las que la casa quiere imponer en el mercado. Así que, ¡viva la Coca Cola "light" de toda la vida!).

Pero íbamos por los noticiones: que ayer baldearon todas, absolutamente todas las calles de Sevilla, y que regaron todos, pero absolutamente todos los árboles de Sevilla. ¿Estaban haciendo huelga a la japonesa los empleados de Lipasam? No, sencillamente es que llovió. Poquito, pero llovió. Y se limpiaron las calles que estaban con el suelo pegajoso. Y les dio el agua alegría, Macarena, a esos árboles que estaban con sus alcorques sequísimos y con su tierra más dura que la pata del paso de Los Caballos. Por decirlo en los términos que cité recientemente del gran Jesús de las Cuevas, llover, llovió. Pero llover, llover, llover, lo que se dice llover, no llovió. Pero demostró lo que hasta el alcalde reconoce: que Sevilla está sucia. Y algo más que ha dicho el alcalde: que Sevilla necesita 150 barrenderos más. Yo añadiría algo más: y Sevilla necesita también 150.000 peatones y vecinos que no sean tan guarros y no tiren tantas cosas al suelo, ni pongan tanta basura fuera de contenedores. Como necesita más de 150 bares y restaurantes que les pidan a Lipasam unos contenedores propios mayores, para que echen allí las basuras por las que buena tasa de recogida pagan, pera no atiborrar los de los vecinos, que no pueden tirar sus bolsas, por pequeñas que sea.

El alcalde ha anunciado esta falta de barrenderos y también la compra de 6 vehículos de limpieza más y de 15 máquinas baldeadoras. Ojalá lleguen pronto y se pongan a funcionar y la guarrería del suelo pegajoso no dependa de San Pedro, que es quien, mandándonos la lluvia, es el mejor Lipasam que tenemos. Muchos quisieran que fuera siempre tarde de Viernes Santo, para que lloviera y Sevilla estuviera lo limpia que no está. Y en cuanto a las 15 baldeadoras nuevas, a ver si baldean de verdad, y no las dedican a darles vueltas por el centro, en plan moros de Queipo como dije que hacen con las máquinas barredoras, que son las que menos barren del mundo y más barzones se dan para que veamos que el Ayuntamiento se preocupa mucho de estas cosas.

Ah, y los imbornales. Ya saben: imbornales es como les llaman ahora a los que en Sevilla siempre han sido los husillos. Ayer cayeron cuatro gotas, ¿pero los han limpiado para cuando tengamos las primeras lluvias grandes de verdad? En cuanto vienen esas primeras lluvias importantes del otoño, las calles de media Sevilla se arrían, porque los husillos no tragan, de sucios que están. El que avisa no es traidor. Y ya que estos primeros chaparroncillos de nada nos han limpiado las calles y regado los árboles, a ver si las primeras lluvias de verdad nos cogen con los husillos limpios y las calles sin ponerse como lagunas.

 

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