ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de noviembre de 2019
                               
 

El arte de la cola

Como lo de las dos Españas, pero sin enfrentamientos, han existido en este fin de semana las dos Sevillas. Entre las docenas de Sevillas distintas que hay, naturalmente. Antes se decía: "Sevilla es mucha Sevilla". Ahora hay que matizar: "Sevilla son muchas Sevillas". Muchas Sevillas distintas y una sola ciudad verdadera, diría en el lenguaje barroco del Catecismo de Ripalda. Las dos Sevillas que han existido en este fin de semana de Todos los Santos ha sido la que estaba completamente al tanto del festival de los premios de la MTV y se daba tortas por conseguir una entrada para la gala final en un Fibes disfrazado de Hollywood, y la que no tenía ni idea de qué era esto de la MTV, e iba a lo suyo. Suele ocurrir a esa media Sevilla con muchos de los grandes acontecimientos de toda índole, desde congresos científicos a reuniones de foros internacionales, que cada vez más se celebran la ciudad y que la gente no se entera, y eso que ponen los hoteles hasta la corcha, y mira que se han abierto hoteles.

--Y más que se van a abrir.

Bueno, pues todos se llenarán en la temporada altísima de estos grandes acontecimientos que a veces pasan inadvertidos en la ciudad, salvo en las informaciones de prensa. Hay una Sevilla que, por ejemplo, no se entera que se está celebrando un congreso que ha reunido a tres mil especialistas en lo que sea, o que la empresa multinacional Tal ha convocado aquí su convención anual y se ha traído a cuatro mil directivos de todo el mundo. El fenómeno del tirón de los premios MTV EMA 2019 nos ha sorprendido a muchos. Es más: muchos se han, nos hemos enterado de que existe la MTV de la que tanto saben los chavales gracias a los actos de entrega de estos premios. En el que el sábado vi la cola mayor que nunca había contemplado en Sevilla. Cola ordenadísima, sin ninguna protesta de:

-- ¡Eh, eh, ese tío, que se ha colado!

Era la cola para entrar en la Plaza de España a escuchar el concierto del grupo californiano Green Day, luego ganador de los premios, al que muchos no teníamos el gusto de conocer. Para el concierto de Green Day se formó la cola más larga que en mi vida he visto yo. La cola empezaba en la Plaza de España, seguía por la avenida del Parque por donde viene La Paz, llegaba a la Glorieta de San Diego, daba la vuelta hacia la avenida de María Luisa por la parte de atrás del restaurante La Raza, seguía avenida de María Luisa adelante, pasaba por delante del que fue consulado de los Estados Unidos, se metía en la Glorieta de los Marineros, y continuaba Paseo de las Delicias arriba, hasta llegar al Pabellón de la Argentina en la Exposición del 29, donde está la estatua ecuestre de Simón Bolívar. Cola silenciosa y perfectamente organizada por sí misma. Cola autogestionada: no había nadie organizándola, ni cordones para ordenarla. Igual que en Sevilla teníamos la cultura de la bulla, que es el rebujón organizado y vertebrado, ahora hemos aprendido el arte de la cola. Sostengo que el fenómeno empezó en La Cartuja, en las famosas colas para visitar los pabellones de la Expo del 92, donde los sevillanos aprendimos a hacerlas. Y ya las hay hasta en los asuntos más clásicos y tradicionales. Pongo dos ejemplos tela de nuestros: la cola para el besamanos de la Esperanza Macarena el 18 de diciembre, que suele llegar por lo menos hasta la esquina del supermercado que hay donde estaba el Cine Bécquer o hasta Anchalaferia. Y el Domingo de Ramos por la mañana, la cola del besamanos del Gran Poder, interminable. Por no hablar de la cola del Cautivo en la Cuaresma. O, en los toros, la cola en las taquillas el día que empiezan a vender las entradas sueltas del abono. O las colas para el control de seguridad para coger el avión en San Pablo. Colas todas tan nuestras como la cola de una túnica de ruán. Pero la del concierto de Green Day en el programa de los premios MTV sí que me llamó la atención por lo excepcionalmente larga y ordenada por sí misma. Y es que una cola que no le da la vuelta a la manzana, ni es cola ni es nada... Esta le daba la vuelta a la manzana, a los peros, a las naranjas guachintonas, a todos los puestos de fruta de todas las plazas de abastos de Sevilla.

 

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